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I. El teletrabajo en el nuevo contexto empresarial

El teletrabajo es un sistema de organización laboral que permite ejecutar mediante la utilización de herramientas digitales como plataformas de videoconferencia, software de gestión de proyectos y servicios en la nube las actividades propias de determinados puestos desde fuera de las instalaciones de la empresa, ya sea desde el hogar, en centros habilitados al efecto o de manera móvil (1) . La viabilidad del teletrabajo depende de la infraestructura tecnológica, que varía entre regiones. En áreas urbanas de países desarrollados, la adopción es más fácil debido a la conectividad y tecnologías avanzadas, mientras que en regiones rurales o países en desarrollo, la falta de acceso a internet y dispositivos adecuados presenta diversos desafíos.

Desde que Jack M. Nilles acuñara el término «teletrabajo» (2) en 1975, en un contexto marcado por la crisis del petróleo y el aumento de los costes y la dificultad para acceder al combustible como una opción para evitar los desplazamientos hacia las oficinas, aprovechando las Tecnologías de la Información y la Comunicación (en adelante TIC) (3) , su aplicación se ha propuesto como una solución a diversos desafíos organizacionales y sociales (4) . Entre estos, destacan la reducción de costes inmobiliarios empresariales, la facilitación de la conciliación entre la vida laboral y familiar (5) , la promoción de la salud laboral (6) , la creación de oportunidades laborales para personas con discapacidad (7) , así como la descongestión del tráfico y la reducción de la contaminación atmosférica (8) .

La evolución del teletrabajo ha estado estrechamente ligada al avance de las TIC. En la actualidad, con la llegada de la robótica, la inteligencia artificial, el Internet de las cosas (IoT), el blockchain, la realidad virtual, las redes de alta velocidad y los sistemas inalámbricos, entre otras innovaciones, se han creado entornos virtuales capaces de facilitar una amplia gama de servicios de forma remota. Este panorama tecnológico, junto con la disminución de las barreras económicas para acceder a Internet y a las herramientas tecnológicas, el aumento de los costes asociados al transporte y las iniciativas empresariales destinadas a fomentar el equilibrio entre el trabajo y la vida personal, ha impulsado la adopción generalizada de las TIC en todos los sectores, especialmente en el ámbito laboral (9) .

El constante progreso tecnológico, su integración en el ámbito educativo y la estrecha relación entre formación y empleo configuran un escenario actual donde el teletrabajo ha dejado de ser únicamente un recurso complementario, limitado a empresas tecnológicas para convertirse en una modalidad principal y muy ventajosa para diversas organizaciones y empresas de distintos tamaños y sectores. Esta expansión ha permitido que un número creciente de puestos y funciones sean desempeñados de manera remota.

II. El teletrabajo: transición justa hacia una economía verde

Los efectos que conllevan las herramientas de lucha contra la emergencia climática hacen insoslayable apostar por una transición justa hacia economías verdes donde debe adquirir un protagonismo esencial el empleo decente. Una fórmula imprescindible para la materialización de la sinergia entre sostenibilidad ambiental y creación de empleo de calidad puede encontrarse en el trabajo digital a distancia.

Teletrabajo y medio ambiente son dos conceptos que han convergido de manera inesperada y han logrado transformar la realidad actual

Teletrabajo y medio ambiente son dos conceptos que han convergido de manera inesperada y han logrado transformar la realidad actual. Cada vez más personas somos conscientes de la importancia de proteger nuestro planeta y modificar aspectos sociales que influyen en nuestro bienestar.

Resulta innegable que el trabajo digital a distancia, o teletrabajo, permite reducir significativamente la huella de carbono al disminuir la necesidad de desplazamientos diarios, contribuyendo así a la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero. Además, fomenta el uso eficiente de los recursos energéticos y la adopción de tecnologías verdes.

Asimismo, el teletrabajo puede ser una herramienta valiosa para mantener la actividad laboral durante emergencias climáticas, asegurando la continuidad operativa de las empresas y la estabilidad económica de los trabajadores. Aunque aún no esté formalmente reconocido como una medida de emergencia en el marco legal, su interpretación progresiva podría respaldar su uso como una forma de «fuerza mayor ambiental» (10) .

