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Ana Belén Corral y Ana M. Gómez.- Vicente Magro, Magistrado del Tribunal Supremo de la Sala de lo Penal y uno de los autores más prolíficos del panorama nacional, se embarcó en el año 2017 en el apasionante mundo de la novela. Desde entonces y hasta la fecha, tres títulos han visto la luz: Te querré solo para mí , Parejas cruzadas y Maldad inconfesable .

En todas ellas, Vicente Magro trata, con un lenguaje coloquial y cercano, situaciones y delitos que bien pudieran ser cualquiera de los casos a los que se ha enfrentado en su larga trayectoria como Magistrado. Hemos hablado con él sobre su última novela, Maldad Inconfesable, sobre las razones que le llevaron a iniciar esta carrera de autor de ficción, y sobre algunas de las cuestiones jurídicas que se derivan de los temas tratados en sus novelas.

— Más de 30 años formando parte de la Carrera Judicial, Magistrado de la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo desde el año 2018, además de autor de incontables libros y artículos doctrinales, ¿qué le llevó en el año 2017 a iniciar su camino como escritor de novela con su primer título Te querré solo para mi?

Había hecho la tesis doctoral en el año 2005, dirigida por mi buen amigo y admirado Vicente Gimeno Sendra, sobre el ámbito multidisciplinar de la violencia de género, y quería buscar la forma de enfocar esta temática para que llegara más a quien la sufre, y a la población en general, que sin tener una formación jurídica pudiera leer lo que quería transmitir. Y encontré en la novela un vehículo idóneo y apropiado para que no solo el jurista, sino el público en general, pudiera llegar a comprender la realidad de una forma de violencia silenciosa y no física, como es el maltrato psicológico. En esta primera novela, la víctima es una letrada especializada en divorcios que, sin ser consciente de ello, estaba sufriendo este tipo de maltrato.

Escribir es algo innato a un jurista y, por eso, no es complicado situarse frente al ordenador. Pero escribir novela era algo que siempre me había apasionado desde muy joven. Admiraba la capacidad de los autores de inventar un guión, una historia, e ir reflejando la secuencia de hechos sobre el papel blanco que pone ante tí, antes, la máquina de escribir y ahora un ordenador. Ahora bien, escribir una novela es muchísimo más complicado que escribir un libro técnico, para lo cual cada uno en nuestro trabajo nos hemos formado y preparado. Escribir una novela requiere de mucha serenidad e imaginación, porque, como yo digo, estás «creando el hecho probado», y tienes que rellenar la historia de personajes con sentido, que se van relacionando unos con otros, con una historia que sea creíble y que se siga con interés. Yo, personalmente, no tenía en mente cómo iban a desarrollarse los capítulos siguientes a aquél que escribía. Todo surgía conforme iba avanzando la historia. Pero es un género muy complicado, al que hay que dedicarle muchas horas, que en otras situaciones son de descanso o de ocio. Pero al final los sacrificios merecen la pena desde el punto de vista personal. Lo importante es dedicarle cada día muchas horas al trabajo, y muchos fines de semana. Pero aún más importante es considerar que esas horas están dedicadas no a trabajar… sino a hacer lo que te gusta. Por ello, no te molesta si al final de la semana has estado 60 horas trabajando. Yo se lo vi hacer siempre a mi padre y lo aprendí de él. Era ingeniero y amaba su trabajo, y eso me lo transmitió. Murió con 61 años tan solo y sin que lo esperáramos, pero me dejó un gran legado por el que siempre le estaré agradecido.

Yo tenía claro que el jurista llega a su sector reducido cuando escribe de Derecho, pero la novela llega a un público más amplio, al que puedes hacer ver problemas que existen en la sociedad. Se trataba de ponerse frente a la pantalla en blanco y buscar la inspiración suficiente para trasladar una historia interesante y humana. Y está claro que para buscar esa inspiración, lo mejor es «ponerse delante del ordenador». No podemos estar esperando a que nos llegue por arte de magia. Cuantas más horas trabajamos, más nos inspiramos. no hay nada como encender el ordenador y ponerse a hacer lo que tenemos que hacer para que «la inspiración nos llegue». Desde luego, con el ordenador apagado nunca nos llegará en ninguna de las actividades a las que nos dediquemos en la vida.

