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Tras más de 40 años de publicación ininterrumpida hemos llegado a nuestro n.o 10.000. Para nosotros un motivo de orgullo y satisfacción. Y para ti, ¿qué es para ti el Diario LA LEY? ¿Qué ha significado a lo largo de tu carrera profesional esta publicación? ¿Tienes alguna anécdota curiosa en tu ejercicio ligada al Diario? Mándanos un correo a es-diariolaley@wolterskluwer.es indicando «testimonio» en el asunto y compártelo con todos los lectores.

Será suficiente con un breve texto (no más de 500 palabras). Manda también tu nombre, cargo y una foto. Semanalmente, publicaremos los testimonios que nos vayan llegando. Os esperamos. Muchas gracias.

Seguimos recibiendo testimonios de lectores y colaboradores… Te los presentamos por orden alfabético.

Sonia Calaza, Catedrática de Derecho procesal de la UNED

Una plataforma dónde laten, cada día, con más fuerza, los derechos y garantías más trascendentes de nuestro Estado social y democrático de Derecho

El Diario LA LEY ha sido uno de los más relevantes motores de mi investigación científica, en su doble vertiente de innovación y transferencia del conocimiento jurídico. Mi niñez académica, mi juventud universitaria y mi madurez intelectual han discurrido en paralelo a la evolución de este gran Diario LA LEY, dónde cada día emergen, desde hace ya 42 años, los más significativos cambios legislativos, las más novedosas orientaciones jurisprudenciales, las más impactantes herramientas tecnológicas y los más relevantes acontecimientos culturales de nuestro país.

El Diario LA LEY es una referencia de pluralidad y perfecta armonía —casi simbiosis— entre la Doctrina, la Jurisprudencia y la Legislación; plenamente comprometidas, como lo están, desde sus respectivos marcos de actuación, en promover la mejor transición científica y tecnológica de la Empresa y de la Sociedad en un destino siempre inacabado, de cuyo tránsito —«caminante no hay camino: se hace camino al andar»— nos han permitido participar, de forma proactiva, a tantos académicos y profesionales de las más variadas ramas del ordenamiento jurídico.

El Diario LA LEY constituye, además, una recreación diaria del mundo a escala virtual: de la fugacidad de la vida y los avatares a los que, cotidianamente, nos enfrenta; de la digitalización de las comunicaciones; de los avances tecnológicos y científicos, de la disruptiva legislación que nos impacta cada día; y de la eclosión de nuevos rumbos jurisprudenciales, que conocemos —con una mayor capacidad de comprensión y análisis— gracias a su exposición, directa, por Juristas especializados en cada materia.

Y a nivel afectivo, el Diario LA LEY representa —además— para mí, el latido cotidiano del hogar: lo más parecido al concepto de «domicilio» tan elocuentemente recreado por el TS como ese «reducto de la intimidad personal» y, en este caso, también profesional, donde uno «busca entre sus recuerdos», al tiempo que proyecta su mirada, con auténtica expectación, hacia un futuro jurídico en permanente construcción. Desde mis primeros años en la Universidad, he sentido la pulsión diaria de abrir, cada mañana este Diario, como el lector que adquiere la esperada novela de su autor favorito, para imbuirme, de una actualidad jurídica, cuidadosamente seleccionada y rigurosamente comentada a la que no hubiese podido acceder, con semejante concentración, celeridad y profundidad, de otro modo. Y los «hilos invisibles» del Diario: esos profesionales comprometidos cuyos nombres no siempre se visibilizan, son personas muy cercanas, desde su imparcialidad, a los autores: acuden al encuentro de «los mejores», recogen su testimonio; a veces, contribuyen a perfilarlo; y lo divulgan con el firme compromiso de poner, cada día, una arenita más de esa inmensidad jurídica, que, en lo celestial, se equipara a la eternidad: el Diario LA LEY, que hoy cuenta con más de 20.000 artículos doctrinales, nos sobrevivirá, a buen seguro, a todos los que hoy participamos de este Homenaje: tan sólo nos queda brindar por estos 10.000 números y por sus más de 5000 autores, entre los que tengo el honor de encontrarme. De forma especialmente efusiva, mi felicitación al equipo multidisciplinar que hace posible este paradigma de accesibilidad a una plataforma dónde laten, cada día, con más fuerza, los derechos y garantías más trascendentes de nuestro Estado social y democrático de Derecho.