Por todo ello, el teletrabajo, cuando se implementa de manera estratégica y responsable, puede desempeñar un papel fundamental en la transición hacia economías verdes, combinando la sostenibilidad ambiental con la creación de empleo de calidad (11) . Es una solución que no solo responde a la urgencia climática, sino que también promueve un desarrollo económico más justo y sostenible.

Sin embargo, para que esta modalidad laboral sea realmente efectiva en términos de sostenibilidad, es crucial implementar prácticas de eficiencia energética y gestión responsable de residuos tanto en el entorno laboral como en los hogares de los teletrabajadores y en los telecentros o coworkings.

III. Beneficios en términos de sostenibilidad

La introducción del teletrabajo puede significar una reducción significativa en el número y la frecuencia de los desplazamientos al disminuir los trayectos desde el hogar hasta el lugar de trabajo, y viceversa, se observa una reducción en las emisiones de dióxido de carbono, lo que contribuye a mejorar el entorno ambiental.

Tal y como se recoge en el Libro Blanco del Teletrabajo, la reducción de los desplazamientos desde los domicilios de los empleados hasta los centros de trabajo, lo que conlleva una disminución proporcional de los impactos ambientales relacionados con dichos desplazamientos, tales como las emisiones de dióxido de carbono (CO2), monóxido de carbono (CO), óxidos de nitrógeno (NxOy) y dióxidos de azufre (SO2) y las partículas provenientes del transporte, que afectan negativamente la calidad del aire.

Asimismo, esta acción puede contribuir al ahorro de energía, aliviar la congestión del tráfico y disminuir las emisiones, al tiempo que beneficia la salud mental de los trabajadores al evitar el estrés asociado con los largos desplazamientos hacia y desde el trabajo, que suelen realizarse en vehículos de transporte privado o público muy transitados .

Según el informe «Un año de teletrabajo: su impacto en la movilidad y en las emisiones de CO2» publicado por Greenpeace, adoptar un día de teletrabajo a la semana podría conllevar un ahorro de hasta 406 toneladas de CO2 al día. La implementación del teletrabajo podría reducir un 7-8% las emisiones diarias relacionadas con los desplazamientos al trabajo y un 3% las relacionadas con el transporte en general.

Varios estudios han demostrado que la reducción de estas emisiones gracias al teletrabajo contribuye al logro de los objetivos climáticos establecidos en la Agenda 2030. Así, el estudio realizado por la Agencia Francesa para la Transición Ecológica (ADEME por sus siglas en francés) recogió una reducción del 65% en los desplazamientos entre el domicilio y el trabajo y una reducción del 35% en las distancias recorridas, dando lugar a un beneficio medioambiental al reducir los desplazamientos entre el domicilio y el trabajo de 271 kilogramos de carbono equivalente (kg eqCO2) al año. Subraya dicho informe que «el teletrabajo ofrece, pues, un considerable potencial de reducción de la movilidad con efectos favorables sobre la congestión y las emisiones de gases de efecto invernadero y contaminantes (12) ». No obstante, se considera que tal estimación resulta reduccionista, pues atiende exclusivamente al efecto de la disminución de la movilidad que posibilita esta forma de trabajo, que es seguramente el factor contaminante más inmediato y fácil de medir, pero desde luego, no el único, por lo que debe ser revisada desde un enfoque más amplio.

Esta modalidad de empleo también aporta otros beneficios para la sostenibilidad, como la reducción del consumo de papel y la disminución de la contaminación lumínica y acústica en las ciudades. Además, no solo ayuda al cuidado del planeta, sino que también aumenta la productividad de las personas trabajadoras y su salud en general, mejorando la conciliación de la vida laboral y familiar.

Además de los efectos positivos del teletrabajo en la reducción de los desplazamientos, ya mencionados, encontramos otros impactos beneficiosos para el medio ambiente. La flexibilidad laboral y la posibilidad de trabajar de forma remota contribuyen a disminuir la ocupación del suelo urbano. Con el teletrabajo, se puede reducir el espacio dedicado a los puestos de trabajo presenciales en oficinas y otros lugares laborales, lo que puede significar una disminución promedio de alrededor de 2 metros cuadrados por puesto, sin considerar espacios compartidos como salas de reuniones.

