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I. Introducción al derecho protocolario

«Quien no sabe lo que busca, no entiende lo que encuentra» (Claude Bernard).

No se puede abordar el estudio de la presente materia, si previamente no se comprende de forma clara y sencilla toda una serie de principios o ideas básicas que resuman y faciliten la introducción en el universo protocolario. Son tantos los matices, las interrelaciones, la amplitud de situaciones, la necesidad de conocer multitud de conocimientos previos, que es muy difícil abarcar la disciplina. Por algún autor, se ha señalado que no hay protocolo perfecto, que en el ámbito protocolario la perfección no existe. Basta con tener como anfitrión, que organizar algún evento, para darse cuenta de la verosimilitud de esta afirmación. También, se ha dicho que «los buenos modales son el código de circulación de nuestra sociedad» … que «la vida es un protocolo incierto» … Por ello, la necesidad de conocer y dominar esta materia se convierte en un elemento esencial y necesario que debe ser utilizado para reafirmar la fortaleza de toda organización, estructura, institución, colectivo o grupo de poder que se precie de serlo. En tal sentido, se formulan sobre el protocolo las siguientes ideas:

II. A nivel GENERAL

1. COMPLEJIDAD. El protocolo es un tema rico en matices y complicado en soluciones. Es una disciplina transversal (entre otras materias) al derecho, a la historia, a la comunicación y a las relaciones públicas.

2. NOVEDAD. Es una enseñanza que se encuentra en las primeras etapas de su vertebración científica. No hay consensos. Al principio, quedaba limitada a las ceremonias oficiales del Estado y de las autoridades e instituciones del Estado en ceremonias oficiales y no oficiales.

3. NUEVAS TÉCNOLOGÍAS. Pero el protocolo hoy día, no se limita a cuestiones de presidencia, precedencia y tratamientos, sino que pone el acento en el mensaje, que, mediante la organización de un acto, las instituciones y organizaciones quieren transmitir utilizando toda una serie de técnicas, herramientas y estrategias que se emplean de manera consciente y calculada para que dicho mensaje llegue a la ciudadanía y sociedad en general.

4. TRANSVERSALIDAD Y TRANSDISCIPLINARIEDAD. La transversalidad del protocolo implica una necesaria relación con todo tipo de conocimientos científicos y experiencias sociales y grupales. La transdisciplinariedad es la mejor perspectiva para el conocimiento de ciertos aspectos de la sociedad.

5. DIVERSIDAD. Hay fundamentalmente tres escuelas (comunicológica, relacionista y jurídica) que hace del protocolo una herramienta comunicativa y ordenadora, pero que no ha sido desarrollada en su vertiente jurídica. De ahí la necesidad de la presente obra.

III. A nivel CONCEPTUAL

6. CONCEPTO. El protocolo oficial es un conjunto de disposiciones normativas o usos jurídicos que regulan la utilización de los símbolos del Estado o de sus instituciones, la clasificación de actos oficiales, presidencias, precedencias de las autoridades en dichos actos oficiales, honores y tratamientos. Es por decirlo de alguna manera, el «derecho ceremonial» del Estado.

7. DIFICIL ENCAJE. Hay que ser consciente de la existencia de costumbres, tradiciones y rituales que tienen una difícil clasificación dentro del mundo del protocolo y la etiqueta.

8. DOS ACEPCIONES. Fundamentalmente existen dos acepciones. En sentido estricto, regula las ceremonias oficiales del Estado o su participación en ceremonias no oficiales, es por ello, fundamentalmente derecho. En sentido amplio (el que se emplea en la actualidad), es el conjunto de normas, usos sociales y costumbres que determinan el orden de celebración de un acto público o privado posiblemente regulados en un guía procedimental de actuación ante una situación concreta limitada espacial y temporalmente en la que una organización crea una comunicación no verbal con su público. En este sentido, la Real Academia de la Lengua Española ha cambiado la acepción de la palabra, y establece que protocolo es el conjunto de reglas establecidas por norma o por costumbre para ceremonias y actos oficiales o solemnes. Así, el protocolo no es más que una imagen, una proyección del poder.

