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El papel de la mujer en el proceso de digitalización de nuestra sociedad y su aportación al mundo de la privacidad

El papel de la mujer en el proceso de digitalización de nuestra sociedad y su aportación al mundo de la privacidad

  • 20-12-2021 | Wolters Kluwer
  • Entrevistamos a cuatro mujeres que nos dan su visión sobre el papel de la mujer en el proceso de digitalización de nuestra sociedad, así como su aportación al mundo de la privacidad y otras cuestiones de interés. Cecilia Álvarez Rigaudias, Directora de Política de Privacidad de EMEA en Meta y Presidenta de la Asociación de Profesionales de la Privacidad de España (APEP) hasta junio de 2019; Mónica Arenas Ramiro, Delegada de Protección de Datos de la Universidad de Alcalá y Coordinadora de LA LEY Privacidad; Noemí Brito, Directora del Departamento Legal en KPMG Abogados (KPMG España) y reconocida como “Abogada del Año en Privacidad” en el año 2021 en España, por el prestigioso directorio internacional Iberian Lawyer; y M.ª Carmen Romero Ternero, Ingeniera en Informática y divulgadora científica, visibilizando el papel de las mujeres en la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas (STEM).
Portada

R. Martínez, M. Arenas y Carlos B Fernández. La actual y constante transformación digital y científica a la que asistimos está cambiando radicalmente el mundo en el que vivimos y se deben aprovechar los grandes beneficios de alcance global que esta transformación ofrece. Y lo debemos hacer en perspectiva de género. Los avances tecnológicos, científicos y de la Red posibilitan dar voz a quienes hasta ahora han estado invisibilizadas en un terreno copado por los hombres. No se puede dejar fuera de la digitalización a más de la mitad de la población, a las mujeres.

Con esta entrevista, La Ley PRIVACIDAD quiere contribuir a visibilizar el papel y la posición de las mujeres en el terreno de la ciencia y la tecnología, en el proceso de digitalización que nuestras sociedades están sufriendo, recogiendo la visión que las mismas tienen de los cambios a los que asistimos, rompiendo así con los roles y estereotipos que perpetúan las desigualdades existentes entre hombres y mujeres en este terreno.

Entrevistamos a cuatro mujeres que nos dan su visión sobre el papel de la mujer en el proceso de digitalización de nuestra sociedad, así como su aportación al mundo de la privacidad y otras cuestiones de interés. Cecilia Álvarez Rigaudias, Directora de Política de Privacidad de EMEA en Meta y Presidenta de la Asociación de Profesionales de la Privacidad de España (APEP) hasta junio de 2019, nos manifiesta el hecho de que el sector profesional de la privacidad ha estado desde sus inicios ocupado por mujeres, queriendo ser liderado por hombres cuando se empezó a percibir la enorme dimensión económica de los datos personales, y nos transmite la importancia de contar con modelos femeninos profesionales de referencia, teniendo que asumir entre todos la tarea de poner en valor a las mujeres vinculadas a las tecnologías. Junto a ella, Mónica Arenas Ramiro, Delegada de Protección de Datos de la Universidad de Alcalá y Coordinadora de La Ley PRIVACIDAD, hace hincapié en la necesidad de que las mujeres estén visibles en puestos de responsabilidad, de creación de contenidos, y que participen en igualdad de condiciones y oportunidades que los hombres en el proceso de digitalización, rompiendo los roles de género existentes, para lo que considera indispensable una adecuada política de corresponsabilidad y conciliación. Por su parte, Noemí Brito Izquierdo, Directora del Departamento Legal en KPMG Abogados (KPMG España) y reconocida como “Abogada del Año en Privacidad” en el año 2021 en España, por el prestigioso directorio internacional Iberian Lawyer, resalta el hecho de que las mujeres del sector destacan por ofrecer un talento creativo excepcional siendo, por lo general, personas altamente resolutivas e intuitivas en la detección de las problemáticas, retos y desafíos regulatorios a diferente nivel. Y, por último, Mª. Carmen Romero Ternero, Ingeniera en Informática y divulgadora científica, visibilizando el papel de las mujeres en la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas (STEM), destaca el hecho de que las niñas y los niños aprenden imitando y normalizando en su propio comportamiento lo que perciben en su entorno, y, por ello, considera realmente importante la existencia de referentes femeninos, para lo que hay que trabajar en la igualdad de manera integral e inclusiva.

LA LEY PRIVACIDAD: Mujeres y hombres son iguales en derechos, pero ofrecen diferentes visiones de la realidad. Desde esa diferencia de sensibilidades ¿Cuál cree que es la aportación de la mujer al mundo de la privacidad? ¿Qué aporta su visión a la masculina, generalmente más difundida?

CECILIA ÁLVAREZ: Si comparo la comunidad jurídica de protección de datos con otras áreas del derecho del mundo de los negocios, creo que ha habido tradicionalmente un mayor número de profesionales mujeres, tanto en Europa como en EE.UU.

En mi experiencia personal, que no me atrevería a generalizar, hasta recientes tiempos, los hombres profesionales con los que trabajaba habitualmente no estaban interesados en construir su éxito profesional sobre la base de una materia directamente vinculada a un derecho fundamental, cuyo impacto en el mundo de los negocios no les parecía evidente. Yo llegué al mundo de la privacidad por accidente, porque llegó un caso sobre el que no había experiencia previa en el despacho donde trabajaba, ni visión o interés por desarrollarla profesionalmente. Era un campo “sin dueño” y ocupé ese espacio, especializándome progresivamente para acabar liderando ese área de práctica. Cuando, años más tarde, los clientes identificaron primero los riesgos de compliance y, después, la enorme dimensión económica de los datos personales, aquellos profesionales que habían desdeñado la materia quisieron entonces participar activamente en ese espacio y asumir posiciones de liderazgo.