Antonio Fernández de Buján, Catedrático de Derecho Romano, Universidad Autónoma de Madrid. Académico de Número de las Reales Academias de Jurisprudencia y Legislación de España y de Galicia

Honestidad, pluralismo y libertad

LA LEY 10.000: parabién, cariño, emoción, incertidumbre, ilusión, orgullo, gratitud, Mercedes Rey, calidad, rigor, respeto, memoria, admiración, responsabilidad, honestidad, pluralismo, libertad, el inexorable paso del tiempo, estrellas en el horizonte, tanti auguri.

«La Ley es lo que el pueblo manda y establece», Lex est quod populus iubet atque constituit, Gai Institutiones 1.3.

Dionisio Fernández de Gatta Sánchez, Profesor Titular de Derecho Administrativo de la Universidad de Salamanca

La lucha jurídica contra el virus y sus efectos, así como sobre los estados de alarma declarados, no se podrán entender completamente sin los estudios y comentarios publicados en el Diario

Celebro y doy mi más sincera enhorabuena a Diario LA LEY, y al equipo que lo hace posible, por sus 10.000 números, nada menos; diez mil días, sin faltar ninguno, con la actualidad jurídica a primera hora de cada mañana.

Recuerdo muy bien la versión en papel desde sus inicios, en el comienzo de mi carrera universitaria. Iba a buscarlo, todos los días, a la biblioteca de la Facultad de Derecho porque siempre había un comentario normativo, una sentencia o algún texto institucional de máxima actualidad que eran muy útiles en clase y en mis primeros pasos en la investigación del Derecho Administrativo. Posteriormente, la importante modernización digital de Diario LA LEY, y del propio Grupo Wolters Kluwer, nos ha facilitado mucho nuestro trabajo, y ahora lo consulto, de una forma más sencilla, a primera hora de la mañana, antes de ir a clase.

Además, en Diario LA LEY escriben (escribimos, lo cual es un orgullo personal) muchísimos autores sobre materias muy variadas, sobre todas las ramas de Derecho, y a veces sobre cuestiones no estrictamente jurídicas, pero relacionadas con el mundo jurídico, lo que supone una riqueza material y sustantiva verdaderamente destacable; siendo quizás éste el elemento diferenciador de Diario LA LEY.

Pero, llevarlo a cabo supone un trabajo enorme de planificación y hacia el futuro que, supongo, será muchas veces agotador para el equipo de personas que lo mantiene vivo; y lo hacen con una amabilidad exquisita.

Por otra parte, quisiera destacar el papel de Diario LA LEY durante este período negro de la pandemia del COVID-19, que ha llenado sus páginas con multitud de estudios y comentarios sobre los problemas y soluciones que se adaptaban, en España y en otros países, para combatirla. Creo que la lucha jurídica contra el virus y sus efectos, así como sobre los estados de alarma declarados, no se podrán entender completamente sin buscar los estudios y comentarios publicados.

Termino reiterando mi felicitación y dando ánimos para continuar con el trabajo bien hecho.

José Carlos Fernández Rozas, Catedrático de Derecho internacional privado

Aunque su destinatario es el jurista práctico, ha sido el asiento de muchos trabajos teóricos imprescindibles

La década de los años ochenta del pasado siglo cambió radicalmente el panorama de las publicaciones jurídicas de alcance general con la incorporación de una experiencia desarrollada en Argentina y exportada a España con éxito, a partir de sus adaptaciones a nuestro sistema y a la acertada respuesta a las demandas de nuestros juristas. La aparición de la LA LEY. Revista Jurídica Española de Doctrina, Jurisprudencia y Bibliografía. «LA LEY» transformó el panorama editorial español no sólo desde la perspectiva del operador jurídico sino desde la propia estructura empresarial del sector. La posibilidad de contar con un diario jurídico no sólo acercó al lector a la realidad cotidiana de los Tribunales de Justicia, frente a la demora de las publicaciones tradicionales, sino que le familiarizó con los debates sobre las reformas concretas del ordenamiento. Con el concurso de un selecto grupo de juristas entre los que se encontraban magistrados del Tribunal Constitucional y de las principales jurisdicciones del Estado, notarios, registradores, abogados del Estado, junto con catedráticos de Universidad y abogados de reconocido prestigio, las secciones del Diario se fueron enriqueciendo progresivamente, al tiempo que ganaban en calidad. Estas circunstancias, junto a la inmediatez de un diario, fueron cruciales para responder a los problemas jurídicos de una sociedad que estaba consolidando su proceso de transición democrática y desarrollando las aportaciones de la Constitución de 1978 (LA LEY 2500/1978) y, más tarde, adoptándose a los desafíos que supuso el ingreso de España a las Comunidades Europeas.