IV. A nivel ONTOLÓGICO

9. AUTORIDAD. Protocolo, implica autoridad y reconocimiento. Es una disciplina que reconoce la autoridad y la importancia a las personas que detentan un determinado puesto para el que han sido elegidas o designadas, en mundo donde los «egos» son el mayor obstáculo funcional.

10. PROYECCIÓN DE IMAGEN GRUPAL. El protocolo ayuda a perfilar la imagen de Estado, institución, organización o grupo, para que, con cada forma de proceder, con cada actuación que se realiza, se proyecte su verdadera figura, y se transmita un mensaje coherente, armónico y confiable.

11. FIABILIDAD. La forma en que las instituciones políticas, gubernativas y administrativas se presentan ante la sociedad es esencial para el buen funcionamiento de la misma. Esa imagen hace que el ciudadano verifique la funcionalidad del sistema y aumente su confianza. El derecho ceremonial de las instituciones aporta así, un eslabón vital para el engranaje de la marca de una organización-país. La «potencialidad» protocolaria es una demostración, es la mejor muestra del buen funcionamiento de una organización y un escaparate de su fortaleza, empuje y vigor. Y además, necesita estar respaldada por un equipo cohesionado.

12. ESENCIALIDAD. En tiempos de crisis, se debe velar por la coherencia, siendo el protocolo, un elemento esencial que proyecta valores e ideales. El protocolo en sentido estricto, es un elemento igualitario que solo se emplea en actos oficiales, porque no debe implicar jerarquía ni honor para quienes desempeñan los cargos. El protocolo está diferenciado de la ceremonia y de la etiqueta, como elemento democratizador que transmite una imagen de poder de las instituciones, que se hace visible a través de la ceremonia.

V. A nivel TERMINOLÓGICO

13. TÉRMINO POLISÉMICO. El término «protocolo» es polisémico. Hay mucha confusión entre el protocolo, las buenas maneras y la cortesía, la etiqueta y los usos sociales.

14. EVOLUCIÓN DEL TERMINO. A lo largo del tiempo la concepción de protocolo ha evolucionado, naciendo como imagen de poder (diferenciándose de la ceremonia) de la mano de Napoleón I para dar legitimidad a un nuevo poder político ante los gobernados.

15. NO EXISTE EN LA HISTORIA PASADA. Como término, la palabra protocolo con la acepción principal que se le da hoy día, no existe en la historia pasada de España, pues es una creación reciente. Antes se hablaba de ceremonias (hoy el ceremonial debe ser entendido como el conjunto de formalidades de cualquier acto público o privado considerado como guía procedimental o de actuación). A finales del siglo XIX, la palabra protocolo no existe con la acepción actual (Diccionario razonado de legislación y jurisprudencia de Joaquín Escriche), pero en dicha obra, tampoco aparece el término «ceremonia» ni la palabra «etiqueta» (conjunto de normas de conducta exigibles a cortesanos y con posterioridad a ciudadanos). Y es a finales del siglo XIX y principios del XX cuando comienza a usarse con el significado actual.

16. ORGANIZACION. EMPRESA. La estandarización de la palabra protocolo comienza a coincidir con la incorporación de la empresa a la mimetización de las actividades de las instituciones públicas, del Estado. La sociedad industrial y la sociedad de la información cambian necesariamente las estructuras sociales.

VI. A nivel AD FUTURUM

17. COMPLICADA COMPLEJIDAD. La complejidad de la estructuración de los problemas dificulta la formulación de preguntas científicas adecuadas para la determinación de las normas reguladores del protocolo, de ahí que sea esencial el análisis empírico para la formulación de soluciones futuras que sean mayoritariamente aceptadas y que permitan mejorar y transformar la realidad promoviendo lo que se percibe como bien común. Así, se tendrá en cuenta: una educación basada en la capacidad crítica, una ética válida para todo tiempo y toda situación, un conocimiento globalizado en una sociedad multicultural, la mejora de la comprensión en las sociedades democráticas, la detección de errores y falsas ilusiones, la comprensión del género humano y el discernimiento de la información (Edgar Morin).