Como ya había muchas mujeres profesionales asentadas y reconocidas en posiciones de poder en este campo, creo que esto ha podido contribuir a que sea una de las áreas del derecho donde hay una buena representación de ambos géneros.

MÓNICA ARENAS: Es evidente que asistimos a una brecha digital de género, y no tanto en relación con el acceso a la tecnología (aunque esto podríamos matizarlo respecto de zonas rurales como por nivel socioeconómico), sino, especialmente, en cuanto a su uso y las competencias vinculadas. Diferentes estudios demuestran que las mujeres no utilizan ni le dedican el mismo tiempo a la tecnología o a Internet que los hombres. Es cierto que existen diferentes intereses y también diferentes sensibilidades. Y esto se refleja en todos los sectores de nuestra sociedad y en la transformación digital de dichos sectores.

"Si no trasladamos las experiencias y necesidades de las mujeres al mundo de la privacidad, estamos perdiendo la oportunidad de reflejar las necesidades de más de la mitad de la población" (M. Arenas)

Es importante hacer partícipe a las mujeres en el terreno científico y tecnológico, utilizar el potencial y el talento de las mujeres en este ámbito si se quiere conseguir un mayor crecimiento económico. Las mujeres, como los hombres, tienen experiencias, necesidades e intereses distintos, y esas necesidades se plasman en lo que hacen y en cómo lo hacen. Si no trasladamos las experiencias y necesidades de las mujeres al mundo de la privacidad, estamos perdiendo la oportunidad de reflejar las necesidades de más de la mitad de la población. Y esto, tanto en el sector público como en el privado, supone perder a más de la mitad de usuarios/votantes/clientes. De hecho, se ha cuantificado que si se tuviera en cuenta la igualdad de género se impulsaría en casi un 20% el PIB y se crearían más de tres millones de empleo, con el beneficio económico que esto supone.

Debe quedar claro que la exigencia de la visibilización del papel de las mujeres en el mundo de la privacidad no es una cuestión de porcentajes, sino que es una cuestión cualitativa, de justicia social y de principio democrático. Si las mujeres no participan ni aportan su visión a la sociedad de la que forman parte, se está excluyendo a más de la mitad de la población y no podemos hablar en sentido estricto de democracia.

La tecnología, la transformación digital, es el motor económico, social, cultural y político de nuestra sociedad y, en consecuencia, la posición que las personas tengan respecto de las mismas determinará la posición que los individuos tengan en la sociedad digital a la que avanzamos. Quien maneje y haga un uso adecuado de la tecnología y sepa aprovechar sus beneficios y ventajas, verá sus efectos en su vida personal y profesional y supondrá una forma de participar en la sociedad con capacidad para tomar decisiones en cuestiones que nos afectan. Controlar la tecnología ofrecerá un potencial cauce de participación y la posibilidad de influir en la toma de decisiones en los procesos que nos afectan. Y las mujeres deben estar ahí.

Debemos intentar que los avances tecnológicos no reproduzcan modelos desigualitarios y no democráticos, logrando que los discursos de mujeres y hombres lleguen por igual e influyan por igual en la sociedad, en los procesos de toma de decisiones, que lo hagan en igualdad de condiciones y de oportunidades, y que las mujeres sean reconocidas como interlocutoras en un plano de igualdad de oportunidades, con las mismas condiciones que los hombres.

La cuestión creo que debería ser por qué existen diferentes intereses, qué los provoca, y si estos intereses responden a tener diferentes sensibilidades y, en este sentido, si éstas se pueden presentar en igualdad de condiciones en el terreno de la tecnología que las de los hombres.

NOEMI BRITO: Sin duda, en España hay grandes profesionales y reconocidos expertos en el sector de la privacidad, al margen del género. Sin embargo, creo que las mujeres del sector destacan por ofrecer un talento creativo excepcional siendo, por lo general, personas altamente resolutivas e intuitivas en la detección de las problemáticas, retos y desafíos regulatorios a diferente nivel. Destaco también su visión integradora y mirada sensible, por lo general, para la mejor atención posible de los derechos e intereses de los colectivos más vulnerables de la sociedad, algo sobre lo que insiste la normativa vigente.

Mª CARMEN ROMERO: Creo que nadie se debería escandalizar si digo que tradicionalmente las mujeres han sido educadas en el pudor, en la modestia, en la vergüenza y en la necesidad de acatar, agradar, de ser aceptadas y de no ser criticadas. Probablemente ese sea el motivo por el cual la violación de la privacidad aún sigue teniendo mayor impacto (negativo) en las mujeres que en los hombres y, en consecuencia, las mujeres suelen ser más celosas de su privacidad. Esa violación de la privacidad suele llevar a situaciones de escarnio público, aislamiento, desamparo, desigualdad, desequilibrio de poder, pérdida de dignidad e incluso de libertad de acción, que si nos paramos a analizar los casos más sonados veremos que, por lo general, son las mujeres las que sufren como consecuencia la pérdida de sus libertades. Ejemplos paradigmáticos son el de la concejala Olvido Hormigos (en cuyo caso se llegó a modificar el Código Penal incluyendo como delito la difusión no autorizada de imágenes o grabaciones íntimas), el de la trabajadora de Iveco (que acabó trágicamente en suicidio después de que se divulgara entre sus compañeros un vídeo sexual), o el de la campaña de ciberacoso #GamerGate dirigida varias mujeres en la industria de los videojuegos (provocando que todas ellas tuvieran que modificar sus hábitos e incluso su domicilio).