Debe reconocerse que en una etapa donde la informática estaba en pañales, la aparición de un producto en forma de diarios desechables, integrados en pocas semanas en unos lujosos volúmenes encuadernados, cuya colección adornaba los principales bufetes de abogados españoles, fue uno de sus grandes atractivos. Sin embargo, superados ya los 10.000 números y los cuarenta años de existencia en el curso de los cuales la informática fue sustituyendo paulatinamente al papel, primero en la forma de discos compactos y luego, con carácter definitivo, con su inclusión en internet, el diario se ha convertido en el «buque insignia» de una ambiciosa empresa editorial caracterizada por la diversificación de los productos jurídicos como exige la sociedad contemporánea. A las ramas tradiciones del ordenamiento jurídico, como el Derecho civil, administrativo, civil y penal y procesal, y muy especialmente el Derecho de la Unión Europea, a través de más de 400 suplementos especiales que se publican el último día de cada mes, se han unido publicaciones especiales que cubren frentes diversos desde la insolvencia o la mediación y el arbitraje a las nuevas tecnologías, el urbanismo o la seguridad vial.

Es indudable que el Diario LA LEY recoge el mayor volumen cuantitativo de aportaciones en todos los ámbitos del Derecho que el resto de las publicaciones periódicas españolas de todos los tiempos y aunque su destinatario es el jurista práctico, ha sido el asiento de muchos trabajos teóricos de gran relieve a cargos de las firmas más acreditadas de nuestro mundo jurídico.

Alejandro Fuentes-Lojo Rius, Socio Fuentes Lojo Abogados

Siempre a la vanguardia, con un formato cómodo y ágil

El Diario LA LEY se ha erigido en una publicación jurídica de obligada consulta diaria para todo jurista que se precie tras más de 40 años de acreditada trayectoria que la avalan. Siempre a la vanguardia, con un formato cómodo y ágil en el que los autores escriben sus primigenios análisis jurídicos sobre temáticas de rabiosa actualidad, pero a la vez sin perder un ápice de rigor técnico. Es una combinación perfecta que explica el éxito y larga trayectoria de esta publicación a la vanguardia.

Ser un colaborador habitual en este medio es un gran privilegio para mí pues me permite dar a conocer a los lectores mis reflexiones jurídicas sobre las últimas novedades normativas o jurisprudenciales de forma inmediata, como el colaborador de un periódico que tiene su propia columna y siempre tiene en mente que tiene ese pequeño tesoro donde puede verter sus inquietudes intelectuales alimentando así ese vínculo de lealtad intelectual con sus lectores que tanto cuesta de construir.

Federico F. Garau Sobrino, Catedrático de Derecho Internacional Privado de la Universidad de las Islas Baleares

Una celebración para el mundo jurídico

El Diario LA LEY ha publicado su número 10.000. Detrás hay más de 41 años de esfuerzo editorial y un extenso equipo humano que lo han hecho posible. Recuerdo cuando estudiaba la Licenciatura, los ejemplares de "LA LEY" y los volúmenes ya encuadernados que temporalmente se remitían con lo publicado y sin necesidad de tener que enviar los ejemplares al encuadernador. En su edición, el Diario LA LEY combinaba doctrina, jurisprudencia y legislación. Creo que acabó con el monopolio de facto que tenía Aranzadi con sus repertorios de jurisprudencia y legislación. Sin duda, el Diario LA LEY supuso un revulsivo editorial.

Personalmente, recuerdo que mi primer artículo lo publiqué en el suplemento mensual n.o 19 de LA LEY Comunidad Europea de diciembre de 1986, dirigido por el Prof. José Carlos Fernández Rozas, actual director de LA LEY Unión Europea.