18. CONCEPCIÓN INTEGRAL. Todo ello, permitirá generar una concepción integral del protocolo adecuado a la sociedad y a los tiempos, libre de injerencias políticas, económicas, mediáticas y de mercadotecnia que puedan desvirtuar su esencia.

19. PERSPECTIVA JURIDICA. La perspectiva jurídica se centrará en el estudio del protocolo analizando las leyes, normas, reglas promulgadas, así como las costumbres o usanzas consolidadas por usos sociales reconocidos por la sociedad.

20. SERVICIO PÚBLICO. Considerar dentro del ámbito protocolario a la administración de justicia como servicio público determina una nueva visión de sus contenidos. De esta manera, se ha de contemplar la atención e información al usuario y al ciudadano como «respeto debido» en la prestación del servicio, creando Oficinas de Atención al Ciudadano (OAC) y materializando el «cumplimiento efectivo» del deber de atención en las dependencias judiciales como garantía de respeto. Respetar a los demás es la principal forma de cortesía, y la atención (en todas sus facetas) es signo de dignidad, no de sumisión.

21. ACTUALIZACIÓN. Buscar fórmulas y soluciones protocolarias claras, ingeniosas y adecuadas a la realidad de los tiempos será uno de los mayores retos a que se enfrente el futuro derecho protocolario.

VII. A nivel COMPRENSIVO-ILUSTRATIVO

El protocolo es como el aire de los neumáticos, no cuesta nada y hace más confortable el viaje.

22. PROTOCOLO. El protocolo ha existido desde los tiempos más remotos. En términos generales, es una regla que guía de qué manera debe realizarse una actividad (especialmente en el mundo gubernamental y diplomático). A su vez, el protocolo social es el conjunto de normas, reglas y conductas sociales de urbanidad y cortesía que una persona debe conocer, respetar y cumplir no solo en un medio oficial establecido, sino también en un medio social (comidas y cenas), laboral (cómo redactar un documento o instancia), académico (como otorgar un título o grado), político (recibir a un embajador), cultural (otorgar un premio...), deportivo (otorgar una medalla), policial (habeas corpus) y militar (condecoraciones, saludos, ceremonias de jura de bandera, desfiles...) concreto. Ha de ser ético. Se ha dicho, que el protocolo es necesario también ejercerlo cuando se aborda a una autoridad. A alguien de superior jerarquía o desconocido se le trata de usted, no se le tutea. Y desde edad inmemorial existen diversas formas de llamar a distintos rangos eclesiásticos o militares. Al sacerdote se le llama reverendo o padre; al obispo monseñor; al cardenal, eminencia; al papa, su santidad o santo padre. En el ejército, precede el «mi» a cada rango del escalafón, así como a los diputados y jueces señorías. En España, antiguamente también se distinguían los tratamientos de distintas autoridades del estado con los nombres de don/doña, ilustrísimo/a o excelentísimo/a señor, y acompañaban gestos como el besamanos (a un eclesiástico o dama), o la reverencia: quitarse el sombrero o poner el pie izquierdo delante del derecho y descubrirse dando un rápido giro al sombrero en el aire al presentarse a una señorita, con una inclinación de unos veinte grados (hasta el siglo xviii), lo que se abrevió después a quitarse simplemente el sombrero en el siglo xix, etc.; las mujeres, sin embargo, saludaban con una pequeña genuflexión y no podían hablar a un hombre sin permiso ni si estaban solteras, y ni siquiera ir con una persona de sexo masculino sin carabina. En el ámbito de las conductas y modales hay comportamientos muy distintos según qué cultura se trate; el beso es un buen ejemplo de esa diversidad: en la cultura española se dan dos besos al presentarse dos desconocidos, en la anglosajona se considera ofensivo y en la japonesa, china o musulmana es incluso peligroso, por no hablar de sus diferentes formas y clases a lo largo de la historia; en algunas culturas, por ejemplo, es signo de buena educación eructar o regoldar, pero en las occidentales se considera chabacano. En todo caso, en el ámbito occidental, hay también una escala muy extensa de comportamientos obligatorios, muy recomendables o abiertamente rechazables o repugnantes para el decoro.