Creo que esto no es algo sobre lo que una mujer piense continuamente y de lo que sea consciente, pero lo cierto es que en el día a día ese nivel de exigencia social tácita en la privacidad de las mujeres acaba condicionando el cómo, cuándo y dónde las mujeres deciden compartir o no qué datos personales.

Se han realizado diversos estudios que evidencian la existencia de esa diferencia de sensibilidades que mencionaban en su pregunta. Por ejemplo, en un estudio realizado por investigadores del Emerson Collage con 395 estudiantes de secundaria, los resultados revelaron que las niñas perciben más riesgos de privacidad y tienen un mayor nivel de preocupación por la privacidad que los niños. Los niños tienden a leer correos electrónicos no solicitados y a registrarse en sitios web sin mucha cautela, mientras que las niñas proporcionan información inexacta a medida que aumentan sus preocupaciones por la privacidad.

El derecho a la privacidad es esencial para el libre desarrollo de la personalidad y la identidad de las personas, sin embargo, con el advenimiento de las tecnologías de la información e Internet al mundo de las relaciones profesionales y personales debemos entender que el riesgo de sufrir violaciones de la privacidad aumenta. Esto no quiere decir que debamos huir del mundo virtual y de los múltiples beneficios que nos aporta en nuestra vida cotidiana, sino que debemos ser precavidos y, sobre todo, ser conscientes de las consecuencias de lo que hacemos.

Estoy convencida de la importancia de potenciar la educación en este sentido y, de la misma manera que enseñamos a nuestros hijos a cruzar la calle desde edades tempranas, debemos educarlos a convivir con otras personas en una vida digital saludable, ya que eso les permitirá entender que el mundo virtual es tan real como el físico.

LLP: Desde el punto de vista profesional, en el mundo digital, la mujer suele estar más alejada de la tecnología, ¿cuáles cree que son las causas? ¿Cómo condiciona esa realidad la definición, objetivos y orientaciones del sector?

CECILIA ÁLVAREZ: A través del magnífico proyecto internacional de “Inspiring Girls” que fundó Miriam González ((8) Inspiring Girls International: Overview | LinkedIn) y su exitosa campaña global #ThisLittleGirlIsMe, fui y sigo siendo consciente de la importancia de contar con “role models” femeninos profesionales y de que los sesgos de género se crean desde que somos muy jóvenes. Tales sesgos se construyen con lo que nuestros chicos ven en casa, aprenden en la escuela, escuchan en las historias o en las canciones, o juguetes con los que se divierten. Como padres y educadores, tenemos que estar alertas para identificar y corregir nuestros propios sesgos y contrarrestar, en lo posible, los sesgos a los que nuestros hijos están expuestos en entornos distintos del que “controlamos”. Y eso incluye los juguetes que compramos, las historias que leemos o las canciones que cantamos con ellos, cómo elegimos y comentamos con ellos los contenidos audiovisuales que visualizan en las tablets, qué mensajes les enviamos de los que más valoramos en ellos (¿estar guapos o ser valientes?), etc.

Es difícil concebir e inspirarse en profesiones cuando no hay un “espejo donde mirar” en un entorno próximo. En el campo de la tecnología, como en cualquier otro campo, nuestros niñas y niños necesitan conocer ejemplos de mujeres que desempeñan tareas vinculadas a las tecnologías para saber que “es posible” para empezar y, en su caso, servir de inspiración. Tenemos que asumir la tarea de poner en valor y hacer próximos tales ejemplos, tanto a nuestras niñas como a nuestros niños.

MÓNICA ARENAS: Las mujeres han venido siendo excluidas sistemáticamente de la esfera pública, de las relaciones de poder, por el mero hecho de ser mujeres, limitando así sus derechos por una mera cuestión biológica, sin ningún otro fundamento. Y esto mismo se está reproduciendo en la transformación digital que vivimos.

Por este motivo, las relaciones de poder que caracterizan a nuestra sociedad están marcadas por el predominio de lo masculino. Y, por lo tanto, las perspectivas, los intereses y las experiencias son las que provienen de sus protagonistas masculinos.

Creo que el fondo de estas diferencias actualmente se encuentra en que el entorno online, las tecnologías, reproducen los roles y estereotipos que tradicionalmente se vienen asignando a las mujeres.

Tradicionalmente las mujeres se han visto invisibilizadas en el mundo de la ciencia, en el terreno de lo público y de participación, y han sido relegadas al ámbito doméstico, a lo privado, al mundo de los cuidados. De ahí, por ejemplo, no solo la diferencia en el acceso a Internet, como hemos dicho, sino también en su uso y en las habilidades relacionadas con la ciencia y la tecnología. En este sentido, creo también que la falta de medidas de conciliación y corresponsabilidad, que contribuyan a que las mujeres puedan disponer de más tiempo libre, puede ser también una de las causas por las que las mujeres usan Internet de una forma diferente y, con ello, la forma en la que se presentan en la sociedad. Así, por ejemplo, las mujeres, especialmente, las más jóvenes utilizan las redes sociales más que los hombres, pero se utilizan con una finalidad lúdica y potenciando su imagen personal y corporal. Esto las aleja de participar en temas relevantes socialmente, volviéndolas a anclar a materias relacionadas con su imagen personal y los cuidados.

Falta visibilidad de las mujeres en puestos de representación o directivos, o incluso como creadoras de contenidos digitales, lo que, lógicamente condiciona la definición, objetivos y orientaciones del sector.

Además, creo que esta cuestión reproduce en muchos casos lo que se conoce como casos de discriminación múltiple, donde las mujeres no sólo se encuentran discriminadas por cuestión de género, sino por otros factores, como pueden ser la edad, la raza o su origen socioeconómico o territorial juegan un importante papel.