Otro aspecto relevante es la reducción del consumo de recursos no renovables, como los combustibles fósiles. Esta disminución no solo se deriva de la reducción de los desplazamientos en vehículos motorizados, sino también de la menor demanda de energía en las oficinas: se reduce el consumo de electricidad, gases refrigerantes y combustible para calefacción.

Es crucial considerar el cambio en el uso de recursos y la generación de residuos, aunque de manera menos directa que los casos anteriores. En este sentido, es notable que el uso de tecnologías modernas permite evitar el uso excesivo de papel y la generación de residuos de tóner al imprimir.

IV. Posibilidades normativas

La Exposición de Motivos de la Ley 10/2021, de 9 de julio, de Trabajo a distancia (LA LEY 15851/2021) (en adelante LTD), recoge entre sus pilares esenciales, la eficacia del teletrabajo como medida para contrarrestar la degradación medioambiental. Esta perspectiva no sólo ha adquirido singular relevancia durante la pandemia COVID-19, sino que, como ya consta, había sido transmitida de forma preclara en estudios previos como el «Libro Blanco del Teletrabajo en España» de 2012, que resalta el potencial del teletrabajo para reducir las emisiones de CO2, subrayando que el teletrabajo es una herramienta eficaz para mitigar la degradación ambiental. Idea que fue reiterada y ampliada en la segunda edición de dicho estudio, publicada en 2019. Dicha ley, incorpora estos conceptos, enfatizando los beneficios ambientales del teletrabajo y su potencial para contribuir a un desarrollo más sostenible (13) .

La ley reconoce otros aspectos positivos del teletrabajo, como la mejora en la conciliación de la vida laboral y familiar, el incremento de la flexibilidad laboral y la potencial reducción de costes operativos para las empresas

Además de los beneficios ambientales, reconoce otros aspectos positivos del teletrabajo, como la mejora en la conciliación de la vida laboral y familiar, el incremento de la flexibilidad laboral y la potencial reducción de costes operativos para las empresas. No obstante, también aborda los desafíos que esta modalidad implica, tales como la necesidad de garantizar el derecho a la desconexión digital, la prevención de riesgos laborales en el hogar y la necesidad de una adecuada regulación para evitar abusos y asegurar condiciones laborales justas.

Sin embargo, en los términos generales en los que se formula, este planteamiento incurre en un doble reduccionismo. En primer lugar, parte del supuesto de que todas las personas trabajadoras se desplazan exclusivamente en vehículo particular hasta sus centros de trabajo, lo cual no es necesariamente cierto, ya que muchas personas utilizan otros medios de transporte como el metro, autobús, tren, caminan o usan bicicleta, entre otros. En segundo lugar, se centra únicamente en la huella contaminante de los vehículos, ignorando la que surge de la actividad digital, que no solo existe, sino que puede ser considerablemente significativa (14) .

Por todo ello representa un paso significativo hacia la consolidación del teletrabajo como una práctica habitual y beneficiosa en el mercado laboral español. Al incorporar los beneficios señalados en estudios previos y abordar las áreas problemáticas, busca promover un entorno laboral más sostenible y equilibrado. El V Acuerdo sobre empleo y negociación colectiva, firmado el 19 de mayo de 2023 (15) , representa un hito en la búsqueda de promover un entorno laboral más sostenible y equilibrado, adaptado a las necesidades del siglo XXI. Su enfoque trasciende lo inmediato, abarcando no solo los aspectos prácticos y operativos del teletrabajo, sino también sentando las bases para su evolución futura. Esto se traduce en la creación de un marco normativo que no solo responde a las necesidades actuales, sino que también asegura una adaptación continua y progresiva en línea con los avances tecnológicos y las transformaciones sociales. Al incorporar los beneficios señalados en estudios previos y abordar las áreas problemáticas, este acuerdo establece un marco para el desarrollo futuro del teletrabajo y otras prácticas laborales, asegurando que evolucionen de manera inclusiva y responsable. Este pacto refleja un compromiso conjunto de los actores sociales para construir un futuro laboral más justo, inclusivo y sostenible para todos.

