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Señalaba el dramaturgo estadounidense Arthur Miller que un periódico es “una nación hablándose a sí misma”. En efecto, cada mañana nos enfrentamos a un nuevo diálogo entre los medios de comunicación y la sociedad, de la que forman parte y a la que enriquecen con sus diferentes puntos de vista, arrojando, desde la necesaria pluralidad, luz sobre cuanto acontece.

En este momento en el que parece que gracias a la ciencia y al esfuerzo de todos vamos superando una pandemia que se ha caracterizado por su especial dureza, y en cuya gestión el Derecho y los tribunales han jugado un papel crucial, nos encontramos ante otra dramática situación, la guerra en Ucrania, caracterizada por la falta total de respeto a las normas internacionales y a la legitimidad de un Estado soberano.

En estas circunstancias, y en cuantas les antecedieron, el Diario LA LEY, con precedente argentino pero pensado “en y para España”, como señalaba su primer número, ha sido reflejo de la evolución del Derecho y de nuestra sociedad desde hace 42 años, adaptándose a una realidad cambiante a través del prisma de excelentes análisis doctrinales y de la jurisprudencia de un país difícilmente reconocible cuatro décadas después.

El Diario LA LEY ha mantenido generosamente al día a cuantos nos dedicamos al ejercicio del Derecho, primero en papel y ahora en su edición online, de forma que muchas generaciones de juristas hemos ido creciendo y evolucionando gracias al magnífico trabajo de selección de la jurisprudencia de los tribunales y de las novedades legislativas, a lo que se suman interesantes entrevistas y una exhaustiva labor de interpretación y reflexión de la doctrina, reuniendo siempre a las mejores firmas y convirtiéndose en instrumento verdaderamente útil, imprescindible para el trabajo diario de toda la comunidad jurídica, eludiendo así cualquier tentación de falso conformismo o desactualización.

Por todo ello, quiero dar mi más sincera y afectuosa enhorabuena al Diario LA LEY, a sus directores, trabajadores y a cuantos les precedieron, por haber alcanzado los 10.000 ejemplares -ya de por sí un enorme logro en los tiempos que corren- y más aún cuando se consigue siendo un ejemplo de rigor y trabajo bien hecho a lo largo de décadas al servicio del imperio de la ley, al servicio, en definitiva, de nuestro Estado de Derecho y del conjunto de la sociedad española.

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