Por ello, se hace necesario capacitar a las mujeres en los entornos rurales. Quienes no tengan acceso a la tecnología y no estén cualificados para su uso tendrán una mayor probabilidad de ser excluidas socialmente y de no participar en la sociedad de la que forman parte.

NOEMI BRITO: Opino que, por suerte, esta brecha de género en el sector digital paulatinamente se estrecha cada vez más. Además, la aceleración digital en la que estamos inmersos fomenta o fuerza, según se mire, a las personas a desenvolverse en entornos cada vez más tecnológicos.

"Las mujeres del sector de la privacidad destacan por ofrecer un talento creativo excepcional siendo, por lo general, personas altamente resolutivas e intuitivas en la detección de las problemáticas, retos y desafíos regulatorios a diferente nivel" N. Brito

Sin perjuicio de lo anterior, es crucial que se produzca cuanto antes la incorporación masiva de la mujer en el sector, pues ello es clave en la drástica reducción de los principales riesgos asociados a tecnologías emergentes como la Inteligencia Artificial, por ejemplo, a fin de evitar o mitigar en lo posible el sesgo algorítmico, la discriminación y, en definitiva, la vulneración de los derechos inherentes a las personas. Algo que, por otra parte, pretende garantizar el derecho a la igualdad y a la no discriminación, en particular, en el entorno digital (ex artículo 14 de la Constitución Española (LA LEY 2500/1978) y el apartado VIII de la Carta de Derechos Digitales (LA LEY 16317/2021) española).

Mª CARMEN ROMERO: En mi entorno, como profesora de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Informática en la Universidad de Sevilla y como miembro del equipo de Científicas: Pasado, Presente y Futuro, llevamos analizando este fenómeno varios años, y una cuestión que parece clara es que hay una ausencia de referentes femeninos en el sector STEM (Science, Technology, Engineering and Mathematics).

Las vocaciones no se construyen de la noche a la mañana. Las personas crecemos en un contexto cultural que nos hace normalizar roles, discursos y situaciones, y los absorbemos en nuestro universo cognitivo construyendo certezas que, desde el punto de vista de la igualdad, pueden ser cuestionables y, en ocasiones, inaceptables.

"En el día a día, el nivel de exigencia social tácita en la privacidad de las mujeres, acaba condicionando el cómo, cuándo y dónde las mujeres deciden compartir o no qué datos personales" (M.C. Romero)

Está el ejemplo clásico del rosa para las niñas y el celeste para los niños, ¿en qué momento se ha hecho esa diferenciación por sexo? ¿quién ha decidido que las niñas juegan con cocinitas y los niños juegan a videojuegos? Las niñas y los niños aprenden imitando y normalizando en su propio comportamiento lo que perciben en su entorno, de ahí la importancia de que existan referentes femeninos en los libros, en la publicidad, en las películas, en los medios de comunicación, en el ámbito doméstico, en la escuela y en cualquier otro ámbito donde puedan recibir estímulos que les hagan construir esas certezas. Y esos referentes no sólo deben ser conocidos por las niñas, porque el contexto cultural lo construimos todas las personas, independientemente de su identidad sexual (biológica o no). En mi opinión es importante que se trabaje la igualdad de un manera integral e inclusiva. De nada nos sirve animar a las chicas a dedicarse a profesiones STEM si después se van a encontrar con barreras estructurales que limitarán su crecimiento profesional (y su satisfacción personal) y que son perfectamente evitables, tales como la discriminación salarial, los desequilibrios de poder y los techos de cristal.

Al igual que es primordial que existan mujeres en el sector tecnológico, para que participen con su visión en el diseño de algoritmos y de interfaces, por ejemplo, es primordial que existan mujeres en el sector de la privacidad para que participen en la construcción de medidas y normativas desde una perspectiva integral e inclusiva.

LLP: Al margen de normas concretas que tienen en cuenta el género como la Ley Orgánica de Violencia de Género, ¿cree que nuestra normativa sobre privacidad (europea y nacional) necesitaría una profundización desde la perspectiva de género? ¿en qué materias o ámbitos?

CECILIA ÁLVAREZ: Personalmente, ignoro lo que significa que una norma tenga una perspectiva de género, salvo que trate específicamente de una norma que proteja un bien jurídico donde el hecho de ser mujer u hombre merezca consideraciones específicas, como es el caso de la norma citada en la pregunta.

La normativa de privacidad europea (y, por tanto, la española) se basa en la protección de la dignidad de la persona, lo que por definición puede incluir cuestiones de género, si y cuando estas se manifiesten en tal contexto. Por otra parte, el derecho a la protección de datos no se aplica de forma aislada, sino con el resto del ordenamiento jurídico y, entre otros, en consonancia con otros derechos y libertades fundamentales que recoge la Carta Europea, entre los que se encuentran el derecho de igualdad ante la ley (art. 20) y no discriminación (art. 21).

MÓNICA ARENAS: La igualdad formal ya está reconocida en nuestro ordenamiento jurídico incluso constitucionalmente y como un derecho fundamental. Existen, además, normas como la citada Ley Orgánica 1/2004 (LA LEY 1692/2004) de Violencia de Género o la Ley Orgánica 3/2007 (LA LEY 2543/2007) de Igualdad que reconocen y garantizan la igualdad de trato entre hombres y mujeres en todos los sectores de la sociedad.

La cuestión es que el papel lo soporta todo y queda mucho por hacer y para conseguir una igualdad real y efectiva entre hombres y mujeres. Queda mucho por hacer. Se debe modernizar y actualizar el ordenamiento jurídico vigente, para que refleje la realidad social que está dirigido a regular, máxime cuando existe más que una posibilidad de que parte de la población quede excluida de esa realidad.