V. Exigencias de un modelo ecoeficiente

La incidencia del teletrabajo, combinado con la digitalización, en la sostenibilidad es innegable y está generando un impacto positivo significativo, sin embargo cabe plantearse cuál y cómo está siendo realmente el impacto ambiental de estos cambios, si se está logrando un avance hacia un modelo más ecoeficiente y sostenible, o si, simplemente, estamos sustituyendo la forma de generar un mismo impacto ambiental en la suma global de las actividades realizadas.

Pese a las bondades nada desdeñables que el teletrabajo provoca sobre la sostenibilidad ambiental, no cabe ocultar algún flanco abierto a la crítica en este enfoque, pues se trata de una apreciación limitada, al centrarse principalmente en la reducción de la movilidad asociada al teletrabajo, pasando por alto ciertos impactos nocivos del teletrabajo en el medio ambiente.

El principal impacto negativo del teletrabajo en el medio ambiente es la contaminación digital generada por las actividades laborales en remoto. En el sector de las telecomunicaciones, se observa un fuerte aumento del uso de datos desde que se pusieron en marcho las primeras medidas de contención en marzo de 2020: un 30% en el uso de Internet fijo, 30% para el uso de datos móviles y 20% para el streaming (16) .

Además, puede conducir a un aumento del gasto energético a nivel individual debido a la necesidad de mantener iluminación y climatización en los hogares de las personas que trabajan desde casa. Por otro lado, la intensificación del uso de tecnología y la comunicación digital en el teletrabajo pueden dar lugar a lo que se conoce como «polución digital», contribuyendo así a aumentar la huella ambiental. De igual manera, es importante subrayar que todas estas modalidades de trabajo no presencial dependen en gran medida de las tecnologías avanzadas, las cuales requieren un alto consumo energético para su producción. El teletrabajo ha provocado un auge en la compra de ordenadores y otros equipos que requieren para su fabricación materiales altamente contaminantes, y presentando una elevada tasa de obsolescencia, incrementando la producción de desechos tecnológicos y residuos electrónicos como resultado del uso extensivo de equipos informáticos en el teletrabajo. Estos desechos, que contienen metales pesados y otros materiales tóxicos, tienen un impacto ambiental significativo y plantean desafíos adicionales en términos de gestión de residuos (17) . Al tiempo, demandan un suministro constante de energía, incluso cuando no están en uso activo.

Por ello, el impacto real del teletrabajo en el medio ambiente depende de una serie de factores que deben ser considerados cuidadosamente y gestionados de manera adecuada para garantizar que se obtengan los beneficios deseados en términos de reducción de la huella ambiental.

Para evaluar adecuadamente el impacto medioambiental del teletrabajo en comparación con el trabajo presencial, es esencial considerar una serie de factores diversos. Si bien el teletrabajo ofrece la ventaja de reducir los desplazamientos y, por ende, las emisiones de CO2 asociadas al transporte, también conlleva ciertos aspectos que pueden contrarrestar estos beneficios.

Por ejemplo, el teletrabajo implica un aumento en el consumo individual de energía para iluminación, climatización y uso de dispositivos electrónicos, lo cual puede tener un impacto negativo en la sostenibilidad ambiental. En contraste, el trabajo presencial permite un uso más eficiente de los recursos al aprovechar el consumo colectivo.

Además, el teletrabajo puede generar una mayor dependencia de la comunicación digital, lo que a su vez implica el envío frecuente de correos electrónicos y mensajes instantáneos. Aunque estos medios de comunicación parecen ser limpios en comparación con el transporte físico, contribuyen a la polución digital, que es una preocupación creciente en términos de sostenibilidad ambiental.

Por lo tanto, para determinar el verdadero impacto medioambiental del teletrabajo, es crucial considerar tanto los beneficios como los desafíos asociados con esta modalidad de trabajo, así como buscar formas de mitigar sus efectos negativos en el medio ambiente.

