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Carlos B Fernández. Blockchain es una de las tecnologías más prometoras del actual panorama jurídico-tecnológico. Por ello, su carencia de regulación plantea interesantes desafíos jurídicos. Uno de los más relevantes es, dado su carácter de organización descentralizada, carente por tanto de un núcleo central de decisión, cómo atribuir la responsabilidad derivada de las consecuencias que se deriven de su utilización.

Este carácter “descentralizado”, según el cual la información contenida en la cadena de bloques está distribuida y replicada en múltiples nodos de la red, ofrece ventajas como permitir contar con sistemas de gran tolerancia a fallos, evitar los silos de información múltiples, facilitar la compatibilidad de sistemas y la colaboración entre organización y garantizar la inmutabilidad de los registros, pero dificulta esa atribución de responsablidad.

Para explicar los diversos problemas jurídicos que se plantean en torno a estos conceptos de descentralización y responsabilidad, Blockchain Intelligence, centro de análisis, estudio y difusión de esta tecnología, organizó recientemente en Madrid una sesión de trabajo con la profesora de la St. Mary’s University School of Law de San Antonio, Texas, Angela Walch, una de las más reputadas expertas mundiales en esta materia, quien fue presentada por Almudena de la Mata, presidenta del Instituto Jurídico de Blockchain, Blockchain Intelligence.

"Descentralizado". Un concepto omnipresente pero difuso

Según la profesora Walch, la responsabilidad y la necesidad de rendir cuentas por lo hecho (accountability), son conceptos críticamente importantes en esta disciplina y que, cuando se trata de bitcoin y otras criptomonedas basadas en Blockchain obliga a preguntarse quién controla los procesos subyacentes.

De hecho, añadió, prácticamente todas las descripciones de criptoactivos o tecnologías de cadenas de bloques incluyen el adjetivo “descentralizado'', lo que hace que la “descentralización" sea vista como una característica central de los sistemas de cadenas de bloques, y casi como uno de sus ingredientes mágicos.

En este contexto, el término "descentralizado", que se utiliza generalmente para describir cómo opera el poder sobre estos sistemas, traslada la idea de que se trata de un poder difuso. Algo que, subrayó Walch, es de “importancia crítica”, ya que nuestro entendimiento sobre cómo se ejerce el poder en el seno de estos sistemas conformará el sistema de valoración de riesgos, atribución de responsabilidad y rendición de cuentas, es decir, prácticamente todas las determinaciones legales que tomemos sobre ellos.

Sin embargo, continuó, “nadie sabe lo que significa ‘descentralizado’, más allá de que se trata de muchas partes que intervienen en el proceso y que se relacionan entre sí”.

"Descentralizado" no significa “sin ley”

Para empezar a aclarar conceptos, añadió la profesora Walch, conviene tener en cuenta que "descentralizado" no tiene el mismo significado que "distribuido", pues en el entorno informático en el que se mueven estos conceptos, “distribuido” solo significa dividido en partes, mientras que “descentralizado” supone que las diferentes partes que componen un todo tienen autonomía (por ejemplo, los desarrolladores de Blockchain pueden tomar sus propias decisiones).

Es decir, estamos ante un concepto fluido y cambiante, ideal y aspiracional que puede ocultar tanto a quien ejerce realmente el poder como a quien pretenda romper las reglas. En el primer caso, si este concepto se asocia a ausencia de una persona o entidad que tenga el control, ello significa que a nadie se le pueden exigir cuentas. Y, en todo caso, la descentralización no puede utilizarse como excusa para romper las reglas. De hecho, añadió, no sería justo para todas las partes que intervienen en la cadena que un sistema fuera enteramente descentralizado.

Por ello, el uso del término "descentralizado" y "descentralización", en su acepción actual, está siendo muy cuestionado, por inducir a error sobre el funcionamiento real de estos sistemas, algo que obliga a avanzar en su análisis (“we need to look harder”).

