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Mª Sonsoles Vidal Herrero-Vior

Catalina Gabriela Gamazo Olaguíbel

Paula Macarrón Aguado

Miryam Menéndez de Llano Casa

La Ley Orgánica 8/2021, de 4 de junio, de Protección Integral a la Infancia y la Adolescencia frente a la Violencia (LA LEY 12702/2021) (ya conocida como LOPIVI) parte de la hipótesis de la existencia de violencia contra el menor de edad en cifras significativas. En el marco del Observatorio de la Criminalidad en la Infancia y la Adolescencia (1) se ha realizado el primer trabajo de campo relativo a esta ley para medir la exposición a la violencia en la infancia y/o la adolescencia de los españoles y extranjeros residentes en España durante su infancia y adolescencia. El análisis de datos confirma la hipótesis de la existencia de violencia, pero no de forma significativa en términos generales.

Para poder llegar a soluciones eficaces en aras a atajar la violencia vivida (sufrida, presenciada o ejercida) por el menor de edad deben obtenerse datos concluyentes, para lo cual resulta imprescindible tomar en consideración: las distintas modalidades de violencia sufrida, presenciada y/o ejercida por el menor (verbal, física, psicológica y sexual), la periodicidad en que tiene lugar (nunca, una vez, más de una vez, con frecuencia, a diario), los distintos ámbitos en que se produce (en el hogar familiar, en el colegio, con amigos y/o en lugares de ocio, y en el espacio virtual; en el ámbito deportivo y de la pareja), la violencia sufrida por razones de discriminación y de violencia extrema, y el tratamiento que se dé a determinados consumos (alcohol, drogas y pornografía) como posibles dinamizadores de violencia. De igual modo, debe verificarse la eficacia de los recursos de protección y ayuda institucionales ante situaciones de violencia de las que son víctimas los menores de edad.

Para la recogida de datos, se han diferenciado tres bloques: violencia real y expectativa de violencia, menor en edad temprana y adolescente, y víctima y testigo de violencia. Los resultados obtenidos presentan la alta expectativa que se tiene de la violencia sufrida por el menor en edad temprana y el adolescente, siendo mayor la violencia presenciada con respecto a la violencia efectivamente sufrida entre los más jóvenes. El sexo se posiciona como elemento relevante tanto con relación a la violencia sufrida por el menor de edad como con relación a la violencia ejercida. Resultando significativo que las víctimas de violencia ostentan las expectativas de violencia más altas si se compara con quienes no han sufrido violencia, siendo aquéllas más proclives a utilizar la violencia, a reaccionar con violencia y a justificarla que éstas últimas.

Los resultados obtenidos resultan de gran utilidad pues la muestra empírica tomada detecta con datos objetivos cuánta violencia viven los menores en España, y qué circunstancias les colocan en situaciones de vulnerabilidad. Con estos datos pueden adoptarse medidas idóneas para atajar de forma eficaz los peligros en que puede verse envuelto el menor de edad, así como para prevenir el fenómeno violento, y llevar a cabo una intervención que palíe el dolor vivido.

Tales resultados y las conclusiones han quedado plasmadas en un artículo que puede consultarse en este enlace.

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