También recuerdo una de las primeras sedes de la editorial LA LEY en la calle Goya, esquina Serrano, junto a la plaza de Colón. Cuando mirabas a las ventanas del edificio que daban a la calle Serrano, se veía el escudo de la editorial LA LEY.

Mi enhorabuena y agradecimiento al extenso equipo humano del Diario LA LEY, que a lo largo de más de cuatro décadas ha hecho posible el éxito y la perdurabilidad en el tiempo de la publicación. Espero seguir leyendo el Diario LA LEY muchos años más.

Rafael Guerra González, Abogado

Un río de información jurídica que fluye con continuidad

No es mala cifra, el número de la revista jurídica Diario LA LEY cuya publicación se conmemora: 10.000. Traducido en tiempo, son, ¿cuántos?, ¿cuarenta, cuarenta y dos años?

Con ocasión de este su diezmilésimo —si se me permite el neologismo— cumplenúmeros, me gustaría contestar a la pregunta «¿Qué es el Diario LA LEY? … para ti», que se nos propone a los lectores y colaboradores.

Al pensarlo, siento cierta nostalgia por los años pasados, muchos, en los que me recuerdo ojeando los números del Diario LA LEY editados en papel. La añoranza se debe al transcurso del tiempo, no a que eche de menos aquel formato. La revista de hoy tiene poco que ver con la de entonces. No en su calidad, que sigue siendo estupenda, sino en su presentación. Actualmente, la leemos en la pantalla del ordenador, de la tableta, del teléfono móvil.

El formato digital ha difuminado la sensación de números individualizados, que periódicamente el cartero nos traía y recibíamos con cierta expectación. La ha convertido en un río de información jurídica, que fluye con continuidad y en el que los límites los ponen las veces que accedemos a la página web que es su cauce.

El diseño y la plasticidad de esa página la hacen amigable, cómoda para la consulta. Lo destaco porque la materia jurídica ha tenido siempre, quizá por las consecuencias que se derivan de ella para las personas, un halo de seriedad, de gravedad, al que suele asociarse un complicado acceso. Nunca he entendido por qué las composiciones jurídicas, desde, por ejemplo, un tratado sobre la potestad sancionadora de las administraciones públicas hasta una sentencia de un órgano jurisdiccional civil, tienen que resultar duras, incluso complicadas de leer. Seriedad y gravedad no son incompatibles con la facilidad de lectura y, en la medida de lo posible, con la amenidad.

Desde el primero de sus números hasta el diezmilésimo, Diario LA LEY ha sido para muchos profesionales del Derecho: magistrados, profesores, abogados, funcionarios, etc., un medio utilísimo de encontrar información e inspiración para su trabajo. Pero también, un foro abierto donde exponer las propias opiniones. Para mí, desde luego, así ha sido en muchas ocasiones.

Me habría gustado ofrecer una respuesta sentimental, poética incluso, para la pregunta de qué es para mí el Diario LA LEY. Pero mi trato con esta publicación no ha pasado del puramente profesional. Así pues, la única que he encontrado es bien prosaica. Pero se corresponde con la realidad y resulta extremadamente laudatoria. No puedo decir de una herramienta de trabajo nada mejor que es útil y que se maneja con facilidad.

Ojalá aparezcan —de momento— otros 10.000 números más, y ojala podamos seguir leyéndolos y expresándonos en ellos.

Frederic Munné Catarina, Abogado. Dr. en Derecho. Presidente del Instituto de Probática y Derecho Probatorio. Vocal del Tribunal Arbitral de Barcelona fmunne@dretprivat.com

Fuente de inspiración y conocimiento, en mi diario ejercicio del derecho de defensa

Cuando inicié mi carrera profesional como abogado, hace más de treinta años, recuerdo tardes e incluso días enteros sumergido en los índices de los repertorios de jurisprudencia y en las revistas jurídicas, entre las que destacaba el, entonces incipiente, Diario LA LEY. Cuán lejos queda esa incansable búsqueda del precedente y la ciencia jurídica adecuada al caso concreto, que hoy ha quedado reducida a la introducción de unos pocos conceptos en un buscador en línea, gracias a las nuevas tecnologías. Los tiempos cambian, pero la esencia es la misma.