Es necesario un mayor grado de alfabetización digital de las personas, potenciando su inclusión digital, fomentando una mayor eficiencia y uso eficaz de los recursos disponibles. Se debe encontrar un equilibrio en el que se garanticen los derechos y se promocione la innovación científica y tecnológica en igualdad de oportunidades para mujeres y hombres. Así las cosas, esta tarea es una tarea compartida que requiere no sólo un compromiso real por parte de los poderes públicos, sino un cambio en la sociedad y en el sector privado, que se sirva de estos avances científicos y tecnológicos para romper con los odiosos estereotipos de género y lograr una igualdad efectiva entre mujeres y hombres.

Por esto es importante que todas las normas que se aprueben, no sólo las relacionadas con la privacidad, tengan en cuenta la perspectiva de género el impacto de género que provocan (más allá de cumplir con la obligación “formal” de decir que existe o no existe impacto de género en las propuestas legales). Todos los ámbitos deben aplicar esta perspectiva de género.

NOEMI BRITO: Creo que la normativa de protección de datos personales, dado su carácter transversal, debe ser capaz de atender a problemáticas o situaciones que, por sus especiales características, y con independencia del ámbito o la materia de la que se trate, supongan o puedan suponer una específica afección sobre los derechos fundamentales. Es por ello que, al hilo de la expresa mención en la legislación española aplicable acerca de la necesidad de superar las distintas brechas digitales que concurran, es importante incidir en la brecha de género desde la normativa vigente. Algo a lo que ya apunta, desde diferentes ángulos, la propia Carta española de Derechos Digitales como criterio orientador general de tipo de tipo instrumental.

Mª CARMEN ROMERO: Sí, por el motivo expresado anteriormente. Las brechas de privacidad tienen más impacto negativo en las mujeres que en los hombres y las situaciones de violencia a las que se ven sometidas muchas mujeres requiere un respaldo sólido desde el ámbito del Derecho.

Afortunadamente, nos encontramos ya ante muchas iniciativas cuyo objetivo es contemplar soluciones desde una perspectiva integral e inclusiva. Tal es el caso, por ejemplo, del informe publicado por Naciones Unidas titulado "Gender issues arising in the digital era and their impacts on women, men and individuals of diverse sexual orientations gender identities, gender expressions and sex characteristics", donde se habla de la privacidad como una forma de libertad incorporada en las estructuras sociales, y donde se aboga por la defensa de la privacidad como parte de la lucha política más amplia por la igualdad, los derechos de ciudadanía y la democracia. El derecho humano a la privacidad es un límite al ejercicio del poder. Comprender este derecho humano desde una perspectiva de género (y no sólo el femenino) plantea una serie de cuestiones que requieren contemplar las experiencias vividas de privacidad en sus muchas formas, tanto positivas como negativas, considerando las dimensiones físicas, psicológicas, sexuales, patrimoniales y morales, tanto en el mundo virtual como en el mundo físico.

LLP: Asistimos a un proceso donde el uso de Internet y las redes sociales, especialmente entre los más jóvenes, propician la llamada violencia digital de género. ¿Cómo cree que se podría hacer frente a estos nuevos peligros? ¿Algún consejo para el Día de la Internet segura?

CECILIA ÁLVAREZ: La prevención y lucha contra la llamada violencia digital de género no es una acción de un día (aunque sea el Día de la Internet segura) sino una toma de conciencia de lo esencial que es invertir en la educación, que es un proceso tan largo como necesario. Cuando una persona es respetuosa, lo es en su entorno analógico y en su entorno digital. Y lo contrario es también cierto.

Todos tenemos la responsabilidad de dar ejemplo y proporcionar a nuestros jóvenes herramientas para convertirse en adultos respetuosos para con sus semejantes y entorno. Y, con todos, no me refiero sólo a los padres y educadores, sino también al comportamiento de nuestros representantes en los Parlamentos nacional y regionales, de los jefes de gobierno, de los periodistas en los medios de comunicación, de los asistentes a una manifestación o a un partido de fútbol, etc.

"La educación reglada tiene que desempeñar un papel muy importante para no perpetuar estereotipos de género en cuanto a las habilidades cognitivas y físicas de los alumnos y en visibilizar la contribución de las mujeres a los ámbitos de la ciencia, la literatura y el arte" (C. Álvarez).

Centrándome en la labor de padres, no creo que debamos utilizar o delegar en los servicios digitales, redes sociales incluidas, como los “babysitters” de nuestros hijos y, muy en particular, si tales servicios no están diseñados para su edad y madurez. Los “babysitters” somos nosotros. En mi opinión, debemos acompañar a nuestros hijos en su crecimiento en el entorno digital tanto como debemos hacerlo en su entorno no digital. Pienso que padres y madres debemos “predicar” con el ejemplo respecto de principios básicos de convivencia, que incluyen no tolerar en nuestros hijos las faltas de respeto a los demás (personas, animales, espacios comunes, mobiliario urbano), ayudar a que reconozcan que ciertas acciones causan un sufrimiento real (que no virtual) y respetar las leyes. También conlleva ocuparnos de que cuenten con una educación sexual basada en el respeto y no en la pornografía, de que construyan tolerancia a la frustración y que sean conscientes de aquellas acciones digitales que son delito, como la distribución de pornografía infantil. Y seguro que, como padres, debamos añadir otros elementos a esta lista según identifiquemos otras necesidades.

