Ilier Navarro. Gestionar de manera eficaz las tensiones y roces que se producen en determinados momentos en los despachos es una de las tareas que tienen que afrontar los responsables. Correr un tupido velo no suele ser la solución más eficaz, al menos, a largo plazo, pues los pequeños conflictos diarios entre profesionales pueden enquistarse y pasar factura más tarde. Lo ideal es contar con un clima laboral favorable, que resulte estimulantes sin llegar a niveles tóxicos de estrés. Cuando esto ocurre, puede ser útil implementar algunas medidas que ayuden a recuperar los niveles de camaradería y de compañerismo óptimos para cualquier organización.
Hay determinadas etapas a lo largo del año en que las exigencias profesionales parecen ponernos entre la espada y la pared y las discusiones entre compañeros de trabajo están a la orden del día. Los directivos y jefes de equipo deberían intervenir de manera inteligente y estratégica para evitar que el mal sea mayor, de manera que el ambiente de trabajo sea agradable y no se produzcan las temidas fugas de talento.
El foco se debe poner en crear un clima de confianza, en el que todos los integrantes del equipo se sientan libres para dialogar y plantear los problemas de comunicación que puedan aparecer. Una buena gestión humana de los trabajadores ayudará a reducir los niveles de estrés laboral, a mejorar el bienestar y disminuir los niveles de absentismo. Si el líder empresarial logra solucionar satisfactoriamente estos conflictos -naturales y esperables en organizaciones que están integradas por personas- puede contribuir a elevar el compromiso de los colaboradores, mejorar su satisfacción y consolidar equipos más estables y eficaces en el tiempo.
Mejorar el clima laboral
Con el objetivo de restablecer un ambiente de trabajo positivo, competitivo y colaborador, los responsables pueden aplicar una serie de medidas que recomiendan diversas consultoras de recursos humanos. Algunas de ellas son las siguientes:
• Organiza actividades de equipo. De vez en cuando es conveniente realizar actividades grupales con la participación de todos los empleados. Este tipo de encuentros distendidos pueden ayudar a limar asperezas que se han dado en el día a día. Incluso se pueden crear dinámicas de grupo para destacar lo positivo que es contar con cada uno de sus integrantes, aspectos a mejorar (expresados de forma asertiva) y tener una actitud de apertura a la escucha. Los responsables, como no puede ser de otra manera, deben dar ejemplo y ser los primeros en tener una actitud positiva y de apoyo hacia todos los miembros de la plantilla.
• Celebra charlas cara a cara. Sentirse escuchado y escuchar es una de las mejores herramientas para que los roces no vayan a más. Aunque actualmente contamos con numerosas herramientas de comunicación profesional, no hay nada más humano que el cara a cara. Estar cerca de ellos, mostrar interés por sus dificultades y por los retos profesionales que afrontan, intentar buscar soluciones de manera conjunta puede ser una herramienta mucho más eficaz de lo que se cree a priori.
• Gestiona el trabajo de manera equilibrada. Los responsables de los equipos deberán intentar no sobrecargar a unas personas por encima de otras. Es cierto que en los equipos humanos siempre hay alguno que destaca por hacer el trabajo mejor y más rápido que otros, pero es indispensable encontrar un equilibrio para no “quemar” al profesional más eficiente. Así lograrás que estén todos a una. Repartir el trabajo y la responsabilidad no solo es justo, sino también necesario para mantener un buen clima laboral.
• Reconoce a quien se lo merece. El trabajo bien hecho merece un reconocimiento tanto a nivel privado como público. Si alguno de los trabajadores ha realizado su trabajo de manera brillante y eficiente, debe ser felicitado y hay que agradecer su esfuerzo. De esta manera, mejorará su nivel de motivación.
• Ofrece oportunidades de crecimiento. Para muchos empleados el acceso a formación y a nuevas responsabilidades es clave para sentir que avanza y progresa como profesional. De este modo, sentirá que la empresa cree en él y en su potencial. Y el bufete podrá aprovechar sus nuevas habilidades.
• Sé flexible. En algunos casos, ofrecer flexibilidad horaria para entrar y salir del trabajo, o para desempeñar algunas horas de la jornada a distancia es la clave para que tus colaboradores puedan compatibilizar su vida profesional con sus responsabilidades personales o familiares.
• Cuida el entorno de trabajo. Mantener un espacio de trabajo ordenado, confortable y limpio es algo que muchas veces se pasa por alto, pero que puede repercutir considerablemente en rebajar la tensión entre compañeros. Realizar una correcta ventilación de los espacios, con buenos niveles de climatización y de iluminación (en la medida de lo posible, luz natural), con espacios adaptados tanto para la concentración como para la colaboración, con mobiliario adecuado, es un primer paso para generar un ambiente positivo de trabajo.
• Crea espacios de desconexión. Cada vez más empresas cuentan con salas para desconectar del estrés diario, espacios bien diferenciados de aquellos destinados a celebrar reuniones. Debe ser un espacio separado. Puede contar con mobiliario cómodo, alimentos saludables como tentempié (frutas, zumos, frutos secos, etc.), un pequeño jardín o plantas decorativas. Pueden convertirse remansos de pazo en días ajetreados.
• Cuenta con espacios colaborativos. Si el despacho cuenta con salas bien provistas de los materiales necesarios (mesas de trabajo grupal, buena conectividad, pantallas para reuniones a distancia, buena iluminación, sillas cómodas, aislamiento del ruido exterior, etc.), contará con espacios que favorecerán el trabajo en equipo.
Puede ser que se den casos extremos en los que sea una persona concreta la que genere conflictos de manera continua y con personas de distintos perfiles. Este tipo de situaciones requerirán de una mayor atención por parte de los jefes de equipo y responsables de área, que deberán determinar si es posible encausar la situación mediante una charla con el profesional y saber si tiene algún problema o si está atravesando por una dificultad personal.
También puede ser que no se sienta cómodo en el puesto que desempeña, por lo que se puede valorar la posibilidad de cambiarle de funciones. Una solución extrema, cuando ya no haya más remedio, puede ser el despido. Estos casos deben abordarse con el asesoramiento de un especialista en Derecho laboral de manera que estén bajo control los posibles riesgos legales de la salida.