23. ETIQUETA. Es el conjunto de normas de conducta que establece las expectativas sobre el comportamiento social, respetando las normas convencionales dentro de una sociedad, clase social o grupo. La palabra etiqueta proviene de étiquette, en francés «rótulo», también puede darse a entender como «protocolo». La acepción relacionada con las normas sociales surgió en el año 1750 en Francia, donde las clases sociales tenían una abismal diferencia entre sí. Al principio, el aprendizaje de estos códigos tenía lugar dentro de los círculos familiares. Después pasan a existir centros donde se enseña a acatar estas normas. Las reglas de etiqueta abarcan la mayoría de los aspectos de la interacción social en cualquier sociedad, aunque el término en sí no es de uso común. Una regla de etiqueta puede reflejar un código ético subyacente o puede reflejar los modales de una persona o estado. Las reglas de etiqueta por lo general no son escritas, pero los aspectos de la etiqueta se han codificado de vez en cuando. La etiqueta puede variar ampliamente entre las diferentes culturas y naciones; lo que es perfectamente visto en una sociedad puede sorprender a otra. La etiqueta no es estática, va evolucionando dentro de cada cultura (ejemplo: la búsqueda de piojos era una ocupación de aseo civilizada en la Alta Edad Media, una experiencia de unión que reforzó el rango comparativo de dos personas: uno preparaba al otro; esta actividad se había convertido en una ocupación campesina de durante el siglo XVII y hoy día sería una actividad mirada con desdén). La etiqueta, es un tema del que se han ocupado escritores y pensadores de todas las sociedades complejas durante miles de años, a partir de un código de conducta por Ptahhotep (Las máximas de Ptahhotep, proverbios que promueven virtudes civiles como la honestidad, el autocontrol y el respeto al prójimo), el visir de un Imperio Antiguo de Egipto durante el reinado de la dinastía V del rey Djedkare Isesi (2414-2375 a.C.). Todas las civilizaciones letradas conocidas, incluyendo la antigua Grecia y Roma, desarrollaron reglas para la conducta social adecuada. Confucio incluye reglas para comer y hablar junto con sus dichos más filosóficos. Concepciones modernas sobre qué comportamiento identifica un caballero fueron codificadas en el siglo XVI, en un libro de Baldassare Castiglione («El Cortesano»). Luis XIV estableció una ceremonia de corte elaborada y rígida, lo que se distinguió de la alta burguesía (en este contexto impresiona a nobles y a dignatarios extranjeros con entretenimiento, ceremonia y un sistema altamente codificado de la etiqueta, estableciendo su supremacía). Aún más recientemente, el auge de Internet ha hecho necesaria la adaptación de las normas de conducta existente para crear la «netiqueta», que regula la redacción de correos electrónicos, las reglas para participar en un foro en línea, y determina que si un usuario tiene conocimiento de algún comportamiento inadecuado tiene el deber de denunciarlo ante las autoridades competentes.

24. MODALES. Es un término generalmente precedido de las palabras buenos o malos para indicar si un comportamiento es socialmente aceptable o no, respectivamente. Cada cultura se adhiere a un conjunto diferente de costumbres, aunque muchas de las costumbres son comunes entre distintas culturas. Los modales son un subconjunto de las normas sociales que se hacen cumplir de manera informal a través de la auto regulación y la vigilancia social. Permiten la «ultra sociabilidad» humana al imponer el auto control y el compromiso en acciones ordinarias y cotidianas.

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