MÓNICA ARENAS: Al margen de las ventajas, por otro lado no podemos perder de vista los peligros inherentes a estos cambios científicos y tecnológicos (especialmente para las nuevas generaciones): la cosificación de la imagen y del cuerpo de la mujer, la existencia de una segunda brecha digital en el uso de la tecnología, o el uso de Internet y las redes sociales para incitar al odio y a la violencia por cuestión de género y como una forma más de la violencia de género.

La cuestión no es sólo que la ciudadanía se convierta en mera consumidora y objeto de la tecnología o que la tecnología se convierta en un instrumento en sus manos, sino que por medio de la tecnología se incremente y perpetúe la discriminación por razón de género, o peor aún, que se emplee para permitir perpetuar en el espacio y el tiempo los delitos de odio y la violencia de género.

Todos debemos trabajar para erradicar cualquier forma de violencia de género en tanto que la misma supone la forma de discriminación de la mujer más deplorable. Y para ello debemos hacer hincapié en formación y en capacitación del uso de la tecnología no sólo desde el punto de vista ético, buscado un uso ético y responsable. Debemos enseñar valores y justicia social en el entorno tecnológico.

NOEMI BRITO: Como consejo principal, insistiría en la importancia de incidir en la formación y la concienciación social sobre el impacto de nuestras acciones sobre los derechos propios y los de terceros, y no sólo desde los centros educativos, así como activar y desarrollar de forma efectiva todos los Planes y previsiones contenidas en la vigente normativa.

También denunciar cualquier abuso o vulneración en este ámbito, a través de los canales oficiales habilitados al efecto, incluido, si procediera, el Canal prioritario de la Agencia Española de Protección de Datos para comunicar la difusión de contenido sensible y solicitar su retirada. En definitiva, propiciar una educación que promueva un uso de los medios digitales seguro y respetuoso con la igualdad de género y la libertad y, con ello, orientada a la disminución eficaz de las brechas existentes en el ámbito digital.

También me parece interesante desarrollar, sin mayor demora, el estudio que se apunta en la Carta española de Derechos Digitales sobre el impacto en el desarrollo de la personalidad de personas menores derivado del acceso a entornos digitales, con especial atención a sus efectos en la educación afectivo-sexual, las conductas dependientes y la igualdad, la orientación sexual e identidad de género. Todo ello al objeto de definir cuanto antes un Plan de Acción coherente y realista a estos fines.

Mª CARMEN ROMERO: Según el último estudio anual de Hootsuite (2021) sobre el uso de las redes sociales, el número total de usuarios activos en las redes sociales asciende a 4.550 millones, lo que supone un 57,6 % de la población total mundial. En España, según el Estudio Anual "Redes Sociales 2021", el 85% de los internautas de 16 a 70 años utilizan redes sociales, lo que supone 27 millones de personas. Esto debe servirnos para hacernos una idea de la dimensión de este fenómeno.

En España, prácticamente la mitad de los usuarios de redes sociales se ha planteado dejar de utilizar una red por miedo a que se filtre información personal, sin embargo, sólo un 11% ha dejado de utilizarla finalmente.

Efectivamente, como mencionaba antes, este nuevo paradigma de sociabilización provoca nuevos comportamientos en las personas. Por ejemplo, las relaciones románticas y sexuales se han transformado radicalmente en las últimas tres décadas debido a la proliferación de tecnologías de comunicaciones digitales, tales como el correo electrónico, los mensajes de texto, los teléfonos inteligentes, los emoticonos, las cámaras web, los sitios web y las aplicaciones de citas, la mensajería instantánea, las videollamadas y las redes sociales. Estas tecnologías permiten a las personas buscar, comenzar, mantener, o poner fin a las relaciones íntimas de formas radicalmente nuevas e innovadoras. A pesar de que muchas personas experimentan estas interacciones íntimas como divertidas, emocionantes y positivas, estas mismas tecnologías se pueden utilizar con fines maliciosos. De hecho, estudios científicos confirman que el uso de tecnologías digitales es cada vez es mayor en las tácticas y estrategias del infractor de violencia doméstica, y las investigaciones señalan que el cara a cara entre el agresor y la víctima en la violencia íntima de pareja ya no es predominante.

Otro ejemplo son las redes sociales asociadas a los videojuegos online. Según el estudio "Género, Gamers y Videojuegos" (2020), la representación de las mujeres en los videojuegos viene dada por la objetivación sexual (prostitución, cosificación, tipo de vestimenta, sonidos de carácter sexual), por la violencia (prostitución, sumisión, torturas, violaciones, maltratos, insultos, acoso, esclavismo, discriminación y machismo), por la ausencia de mujeres como protagonistas de los videojuegos, y por la dependencia (necesidad del hombre, indefensión, inocencia e incapacidad). También se destaca en el estudio que el 36,4% de las mujeres encuestadas afirma haber sido insultada en el transcurso de una partida de videojuego online con comentarios machistas ("puta" y "vete a fregar", "cocinar" o "limpiar" son los insultos y frases más referidas por ellas), y en el 92,5% de los casos las mujeres señalaron la necesidad de eliminar situaciones de discriminación en el mundo de los videojuegos. No se trata de que las mujeres cambien su comportamiento o actitud si deciden jugar a los videojuegos (ponerse un alias masculino o silenciar su micrófono),

Las redes sociales se han convertido en vidas paralelas en las que parece que existe inmunidad para poder insultar, denigrar, amenazar y acosar, especialmente utilizando el sexo en sus diferentes vertientes. Existen diversas formas de lo que se denomina ciberviolencia contra mujeres y niñas (el ciberacoso o stalking, la pornografía no consentida o “venganza pornográfica”, tildar de prostituta, la pornografía no solicitada, la extorsión sexual o sextorsión, las amenazas de violación y de muerte, y el doxing). Los datos siguen siendo escasos y es difícil saber el porcentaje de víctimas de la ciber violencia y, aunque se está avanzando, muchas de estas situaciones siguen si ser delitos. Por otro lado, muchas víctimas de violencia sexual no identifican sus experiencias como tales: si utilizan la violencia y/o intimidación para mantener un contacto sexual que no deseas, es una agresión sexual; si sufres contactos sexuales sin tu consentimiento y sin que medie violencia y/o intimidación, por ejemplo valiéndose de tu cariño o confianza, es un abuso sexual; y si te piden un favor sexual en el ámbito laboral o docente, provocándote una situación objetivamente intimidatoria, hostil o humillante es un acoso sexual.