Ejemplos en casos de crisis

A este respecto Walch ofreció diversos ejemplos de casos en los que la posibilidad de considerar a Bitcoin y Ethereum, ambas critpomonedas basadas en Blockchain, como instancias descentralizadas, resulta cuestionable, al haberse puesto de manifiesto unas claras situaciones de poder sobre la cadena de bloques.

Así, por lo que se refiere a Bitcoin, recordó la actualización de software de marzo de 2013 (March 2013 Hard Fork), que provocó una bifurcación no intencionada de la red que hizo que los nodos de la misma utilizaran diferentes versiones del programa, dividiéndolo en dos. En este caso, los desarrolladores principales del sistema decidieron unilateralmente cual de ellas debía continuar usándose.

Igualmente, en septiembre de 2018, se advirtió un error crítico en el software que, por una parte, permitía un ataque de denegación de servicio (DOS) que podía afectar a la seguridad del sistema, pero, mucho más gravemente, también podría permitir a un usuario crear bitcoins de la nada, por encima de los 21 millones que el sistema tiene fijado como límite. Un inflation bug que podría haber sido devastador para la confianza del público en esta criptomoneda. Un reducido grupo de desarrolladores clave hizo saber que se había tomado la decisión ("the decision was made") de parchear inmediatamente el problema, a la vez que se revelaba la vulnerabilidad menos grave de denegación de servicio en primera instancia solo a los mineros, a las empresas y a otros afectados, ocultándose al público general la opción más grave hasta tres días después.

Por lo que se refiere a Ethereum, destacó la reunión secreta de desarrolladores, celebrada en Praga en otoño de 2018. Esta reunión fue solo por invitación y, además, desviándose de la práctica habitual de este tipo de meetings, no fue transmitido en vivo. Cuando se supo de su celebración, no tardaron en surgir acusaciones de centralización y toma del poder por parte de los organizadores.

Finalmente, el reciente ataque de enero de 2019 contra Ethereum Classic puso de manifiesto el poder que los mineros dominantes ejercen sobre estas redes, y el de marzo de este mismo año, como consecuencia de un bug del programa que supuso el riesgo de otra inflation bug, fue gestionado por un muy reducido grupo de desarrolladores.

¿Cómo definir el sistema de responsabilidad en este contexto?

En opinión de Walch, es posible que en todos estos casos los desarrolladores actuaran de forma responsable, pero el hecho de intervenir muy poca gente en la toma de decisiones, pone de manifiesto el gran poder que tienen los desarrolladores. Estos son depositarios de la confianza (fiduciaries) de muchas personas que utilizan estas aplicaciones, y son también los responsables de protegerla.

Por ello, concluyó Walch, es necesario repensar el paradigma de la responsabilidad y de la rendición de cuentas en este contexto, ya que no puede basarse en la simple atribución de responsabilidad al desarrollador.

A este respecto destacó la importancia de establecer un diálogo entre los juristas y los técnicos, pues muchos análisis legales sobres estas tecnologías están basadas en una mala comprensión por parte de los juristas sobre sus principales conceptos. Una situación agravada por la rápida evolución de la tecnología que en numerosas ocasiones dificulta su comprensión. Por ello, advirtió, si la inestabilidad continúa, puede que la regulación tarde en llegar.

En todo caso, advirtió, hace falta fijar prioridades para encauzar una política adecuada que no pierda de vista la importancia del factor ético en el desarrollo del código.

A este respecto Almudena de la Mata, que reconoció la existencia de una oligarquía tecnológica en este sector, añadió que no es necesario reinventar la rueda ni partir completamente de cero a la hora de definir el sistema de gobernanza del mismo. Es preferible, indicó, un acercamiento no dogmático, pero que evite los tópicos y que deje tiempo al sistema para desarrollarse. Una tarea para la que la estandarización del código informático aplicado podría resultar muy útil y para la que Angela Walch recomendó, por último, utilizar la imaginación.

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