Si la Jurisprudencia tiene en su origen las horas de documentación y estudio de los abogados que dirigen la defensa de las partes mediante sus escritos de alegaciones y sus recursos, postulando una determinada hermenéutica de las normas jurídicas, no será difícil advertir que la fuente del conocimiento y la reflexión de los juristas no es otra que, precisamente, los repertorios y las revistas, que, como el Diario LA LEY, integran nuestro acervo jurídico junto a las monografías de ésta y de otras editoriales. Sin duda este Diario, que ha llegado a los 10.000 ejemplares, es una de mis fuentes de inspiración y conocimiento, en mi diario ejercicio del derecho de defensa.

Además, para mí, este Diario es aún más que eso, porque como autor y director de algunas de sus publicaciones editoriales, también constituye un privilegiado canal de comunicación y expresión personal, para mí y para los colaboradores de las revistas en las que intervengo como director o miembro del consejo de redacción. Ello me permite, además de beber de otras fuentes, ser fuente de conocimiento y debate jurídico para y con otros juristas.

En mi caso, especialmente en dos de mis pasiones profesionales: Una de ellas el arbitraje y la mediación, como herramientas de gestión eficiente de los conflictos que nos permiten optimizar los recursos destinados al noble fin de hacer justicia o enjuiciar, ensalzando el papel de la autonomía de la voluntad en el diseño de las normas y pautas rectoras del procedimiento y la reducción a lo estrictamente necesario en cuanto a los recursos materiales y humanos destinados a la resolución de cada concreta controversia, sin necesidad de acrecentar el gasto público y colapsar nuestra agónica Administración de Justicia. Y la otra, la probática, como arte de probar los hechos históricos que los abogados debemos reproducir en el proceso ante el Juez o el Árbitro para convencerle a cerca de los hechos que constituye el supuesto de hecho normativo de las normas jurídicas aplicables al caso, así como el derecho probatorio, como conjunto de reglas y garantías procesales para el recto ejercicio del derecho a la prueba con pleno respeto del derecho de defensa de las partes.

En definitiva, gracias a este Diario, y a sus ya más de 10.000 ejemplares, he podido dar y recibir buena parte de mi aprendizaje, de mi acerbo jurídico.

Alberto Palomar Olmeda, Profesor titular (Acred) de Derecho Administrativo. Magistrado de lo contencioso-administrativo (EV). Abogado. Socio de Broseta

Su inmediatez, su solidez, su estructura lo han convertido en una lectura tan diaria como la del BOE

Hace ya algunos años que vengo publicando en el Diario LA LEY acerca de la formación de jurisprudencia por parte del Tribunal Supremo. Primero, analizando los autos de admisión de la Sala de Admisiones cuando eran los comienzos del nuevo recurso de casación y esto tenía interés y, posteriormente, comentando alguna de las últimas sentencias de la Sala Tercera del Tribunal Supremo al resolver recursos de casación.

Para un jurista no hay labor más interesante que analizar la jurisprudencia. Es, sencillamente, maravilloso. Formular doctrinas, hacer conjeturas interpretativas, buscar soluciones jurídicas a los problemas planteados es, sin duda, una labor que corresponde a un conjunto de intérpretes y de actores jurídicos. Llevar a término una interpretación vinculante y con efectos frente al conjunto del Ordenamiento ya no es labor de todos, sino de algunos: de la sala tercera del Tribunal Supremo.

Es aquí donde la teoría se hace realidad. Una realidad a veces discutida y a veces admirada porque te demuestra donde no supo llegar el razonamiento previo y donde la elucubración toma o pierde sentido.

En estos comentarios, no solo se presenta el caso que es objeto de comentario sino, también, el conjunto de los resueltos en el último mes hasta elegir el más representativo. La «nueva» casación aporta grandes novedades —de las que tanto se ha hablado— y, para muchos de nosotros, presenta una cuestión central: la jurisprudencia sobre grandes bloques de materias cuyo acceso al Tribunal Supremo estaba muy reducido. Me refiero, por ejemplo, a determinadas cuestiones de urbanismo, función pública, subvenciones. Hasta las sentencias de casación la conformación de una interpretación acorde era una labor imprecisa y, sobre todo, muy parcial. Ahora, desde una perspectiva material, todo puede llegar al Tribunal Supremo y, por tanto, de todo podemos tener el criterio interpretativo más buscado.