Los obstáculos para identificar una situación de violencia de género o ciberacoso están muy relacionados con la normalización de las situaciones (“es normal, que tu chico quiera saber dónde estás y qué haces”; “Me lo dice porque es 'mi chico', tiene derecho…”), la justificación (“es que me quiere tanto… yo también le pregunto… hoy tiene un mal día.”, “No eso es una 'broma' los chicos son así”) y la minimización (“no cuesta contestar”… “bueno, no es para tanto…”) de comportamientos de dominancia-control-sumisión entre las mujeres que, dentro de su marco conceptual de amor romántico, los consideran como “normales”. Conocer cómo se inicia y detectar estas primeras señales de alerta es indispensable para poder poner freno antes de que las secuelas psico-emocionales-físicas e incluso sexuales, impidan a la mujer escapar de esta situación de maltrato que, en la mayoría de las ocasiones, conlleva la violación continuada de su derecho a la privacidad.

Conocer las principales características de la violencia sexual facilitada por la tecnología, nos permite hacernos conscientes de los riesgos que suponen para nuestra privacidad y nos permite tomar medidas de evasión o mitigación:

• La violencia sexual a través de las tecnologías es más sutil y no necesita cercanía ni contacto físico.

• El efecto de la violencia sexual facilitada por la tecnología tiene mucho mayor alcance e impacto. Llega antes y permite que sea sostenida en el tiempo.

• La información está disponible de forma instantánea.

• El agresor puede esconderse en ellas, pudiendo ocultar su identidad, utilizando un perfil falso o llevando a cabo prácticas que, si no son ilegales, sí que podrían tildarse de alegales.

• La víctima está más desprotegida que en cualquier otra forma de violencia, pues no sabe cómo ni cuándo se va a producir al agresión.

• La consecuencia más grave de este tipo de violencia es la falta de control de la privacidad, ya que una vez las imágenes, audios o datos se publican en Internet su difusión es exponencial y no hay vuelta atrás.

• Las redes sociales facilitan un mayor daño a la víctima por sobreexposición.

• La violencia que antes quedaba circunscrita a la esfera personal, ahora se abre a todo el que lo quiera ver, quedando expuesta de forma ininterrumpida, permanente y totalmente impune ante todo aquel que tenga acceso a la red social o al espacio virtual donde se produce. Esto provoca que la víctima sufra un menoscabo de su imagen, su prestigio y su posición en la sociedad también en la esfera pública.

Este fenómeno requiere, pues, una orquestación social que permita desarrollar estrategias de prevención para identificar y desafiar las normas sociales basadas en el género y la sexualidad y las prácticas culturales que subyacen al estigma que se dirige a las víctimas, para redirigir la responsabilidad hacia los perpetradores, para alentar y proporcionar herramientas que llamen a la acción y a la concienciación a las personas que actúan como espectadores, y para crear conciencia sobre nuevas opciones legales y de apoyo.

Afortunadamente, el Proyecto de Ley Orgánica de Garantía Integral de la Libertad Sexual aprobado el pasado mes de julio, pretende abordar el debate de la violencia sexual desde la prevención, detección temprana, denuncia y asistencia a las víctimas. En su ámbito de aplicación se presta especial atención a las violencias sexuales cometidas en el ámbito digital, lo que comprende la difusión de actos de violencia sexual a través de medios tecnológicos, la pornografía no consentida y la extorsión sexual.

LLP: En esta línea, ¿Cómo debería plantearse desde la educación, básica y superior, la explicación del papel de la mujer en la sociedad y en el ámbito profesional más concretamente?

CECILIA ÁLVAREZ: No creo que la educación sea sólo una cuestión de la escuela reglada: empieza en casa. Sin perjuicio de lo anterior, considero que la educación reglada tiene un papel muy importante que desempeñar en (i) no perpetuar estereotipos de género en cuanto a las habilidades cognitivas y físicas de los alumnos, que definirán sus futuras aspiraciones profesionales, (ii) no fomentar la construcción de la (necesaria) conciencia feminista basándose en el odio a los hombres ni en asociarla a una ideología política; y (iii) visibilizar la contribución de las mujeres a los ámbitos de la ciencia (#NoMoreMatildas), de la literatura y el arte.

Un libro de “cabecera” que sugeriría incorporar a la enseñanza reglada es el libro de Chimamanda Ngozi Adichie, “Querida Ijeawele. Como educar en el feminismo” así como el TED talk de la misma autora “We should all be feminists - Bing video”. En el libro citado, la autora dirige una carta a una joven madre con quince consejos para educar en el feminismo. A través de ellos, reivindica la formación de los hijos en la igualdad y el respeto, el amor por los orígenes y la cultura. Es una clara invitación a rechazar estereotipos, a abrazar el fracaso y a luchar por una sociedad más justa. Algunos de estos consejos ilustran el tono del libro:

• “Enséñale a tu hija que los roles de género son una solemne tontería. No le digas nunca que haga algo o deje de hacerlo porque sea una niña”.

