Ilier Navarro. Seguramente más de una vez habrás pensado en lo bien que te iría si fueras tu propio jefe y te lanzases a montar un bufete por tu cuenta, ¿verdad? No eres el único. Muchos profesionales de la abogacía han fantaseado en más de una ocasión con dar el salto a abrir un negocio por cuenta propia, buscar clientes, contratar personal, poder pasar más tiempo con la familia y los amigos, ver cómo crece el negocio… pero la realidad puede ser muy distinta. Sin duda, se trata de una decisión que conlleva numerosas ventajas -de lo contrario, nadie abriría su propio despacho-, pero también incluye una amplia lista de dificultades que conviene analizar con realismo antes de dar este paso decisivo en tu carrera. A continuación, detallamos algunas de las principales dificultades de emprender en la abogacía.
Debido a numerosas causas, como la desmotivación que se sufre en su trabajo, las largas jornadas interminables, la presión, los plazos perentorios y los vencimientos, etc. no son pocos los abogados que le dan vueltas a la idea de emprender y de ser su propio jefe.
Pero más allá de la necesidad de realizar el obligatorio análisis de mercado, de estudiar si puedes crear una propuesta de valor diferencial y única frente a la de tus competidores, de buscar un nicho de clientes o un sector concreto de especialización, e incluso de apostar por un servicio más tecnológico innovador, debes conocer los aspectos que harán que emprender sea una tarea más difícil de lo que parece a priori.
Dificultades de ser tu propio jefe
Aunque antes de iniciar la actividad por cuenta propia todo parecen ser ventajas, ser emprendedor supone que toda la responsabilidad del negocio recaerá, sobre todo, en ti, en tu esfuerzo y en tu iniciativa. Especialmente al principio, cuando el presupuesto para contratar empleados esté bastante restringido mientras no lleguen suficientes clientes para cubrir los gastos y obtener un cierto nivel de beneficio.
Es crucial tener una mirada realista y tener conciencia de que lanzarte con tu propio despacho requerirá siempre de un esfuerzo adicional porque hay obstáculos que tendrás que resolver tú mismo. Algunos de ellos son:
• Escasez de recursos. En los primeros años el acceso a financiación puede ponerse cuesta arriba. Convencer al banco para que te conceda un préstamo o a posibles inversores para que confíen su dinero en tu negocio no es nada fácil, debes contar con un plan de negocio sólido y demostrar que cuando se ponga en marcha ofrecerá resultados. Optar por vías de financiación no tradicional es una alternativa a tener en cuenta, pero también será difícil. Solo cuando tu bufete demuestre que capta clientes de cierta envergadura y que sigue adelante sin grandes dificultades, puede resultar más creíble y convincente de cara a atraer inversiones.
• Movimientos de los competidores. El sector de los despachos de abogados y las asesorías jurídicas externas es muy tradicional y de largo recorrido y, hay que reconocerlo, presenta un cierto nivel de saturación. Hay un elevado número de competidores en las distintas áreas de especialización, independientemente del segmento de clientes al que se dirija, y este es un factor que debes tener muy en cuenta, sobre todo, a la hora de diferenciarte. Vigila de cerca a la competencia e intenta destacar en aspectos positivos que ofrezcan valor al segmento de clientes que has señalado como público objetivo. Competir por precios bajos puede resultar tentador, pero no siempre es la mejor alternativa. Debes estudiar varias alternativas para plantear una oferta única y distintiva.
• Falta de experiencia. La falta de conocimientos y experiencia es un factor importante que requiere de especial atención porque, en el sector jurídico, la experiencia es lo que te permite ofrecer un mejor servicio, de calidad, con valor. Si tienes recursos para invertir, pero te falta recorrido profesional, puede ser una buena opción asociarte con un abogado que supla esa carencia, que aporte esos conocimientos, su prestigio, la práctica y la veteranía que genere confianza en los futuros clientes. O bien, puedes esperar a formarte durante unos años en un despacho de abogados, hacer contactos e invertir en cursos de especialización que mejoren tus competencias.
• Habilidades directivas. Precisamente relacionado con lo anterior, puede haber asuntos críticos para la viabilidad y el futuro del negocio que te obliguen a tomar decisiones complejas para las que no cuentas con formación. Esto puede ser especialmente relevante cuando se trata de asuntos vinculados a la dirección estratégica, la gestión de los recursos (casi siempre escasos) y la solución de problemas cotidianos, de recursos humanos o de financiación. Si, al contrario de lo dicho en el punto anterior, cuentas con una amplia trayectoria en la abogacía que avala tu prestigio profesional, pero no tienes habilidades de gestión o para dirigir un bufete, entonces puedes buscar apoyo en un socio gestor que sea de confianza y que lidere también la estrategia comercial.
• Conciliación con la vida personal. No pocos profesionales creen que, si emprenden y abren las puertas de su propio despacho, podrán compatibilizar mejor la vida personal con la profesional, que se acabarán las largas jornadas de trabajo y que podrá delegar en otra persona en caso de que los asuntos urgentes surjan en momentos inoportunos. Craso error. Emprender en el sector jurídico, como en otros muchos, exige que se dediquen muchas horas de trabajo y también requiere de sacrificios personales. Son abundantes los casos de personas que se han equivocado al pensar que, si tenían su propio bufete, esto iba a cambiar, pero no suele ser así. No olvides que toda la responsabilidad de tu negocio recaerá en ti, que tu equipo seguirá tu ejemplo y que eres tú quien debe tirar de ellos. Algunos bufetes tardan unos pocos años, otros varios y, en otros casos, hay que esperar décadas para que la empresa se consolide y te deje respirar con algo de tranquilidad.
Emprender no es una tarea fácil en ningún sector. Y el jurídico no es una excepción. De ahí que antes de dar el paso, sea conveniente tomarse un tiempo y realizar una reflexión interna honesta. Puede resultar muy recomendable hablar con personas que hayan pasado por esto antes que tú, que compartan sus experiencias y aprendizajes contigo, sus errores, lo que no volverían a hacer, lo que tendrían que haber hecho antes o más tarde, las prácticas les han resultado especialmente útiles, los pro y los contra. La voz de la experiencia puede ser clave para que puedas decidir con plena conciencia si tienes la disposición y el compromiso a largo plazo para asumir los enormes desafíos que supone montar un bufete por tu cuenta.