Esta configuración y este marco novedoso ha propiciado que reelaboremos algunas teorías y algunos sectores cuyo control jurisdiccional había quedado en otros órganos jurisdiccionales y no siempre con unidad de criterio.

El momento es, por tanto, apasionante, lleno de retos, lleno de realidades diferentes y de esquemas que no conocíamos o no aplicábamos. Si a esto le sumamos la intensidad del momento, las exigencias de las nuevas formas de casación (me refiero al art. 8.6 de la LJCA (LA LEY 2689/1998)), esencialmente, podemos llegar a la conclusión de lo importante que es analizar los cambios y las posiciones.

En esta labor el Diario LA LEY es una referencia evidente. Su inmediatez, su solidez, su estructura lo han convertido en una lectura tan diaria como la del BOE. Siempre hay algo que interesa, siempre hay algo nuevo o viejo pero transformado. Contribuir a esta función es, sin duda, un timbre de gloria que merece ser destacado en el momento de la publicación del número 10.000. Felicidades a quienes lo hacen, con cariño e ilusión y gracias por dejarme contribuir a esta labor y a este proyecto tan relevante.

Luís Rodríguez Ramos, Catedrático de Derecho penal y abogado

Un signo más de modernidad y del renacer democrático de la sociedad española, muestra de la renovación de la literatura jurídica

Recuerdo el desembarco de LA LEY a España hace ahora cuatro décadas, procedente de Argentina, con su novedoso escaparate de una revista jurídica generalista y diaria. Fue una irrupción de modernidad en el ámbito de la literatura jurídica española, centrada en los prácticos del Derecho pero manteniendo la calidad teórica de la argumentación jurídica, que pronto se afianzó como editorial llegando a absorber otras tradicionales, y que pasados los años, sin perder la marca, se transformó en Wolters Kluwer, coeditando además algunas obras con otras entidades, cual es el caso de Rodríguez Ramos Abogados. Instauró además el que llegó a ser muy prestigioso Premio LA LEY, de cuyo jurado formé parte, que se convirtió en un referente, otorgando el galardón anual a numerosos juristas tanto empíricos como académicos, entre los que se encuentra, por ejemplo, el actual Presidente de la Sala Segunda del Tribunal Supremo cuando todavía formaba parte del Ministerio fiscal.

Pero mi relación con LA LEY ha sido, además y sobre todo, la de autoría de artículos doctrinales en su Diario que, si no me equivoco, superan el número de los cincuenta. Relación también como lector, pues una nota muy común a todos sus artículos ha sido y es la actualidad y la calidad, que contribuyen a que los juristas estemos al día, de un modo muy particular en lo atinente a la legislación y a las sentencias de todos los órdenes jurisdiccionales y del Tribunal Constitucional.

La rápida expansión en el mercado jurídico del Diario LA LEY, como máquina de las restantes publicaciones de la editorial, confirmó que había venido a cumplir el tópico de «llenado de un hueco», acompañando a la nueva época histórica que se vivía en España tras la reinstauración de la democracia. Hasta entonces la literatura jurídica se reducía a la publicación de textos legales, de repertorios de legislación y jurisprudencia, de libros (tratados, manuales y monografías) y, también, de revistas especializadas en los distintos sectores del ordenamiento jurídico; pero a partir de la irrupción del Diario LA LEY se instauró un nuevo género de revista, generalista y además con periodicidad diaria, como el BOE, revolucionando la costumbre del jurista lector que cotidianamente recibía la nueva revista, primero y durante muchos lustros en papel y, en su momento, on line.

A estas alturas del siglo XXI somos pocos los juristas que tenemos en la memoria la brillante historia del Diario LA LEY, que ha sido un signo más de modernidad y del renacer democrático de la sociedad española, muestra de la renovación de la literatura jurídica al aportar un instrumento que sabe conciliar la teoría y la práctica con la actualidad, con una actualidad que de modo acelerado cambiaba la realidad legislativa, jurisprudencial y doctrinal de un Derecho que, además de ir adaptándose a la nueva Constitución de 1978 (LA LEY 2500/1978), tenía que acompasarse a la acelerada progresión del cambio social.

Gratitud pues al Diario LA LEY y felicitaciones a sus promotores y a los actuales gestores de este tan actual como histórico instrumento de la literatura jurídica.

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