• “En lugar de enseñarle a tu hija a agradar, enséñale a ser sincera. Y amable. Y valiente. Anímala a decir lo que piensa, a decir lo que opina en realidad, a decir la verdad. [...] Dile que, si algo la incomoda, se queje, grite.»

• “Háblale de sexo y empieza pronto”.

Asimismo, la escuela y la universidad parecen lugares apropiados tanto para abordar cuestiones tan graves como la violencia contra las mujeres como para poner en marcha becas -paritarias y basadas en el mérito académico- en el ámbito de la ciencia y de public policy. Creo que iniciativas en este sentido como las que lleva desarrollando desde hace más de 100 años Zonta Internacional (Home (zonta.org)) podrían ser claramente inspiradoras en este terreno.

Finalmente, en el ámbito profesional, constituyó un cambio relevante para mí el poder trabajar en organizaciones donde la diversidad en materia de género no era una cuestión meramente cosmética sino el resultado de una acción consciente del que se deben rendir cuentas a una Dirección comprometida y dónde hablar de tu familia --siendo mujer-- no era interpretado como un signo de “falta de compromiso profesional”. Siendo jóvenes profesionales, es esencial tener claro (ellos y ellas) y poder tener confianza (ellas) que la condición de mujer no determina un techo profesional y que cuenten con “role models” tanto femeninos como masculinos en los puestos de poder (y que los femeninos no constituyan una excepción).

MÓNICA ARENAS: Debemos ser conscientes que la transformación digital tiene sus efectos a todos los niveles de manera global. Es en las etapas más tempranas de nuestra vida, en nuestro proceso de formación como personas, donde se tiene que enseñar un uso equilibrado y responsable de los entornos digitales para garantizar un correcto desarrollo personal. El ser nativo digital no implica saber usar la tecnología de forma responsable y respetuosa con los demás.

Además, está claro que las desventajas en el ámbito educativo se traducen en una falta de capacitación y, por lo tanto, en una falta de oportunidades para acceder al mundo laboral y, en este caso, al mundo digital. Por eso, debemos hacer hincapié en este punto. No sólo en formar a nuestros menores en las escuelas, sino desde casa, y formarles no sólo en acceso, sino en su uso, y, sobre todo, lo que creo más importante, involucrándoles, especialmente a las niñas, en el proceso de creación y diseño de tecnología.

Y esto mismo se produce en las etapas de la adolescencia donde no podemos olvidar la necesidad de sentirnos queridos por el grupo, la necesidad del refuerzo social. Y aquí nos encontramos con lo que se conoce como el efecto Pigmaleón de reproducir roles sociales para no sentirse diferente y no aceptado por el grupo, por lo que se actúa como se cree que socialmente se espera que actuemos. Y por ello, las niñas hacen “cosas” de niñas y los niños hacen “cosas” de niños. Y esto es así por falta visibilidad de mujeres en el mundo de la ciencia y la tecnología --esto es la falta de referentes entre los más jóvenes-- y, por el hecho de que las mujeres que aparecen en las redes sociales o Internet aparecen claramente “cosificadas”, lo que además las hace aparecer como interlocutores que no tienen nada inteligente o interesante que añadir y, por lo tanto, que no están en igualdad de condiciones que los hombres. No se las toma en serio. Y esto al final se traduce en el papel que las mujeres tienen en la sociedad y en su participación en la misma. No son consideradas interlocutoras en condiciones de igualdad que los hombres con los que comparten sociedad.

Hay que visibilizar el papel de las mujeres y reforzar su participación en puestos donde se tomen decisiones que afectan al conjunto de la sociedad. Por ello, hay que fomentar la vocación en ciencia y tecnología y fomentar los liderazgos femeninos, visibilizando los logros, aportaciones y la imagen de la mujer no estereotipada, sino en cargos de liderazgo y representación y como creadoras o generadoras de contenido científico y tecnológico.

NOEMI BRITO: En coherencia con lo anterior, creo que esta formación debería permitir a las niñas y mujeres poder desarrollar plenamente sus capacidades y talento, romper con los tradicionales estereotipos acerca del rol que estas deben jugar en la sociedad actual y, por supuesto, ser capaz de mostrar nuevas sendas por las que transitar dónde la conciliación personal, familiar y personal no debería percibirse como un lujo o reto inalcanzable por nadie, sino como la auténtica “nueva normalidad”. Que refuerce la idea de que, en realidad, no hace falta demostrar nada a nadie, ni tan siquiera a ellas mismas, impulsando con ello entornos más racionales, coherentes, igualitarios, críticos y plurales.

Mª CARMEN ROMERO: La educación es la herramienta más potente que tenemos a nuestro alcance para luchar contra esta lacra, de eso no me cabe la menor duda. La carencia de competencias digitales en general, y en particular en las mujeres, creo que es uno de los puntos nucleares a trabajar, ya que afecta no sólo a la economía sino también a la sociedad en su conjunto, provocando situaciones de marcada desigualdad para aquellas personas que no tienen acceso a la formación y al uso de las tecnologías de la información. La Comisión Europea lleva ya más de una década trabajando en este sentido, desarrollando un marco de referencia para las competencias digitales de los ciudadanos y de las instituciones educativas. En España, el Ministerio de Educación y Formación Profesional ha adoptado este marco de referencia para el diagnóstico y la mejora de las competencias digitales del profesorado, a través del Instituto Nacional de Tecnologías Educativas y de Formación del Profesorado (INTEF).

En todo caso, los planteamientos desde la educación, tanto la básica como a superior, deben ser integrales e inclusivos para construir nuestras certezas basadas en los derechos fundamentales de las personas.

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