Era cuestión, por tanto, de «abrir el melón» y ya han salido tres libros: Te querré siempre para mí, sobre el maltrato psicológico, Parejas cruzadas, un thriller de acoso, y Maldad inconfesable, novela policíaca sobre el caso de un violador en serie que tiene aterrorizada a una ciudad entera.

— Todo ello junto a su incansable labor doctrinal. ¿Cómo compagina esta actividad con su tarea en la Sala Segunda del Tribunal Supremo?

Es cuestión de que te guste mucho tu trabajo. Punto primero. Y punto segundo meterle muchas horas. Cuantas más mejor. Yo suelo trabajar unas 60 horas a la semana. Los milagros no existen, y la conjunción de ambos factores (pasión y esfuerzo) es la clave. A mí me apasiona mi trabajo, y estar en el Tribunal Supremo es lo más grande para un jurista. La dedicación a nuestro trabajo debe ser máxima, habida cuenta de la alta responsabilidad que tenemos. Y no solo es trabajar y echarle horas, sino hacerlo con calidad. Además, el altísimo nivel de los compañeros que trabajan en el Tribunal Supremo es un estímulo para todos los que llegamos allí. Hace ya tres años que me incorporé y es un verdadero lujo formar parte del equipo que preside Manuel Marchena, con el altísimo nivel de todos los compañeros y compañeras que en la Sala de lo Penal ejercen su función, así como en el resto de las Salas. Hay mucha competencia para llegar aquí, pero todo el que lo hace es porque tiene detrás muchas horas de trabajo y mucho esfuerzo y dedicación. El nivel es altísimo y se evidencia en la elevada calidad de la jurisprudencia que sale del Tribunal Supremo español. Estar allí es estar en el mejor equipo, y la altísima calidad de sus miembros es un acicate diario para todos, en una firme asunción de la alta responsabilidad contraída.

Compaginar esta actividad con la de escribir novela no supone mayor esfuerzo que el que supone buscar las horas que restan después de que el trabajo profesional esté ya hecho, y esos momentos de vacaciones, o fines de semana, en los que, en lugar de descansar, te vuelves a poner delante del ordenador. La mayor parte de las dos últimas novelas, Parejas cruzadas y Maldad inconfesable las escribí en las dos últimas vacaciones de verano, en los que los días son más largos, y la tranquilidad de poder dedicarte solo a eso, te permite escribir novela. Además, cuando te gusta lo que haces, y en este caso era escribir las novelas en mi tiempo de ocio, no te duelen prendas en ponerte frente al ordenador. Por otro lado, escribir estas dos historias me servía para «oxigenarme» de la rutina diario de todo el año. En cualquier caso, la temática estaba relacionada directamente con mi trabajo, por lo que las páginas salían más rápido al conocer directamente la problemática.

— Como nos explica, sus novelas cuentan historias de violencia de género, acoso, y violencia sexual. Todas ellas tienen, por tanto, como hilo conductor, diferentes delitos en los que la nota común es la violencia que se ejerce sobre las mujeres. ¿Por qué ha elegido estos temas? ¿Cree que pueden servir para concienciar a la sociedad sobre esta grave problemática?

Debo dejar claro que las historias son inventadas. No hay nada basado en un hecho real. Sí que soy consciente de que algún lector o lectora pueda haber conocido algún hecho semejante, porque las historias narran hechos que se dan con frecuencia en nuestra sociedad. Pero es todo producto de la imaginación. En cualquier caso, son temas, los tres, que quería «novelar» y, por descontado, hacer ver con este género la problemática que existe en torno a los fenómenos violentos.

Sí que es cierto que me han pasado anécdotas curiosas. Algunas personas me han llegado a decir que, tras leer la novela, sobre todo las dos primeras, claro está, tenían la sensación de que había contado sus vidas. Y una persona en concreto me dijo que hasta el nombre era el mismo. Aunque en principio me sorprende, si reflexionas eres consciente de que justo ése era el objetivo, llegar a las personas, narrándoles hechos que se repiten con frecuencia en la sociedad. El caso es que muchas veces no somos conscientes de la reiteración con que se cometen actos como los que se narran en las tres novelas, y sí que es verdad que en las tres se describe la violencia como un fenómeno demasiado implantado y extendido en la sociedad.