En este contexto, no pudiendo considerarse automáticamente el teletrabajo como empleo sostenible, ya que su impacto ambiental depende de una serie de factores específicos y puede variar atendiendo a diversos contextos en comparación con el trabajo presencial. Encontrar el equilibrio óptimo entre los beneficios y los impactos negativos del teletrabajo se convierte en un desafío crucial para nuestra sociedad

La consideración del teletrabajo como una medida sostenible debe ponderar una gama amplia de factores ambientales. Es decir, el teletrabajo solo puede ser considerado «empleo sostenible» si cumple con dos condiciones: en primer lugar, si su huella ambiental total es menor que la del trabajo presencial; y en segundo término, si se adoptan medidas para minimizar esta huella, como el uso de fuentes de energía renovable y la implementación de prácticas de eficiencia energética.

Para lograr un verdadero avance hacia un modelo más sostenible, es necesario que tanto las empresas como los trabajadores adopten una perspectiva holística que considere todos los factores mencionados. Esto incluye el establecimiento de directrices claras para el uso eficiente de la energía, la adopción de tecnologías verdes, y la implementación de prácticas laborales que minimicen el impacto ambiental.

VI. El teletrabajo visto como una modalidad contractual «ecoamigable»: análisis casuístico

Para determinar si el teletrabajo genera un impacto ambiental positivo en comparación con el trabajo presencial, es necesario considerar cuidadosamente las diferentes circunstancias que rodean la realización del trabajo remoto. Esto implica evaluar todos los factores que influyen en la huella ambiental del teletrabajo, desde el consumo individual de recursos hasta los métodos de comunicación utilizados. Al analizar de manera integral estos aspectos, podremos comprender mejor el verdadero impacto medioambiental del teletrabajo y tomar decisiones informadas para fomentar prácticas laborales más sostenibles.

Es fundamental considerar múltiples aspectos al comparar los efectos medioambientales del teletrabajo con el trabajo presencial. Por un lado, el teletrabajo conlleva un aumento en el consumo individual de energía para iluminación, climatización y otros dispositivos electrónicos en los hogares de los trabajadores. En contraste, el trabajo presencial suele ser más eficiente energéticamente, ya que permite un uso colectivo de recursos en las instalaciones de la empresa.

Por otro lado, el desarrollo de ciertos trabajos requiere una comunicación fluida entre los empleados, que se resuelve de manera directa e inmediata en el entorno presencial. Sin embargo, al trabajar de forma remota, esta comunicación se realiza principalmente a través de correos electrónicos y mensajes instantáneos, lo que contribuye a la polución digital ambiental. Estos medios de comunicación, si bien aparentemente limpios en comparación con los desplazamientos físicos, generan una huella ambiental que no debe pasarse por alto.

El concepto de empleos verdes dentro del marco de la economía verde está intrínsecamente ligado a actividades económicas que no solo son ambientalmente responsables, sino que también contribuyen activamente a la preservación y mejora del entorno natural. Estas actividades están orientadas hacia la utilización eficiente de los recursos naturales, la protección de la biodiversidad y la disminución de las emisiones de gases de efecto invernadero, todo ello con el objetivo de reducir el impacto negativo sobre el medio ambiente y fomentar la sostenibilidad a largo plazo (18) .

En este contexto, el teletrabajo no puede considerarse automáticamente como un empleo verde debido a su naturaleza. Aunque el teletrabajo puede tener ciertos beneficios ambientales, como la reducción de emisiones al eliminar los desplazamientos diarios al lugar de trabajo, esta modalidad laboral no se ajusta completamente al concepto de empleos verdes. El teletrabajo se enfoca más en la eficiencia y flexibilidad laboral que en la protección directa del medio ambiente.

Incluso si adoptamos una definición más amplia de empleos verdes, como la propuesta por la Resolución del Parlamento Europeo de 2015, que identifica el empleo verde con el empleo sostenible, sigue siendo difícil clasificar el teletrabajo en esta categoría de manera absoluta y generalizada (19) . Esto se debe a que la evaluación del impacto medioambiental del teletrabajo es altamente variable y depende de una serie de factores, como la naturaleza del trabajo, los hábitos de consumo energético de los trabajadores, las políticas de la empresa y otras circunstancias específicas de cada caso.

