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Por Vicente Magro Servet

Magistrado de la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo

Doctor en Derecho con la tesis doctoral dirigida por Vicente Gimeno

El pasado domingo 22 de noviembre nos despertó a todos con una noticia que nunca podríamos esperar, porque cuando la muerte viene tan pronto a personas sobre las que nunca piensas que vas a perder, resulta muy difícil asumir la temprana muerte de un gran amigo y un admirado jurista.

Por ello, la noticia de la muerte de Vicente Gimeno Sendra en la noche del sábado 21 de noviembre será una fecha difícil de olvidar, y que al mundo del derecho le costará mucho recuperarse de la pérdida de la marca personal que Gimeno Sendra había conseguido aplicar. Porque leer su nombre en unas líneas doctrinales nos llevaba a entender que ese documento era de obligada lectura para ver lo que el maestro decía, como muchos de sus discípulos le solíamos llamar.

Hay personas que dejan una impronta en su vida imposible de olvidar. No pasan por la vida de puntillas, sino todo lo contrario. Pisando fuerte. Y él no era nada vanidoso y se caracterizaba, -y eso le hacía más grande- por la sencillez con la que vivía la ascendencia que producía en quien le rodeaba. Sabía que era “un grande del derecho”, pero no le daba importancia, que es lo que hace más grandes a los “genios”. Tenía una gran cantidad de discípulos y juristas que hemos contado con su apoyo en dirección de tesis doctorales, Master impartidos, enseñanzas en sus manuales y artículos doctrinales, así como en la Universidad de Alicante y en la UNED, en las que impartió su docencia. Porque Gimeno Sendra se ha convertido en una marca comercial en el derecho, y es más que un nombre para convertirse en una “referencia” obligada, y que se traslada a la implantación de una forma de ver la vida cuando el derecho forma parte de una forma de expresarte, de relacionarte y de hacer del estudio jurídico una virtud que se manifiesta por la gran facilidad de transmisión de sus conocimientos que él tenía, y que ha servido para que tenga una grandísima legión de seguidores, como se evidencia por la gran cantidad de profesionales que citan en sus artículos y estudios doctrinales los comentarios de Gimeno Sendra. Y es que, hoy en día, resulta muy difícil, - imposible- hablar de derecho procesal sin que la cita de Vicente Gimeno aparezca en las notas de bibliografía.

Recuerdo cuando se aprobó la Ley 1/2000 de Enjuiciamiento Civil (LA LEY 58/2000) cuando en Alicante formamos un grupo de trabajo del que era parte integrante en su comité Vicente Gimeno y en el que con la marca de Wolters Kluwer elaboramos un manual de preguntas y respuestas para que, cuando entrara en vigor la nueva LEC (LA LEY 58/2000) que ahora estamos aplicando desde hace ya 20 años, hubiera una herramienta, a modo de Vademécum, que permitiera una aplicación sencilla y práctica de esta Ley procesal civil (LA LEY 58/2000). Una obra que se distribuyó por todo el país gracias a la aportación de Wolters Kluwer que permitió distribuir un manual práctico para la aplicación de la ley procesal, en la que la opinión de Vicente Gimeno era básica en cada pregunta y respuesta.

Posteriormente coordinó un equipo en el que nos llamó a muchos juristas para colaborar con él en la elaboración del conocido Proceso Civil Práctico de Wolters Kluwer, que ha sido santo y seña, también, en la aplicación de la LEC.

En el año 2003 le solicité si podía dirigirme la tesis doctoral y, de nuevo, el sí estuvo en su boca para permitirme hacer una tesis doctoral sobre la violencia de género, que me publicó, bajo su dirección, Wolters Kluwer bajo el título Soluciones de la sociedad española ante la violencia que se ejerce sobre las mujeres. La coordinación y dirección de Gimeno en cualquier obra jurídica daba a su contenido la potestas y autoritas con la que él ejercía su magisterio y sus enseñanzas. De lo que decía o escribía no sobraba una línea o una palabra. Todo tenía un sentido, y la construcción de sus argumentos demostraba que hacía fácil algo tan difícil como dar una respuesta jurídica a la interpretación correcta que debe seguirse. Cuando opinaba acerca de cómo se debían arreglar los problemas de la justicia sabías que lo que decía era “la verdad”, porque a los maestros como él la discusión de su afirmación era impensable.

Por todo ello, la pérdida de un jurista como él tiene un absoluto signo de irreparabilidad, porque la semblanza, el saber estar, la virtud de transmitir su ciencia jurídica y la ascendencia que practicaba en todos los juristas constituye una forma de ser y de estar en la vida que pocas personas tienen, por lo que su ausencia costará muchísimo de rellenar.

Cuando un jurista se adentraba en el estudio de alguna cuestión procesal, la consulta y la opinión de lo que al respecto decía Gimeno Sendra era un referente obligado antes de construir cualquier idea en un artículo doctrinal, a sabiendas de que esa referencia era una consulta obligada a la hora de enfocar cualquier interpretación de una norma jurídica.

Vicente Gimeno se ha ganado la simpatía y la querencia de todos los que amamos el Derecho, porque lo ha sentido como un hijo más, y al que le ha dedicado toda su vida, demostrando con su actitud la pasión con la que se tienen que ejercer las actividades para que den los resultados que a Vicente Gimeno le han dado. Pero no para apropiarse de los mismos, sino para regalárselos a la sociedad y a todos los juristas, porque Gimeno Sendra lo hacía todo para aportar su virtud a la ciencia jurídica.

Por todo ello, nada hubiera sido igual sin la presencia de Vicente Gimeno en el mundo del derecho y… nada volverá a ser igual con su ausencia. Descansa en paz gran amigo.

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