— Uno de los personajes de su última novela se refiere en un momento dado al impacto psicológico que estos delitos tienen en las víctimas («…no te das cuenta del daño psíquico que a una mujer le supone que le agredan sexualmente»). ¿Es el daño psicológico la consecuencia más dura que sufren las víctimas de delitos?

Para empezar, hay que destacar que una cosa es que se reflejen estos hechos en las novelas, y otra, que es evidente que la presunción de inocencia es la regla general que debe aplicarse, obviamente, ante todo caso en que se denuncie un hecho. La novela es otra cosa, porque se parte de la realidad delictiva de los hechos. En esa ficción novelada, los hechos probados han ocurrido y hay un autor, y lo que se intenta es hacer creer al lector que esto es verdad. Y en este escenario, los delitos que se tratan en las tres novelas desencadenan un gran daño psicológico en las víctimas, aspecto que los anglosajones reflejan con claridad en sus procesos penales con lo que ellos denominan victim impact statement, y que hemos reflejado recientemente en una Sentencia del Tribunal Supremo del 16 de diciembre (LA LEY 183487/2020) , como el ámbito de impacto real que el delito provoca en las víctimas, porque estas «no son de hierro» y hay que averiguar en qué medida la victimización produce una afectación en las víctimas de los delitos y en su posterior desarrollo vital. Para proteger a las víctimas, hay que valorar frente a qué delito estamos, y cómo se cometió, para poder examinar las consecuencias de futuro en el sujeto pasivo del delito. Hay supuestos, muchos, en los que se requiere de un tratamiento psicológico para poder volver a la vida anterior. Y en gran medida, en el ataque sexual, el impacto puede ser muchas veces brutal. En la novela queda reflejado en las víctimas.

Maldad inconfesable nos presenta a «un individuo fuera del perfil común de delincuente sexual». Como Magistrado experto en materia de violencia de género, ¿ha podido observar en su larga trayectoria un cambio de perfil en este tipo de agresor?

Había que crear un personaje que se saliera del perfil tipo, porque en caso contrario ello no le daba intriga ni interés a la historia. El objetivo de la novela, como señalan los expertos, es intentar que el lector, cuando la lea, no considere que está leyendo una ficción, sino que se meta en los personajes y llegue a sentir el miedo de las víctimas, y a compartir las dudas que tienen los investigadores respecto a quién puede ser el autor. De suyo, me hizo gracia que muchos amigos, al leer Maldad inconfesable, me escribían a mitad de novela diciéndome quién consideraban que era el culpable. Lo curioso es que ninguno acertó... hasta la fecha. No sé si será bueno o malo. Pero el objetivo era presentar varios personajes y que el lector dudara acerca de quién es el autor..., poniendo varios cebos claro está, que extendieran la creencia de que podía ser cualquiera de ellos.

Pero es cierto que el perfil del agresor puede ser muy diverso, porque no se puede establecer una tipología. El perfil es el de cada caso, el de cada hecho. No hay un perfil concreto. El perfil es el de quien en cada caso comete un hecho que es delito. Es su perfil, y no podemos establecer «trajes» para averigüar quién puede ser, porque ello supondría atentar contra la presunción de inocencia, y ésta es sagrada. Toda persona a la que acusan de algo, es inocente de partida, y esto no puede cambiar, aunque vemos en ocasiones que en la sociedad se pretende alterar este principio. Es algo que determina el éxito o el fracaso de un Estado de Derecho: defender hasta el final el principio de presunción de inocencia, y con ello la protección del sagrado derecho de defensa que ejercen letrados y letradas. Otra cosa es la victimología, pero no se pueden mezclar los escenarios. Cada uno en su «cajón» y su propio ámbito de protección, pero el derecho de defensa y la presunción de inocencia no se pueden sacrificar nunca ante nada y ante nadie.