Por ello, aunque el teletrabajo puede contribuir indirectamente a la sostenibilidad ambiental al reducir las emisiones de gases contaminantes, su inclusión dentro del concepto de empleos verdes o sostenibles requiere un análisis detallado y contextualizado de sus efectos reales en el medio ambiente y en la sociedad en general.

Para considerar el teletrabajo como «empleo sostenible» ha de cumplir dos condiciones clave:

  • a) Su impacto ambiental debe ser menor que el de las actividades presenciales equivalentes, considerando todas las emisiones generadas por los trabajadores que teletrabajan en comparación con el escenario presencial. Las condiciones materiales del teletrabajo deben estar diseñadas para minimizar las emisiones al máximo.
  • b) Las condiciones materiales del teletrabajo deben estar diseñadas para minimizar las emisiones al máximo.

VII. Conclusiones

El progresivo avance de las TIC en las últimas décadas ha sido un factor determinante en la expansión del teletrabajo, resultado en la automatización de labores directas y repetitivas, llevando a que «[...]la presencia continuada del trabajador en el centro de trabajo pierda su sentido» (20) . La digitalización ha desencadenado transformaciones significativas en la dinámica laboral. Entre estas, destaca la adopción generalizada del teletrabajo por parte de numerosas empresas. En este nuevo devenir «la unidad locativa por excelencia, o sea, el puesto de trabajo, se antoja movible, abierto, multifuncional y desespecializado» (21) .

Como ocurre con cualquier cambio significativo, la adopción del teletrabajo ha tenido repercusiones, tanto positivas como negativas, en diversos ámbitos, tales como la economía, la gestión empresarial, así como en el bienestar de las personas y el medio ambiente.

La implementación del teletrabajo emerge como una herramienta con potencial para mitigar el cambio climático al reducir las emisiones de carbono asociadas con los desplazamientos laborales. Existen evidencias que respaldan la idea de que el teletrabajo ha beneficiado la gestión económica de las empresas al permitir un ahorro considerable en costos operativos, como alquileres, suministros y desplazamientos, así como en capital. Sin embargo, su implementación conlleva desafíos ambientales adicionales, como el aumento del gasto energético individual y la generación de residuos tecnológicos. Abordar estos desafíos requerirá un enfoque equilibrado que considere tanto los beneficios como los impactos negativos del teletrabajo en el medio ambiente.

Si bien el teletrabajo puede ofrecer ventajas en términos de reducción de desplazamientos y emisiones relacionadas con el transporte, también plantea desafíos (22) , por ejemplo en cuanto al consumo energético individual y la generación de polución digital. Es esencial evaluar todos estos aspectos de manera integral para comprender completamente el impacto medioambiental de cada modalidad laboral y adoptar medidas que promuevan una mayor sostenibilidad en el ámbito laboral.

Por todo ello, la consideración del teletrabajo como una práctica sostenible debe tener en cuenta una variedad de factores ambientales. Esto implica que el teletrabajo solo puede considerarse como un tipo de empleo sostenible si cumple con dos condiciones: primero, si su impacto ambiental total es menor que el del trabajo en la oficina; y segundo, si se implementan medidas para reducir este impacto, como el uso de energías renovables y prácticas de eficiencia energética.

Es fundamental desarrollar políticas y prácticas que fomenten un teletrabajo sostenible y responsable, minimizando su huella ambiental y maximizando sus beneficios tanto para las empresas como para la sociedad en su conjunto. Por ejemplo, la sostenibilidad del teletrabajo podría lograse en gran medida con la adopción de políticas de gestión de residuos responsables, que incluyan el reciclaje y la reutilización de equipos tecnológicos. Pieza clave es, pues, la promoción de una economía circular en la que los recursos se reutilicen y reciclen contribuyendo a mitigar los impactos ambientales asociados con el teletrabajo.

En fin, a pesar de que el teletrabajo tiene el potencial de contribuir significativamente a la sostenibilidad ambiental, su efectividad depende de una gestión cuidadosa y de la implementación de estrategias que promuevan la eficiencia energética y la reducción de residuos. Solo a través de un enfoque integral y concertado se podrá asegurar que el teletrabajo no solo sustituya una forma de generar impacto ambiental por otra, sino que realmente avance hacia un modelo más ecoeficiente y sostenible.

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