— A lo largo de su novela tienen un protagonismo destacado los criminólogos. ¿Qué papel cree que deben jugar en las investigaciones policiales y judiciales?

Fundamental. Estamos haciendo un reducido o nulo uso de chicos y chicas que acaban su carrera de criminología y que están muy preparados. La Administración debería abrir plazas para los criminólogos y también para los psicólogos, que pueden ayudar mucho a los órganos judiciales a la hora de analizar a investigados y a víctimas, así como ayudar en la importante misión de evaluar el riesgo en las víctimas del delito, para fijar los cauces de protección que el juez pueda acordar en cada caso cuando el criminólogo y psicólogo han ayudado en el análisis del riesgo. Es preciso incorporarlos a la Administración de Justicia y dotarla de plazas para ellos. Forman un cuerpo de personas muy preparadas y que hay que aprovechar más. Además, sería un gran impulso para los Departamentos en las Universidades de criminología y psicología. Nos hace falta su ayuda y, además, daría puestos de trabajo a muchos jóvenes que lo necesitan. Solo hay que pensar en la cantidad de chicos y chicas que hacen un notable esfuerzo todos los días para sacar sus carreras adelante, es preciso «enseñarles» un futuro en el que puedan ser productivos y eficaces, y en el que puedan ponerle como objetivo. No hay nada más descorazonador que dedicar muchas horas al esfuerzo de acabar una carrera y pensar que «has perdido el tiempo». Y sobre todo cuando, ahora más que nunca, viendo los derroteros a los que está llegando la sociedad, necesitamos a psicólogos y a criminólogos que ayuden a cambiarla.

— «Las leyes están hechas para los delincuentes» «Siempre siguen en la calle». Estas palabras las pronuncia uno de los personajes de su novela, ¿cree usted que es así cómo lo percibe la sociedad?

Bueno, se trata de una novela y de un comentario que se suele decir. Hay que tener en cuenta que lo que ahí se escribía era novelado, no jurídico. Ese es el matiz diferencial. Pero no creo que sea una realidad. Lo que sí es una realidad es que la presunción de inocencia hay que tutelarla igual que la protección a las víctimas, pero en estadios diferentes, para no confundir que protegiendo a un lado desprotegemos al otro. Eso no es así. Hay que proteger los dos principios sin que uno excluya al otro. Las leyes están hechas para ser justas y que se aplique justicia. Y ese es el objetivo. Sin prejuzgar y sin prejuicios.

— Su novela también aborda la tensión existente entre el secreto de las investigaciones y el derecho a la información. ¿Cree que es necesaria una mejor regulación de la publicidad de las actuaciones para garantizar la presunción de inocencia y el éxito de las investigaciones?

El derecho de la información de los medios es sagrado, son estos los que trasladan a la opinión pública lo que ocurre en la sociedad. Uno de los mayores logros en la Justicia fue crear los gabinetes de prensa en los órganos judiciales. En el Tribunal Supremo funciona a la perfección, con un grupo de profesionales que canalizan la información a los medios para que los ciudadanos conozcan qué se hace en la Justicia y tengan información inmediata y generalizada. Ha sido uno de los mayores logros en la Justicia y del CGPJ, que vela y tutela para que esto sea así. Un gran éxito del CGPJ que se le debe reconocer. Pero no creo que sea preciso cambiar nada, sino que lo que hace falta es una adecuada formación jurídica, que la tienen todos los que trabajan en temas relacionados con la Justicia. Hoy en día, los que integran los equipos de los medios encargados de Justicia, están muy preparados y formados, y saben dónde están los límites en la información que se da, porque ésta se canaliza por los gabinetes de prensa. Ahí está la clave para que no se vulneren otros principios. Lo que es secreto debe permanecer secreto hasta que se acuerde otra cosa por el juez competente, y para ello los gabinetes de prensa, que «hablan por aquél», son los que definen la información a trasladar. Si esto se hace bien y todo el mundo lo respeta, no hay problema alguno.

— Otro de los aspectos que aparece en su libro es el uso de la tecnología y de los avances informáticos, tanto por parte del criminal en su actividad delictiva como por parte de los investigadores. Desde su experiencia en los Tribunales, ¿a quién ha dado una mayor ventaja la era digital, a los criminales o a los investigadores?

De todos los avances se benefician los dos sectores. El problema es que hay gente que, si dedicara su inteligencia y preparación a hacer el bien, a todos nos iría mejor. Hoy en día se dice que hay 40 millones de ataques informáticos cada día. Para hacer frente a esta realidad, hay que reforzar las medidas de protección porque la inseguridad informática puede hacer mucho daño en una sociedad que guarda ahí mucha información.

— Volviendo a la temática central de su novela, hace escasas semanas ha sido el Día Internacional de la Mujer. En este momento se están debatiendo diferentes iniciativas legislativas que tienen como objeto la lucha contra la violencia sobre las mujeres. ¿Qué reformas cree inaplazables para avanzar en la lucha frete a este tipo de violencia?

Creo que es muy importante que las 200 medidas que se aprobaron en el año 2007 en el Congreso y Senado pudieran llevarse al papel de una ley, y de aquellas que quedaran afectadas en cada caso. Me remito a este documento donde se trabajaron con acierto estas medidas, pero sobre todo una de ellas que creo fundamental: la creación de una asignatura en la escuela sobre la igualdad, el mensaje de la no violencia y el respeto y la cultura de los valores, que la sociedad debe recuperar otra vez desde abajo. Hay que cambiar la cultura de la violencia por la cultura del respeto y la igualdad entre todos.

— Como Magistrado en la Sala Segunda del Tribunal Supremo ha introducido la perspectiva de género en muchas de sus resoluciones. Su dedicación y preocupación por este problema le ha acompañado buena parte de su carrera. Cuando publicó su primera novela afirmó que llevaba toda la vida escribiendo para juristas y que ahora quería escribir para las víctimas. ¿Cree que ha conseguido llegar a ellas?

Es más fácil hacerlo de forma novelada, porque en la intimidad de la lectura los ciudadanos pueden sacar sus conclusiones sin que nadie sepa lo que estás leyendo. Y además hay que seguir fomentando la necesidad de la lectura, ayudar a la cultura para que la ciudadanía sea cada vez más culta y preparada. Antes he comentado las anécdotas que he tenido de lectoras que me trasladaron que, sin yo saberlo, había escrito episodios de sus vidas. Pero está claro que la temática de las tres novelas es la semblanza de muchas historias personales. Ese era el objetivo.

— No podemos acabar sin preguntarle… ¿habrá una cuarta novela? Y si es así, ¿cree que se adentraría en otro género literario?

Desde luego que las cabezas no pueden detenerse y deben seguir pensando y estando activas. Claro que sé de qué tratará la próxima novela. Y he decidido empezar en un género que me apasiona. Pero, además de ser secreto, como es obvio, para ello debo esperar al verano, que es donde dispongo de más tiempo, porque mi trabajo es lo primero, lo segundo y lo tercero, y cuando está todo hecho, la novela me permitirá cambiar el tercio. Pero lo importante es que ni lo uno ni lo otro debe ser considerado un trabajo, sino algo que te gusta hacer. Cada persona que realiza una actividad laboral debe considerar que lo que hace es positivo para la sociedad en que vivimos. Y para eso, ninguno de nosotros debe escatimar horas de esfuerzo con el objetivo y las miras puestas en contar con una sociedad mejor y más justa.

NOVELAS PUBLICADAS POR EL MAGISTRADO VICENTE MAGRO SERVET

— 2017. Te querré siempre para mí.

Una abogada experta en rupturas y malos tratos, que acaba siendo víctima por parte de su pareja de los ataques que ella resuelve pero que no detecta en sí misma. Disponible en formato papel y digital en este enlace.

— 2019. Parejas cruzadas.

Relaciones extramatrimoniales, celos, venganza... Un rompecabezas que arranca con un crimen, remontándose al origen de los hechos para poder descubrir al culpable. Disponible en formato papel y digital en este enlace.

— 2020. Maldad inconfesable.

Dos inspectores de policía afrontan una investigación sumamente compleja protagonizada por un delincuente sexual en serie que se aparta del perfil habitual. Disponible en formato papel y digital en este enlace.

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