Ilier Navarro. El conjunto de habilidades directivas y la capacidad de influencia en el comportamiento de las empleados que forman parte de un equipo de trabajo para que consigan las metas y objetivos corporativos que se han fijado es, de manera muy sencilla, lo que se conoce como liderazgo en el entorno empresarial. Está vinculado con la capacidad del directivo o responsable para delegar funciones en otros profesionales y ayudarles a desarrollar todo su potencial. También con la habilidad para actuar proactivamente, gestionar las emociones de los distintos miembros del grupo, incentivarles y motivarles de manera eficaz. Y esto no siempre está asociado a que cuente con un cargo determinado que lo dote de una autoridad formal: esto quiere decir que no todos los líderes son jefes, aunque los jefes deberían ser un buen líder.
¿Por qué es tan relevante que una organización cuente con líderes capaces de lograr que su equipo esté motivado al desarrollar su trabajo, para conseguir un objetivo común? Porque con estas habilidades pueden ser una suerte de motor para impulsar la transformación de la cultura interna y crear una atmósfera propicia, de modo que estas metas se alcancen en menos tiempo y de manera más eficaz.
Esto es de vital importancia en un entorno en el que tenemos que aprender a convivir con cambios tecnológicas de enorme calado, marcados por el desarrollo de la inteligencia artificial y su integración en los procesos internos de las compañías y negocios de distintos sectores. En este contexto, es fundamental que los responsables en los distintos niveles del organigrama empresarial se preparen para desarrollar una serie de cualidades que les ayudarán a cumplir con sus funciones. Son las siguientes.
1. Habilidad emocional. El líder debe ser capaz de entender las emociones que afectan a los distintos miembros de su equipo, conectar con ellos, percibir lo que “se cuece” en el equipo y su estado de ánimo, para saber si están todos alineados y cohesionados o si, por el contrario, existen algunas tensiones o hay voces que no están siendo escuchadas o, simplemente, ni siquiera se pronuncian. Leer las señales que permitan entender la dinámica existente en el grupo de trabajo y sintonizar con ellos facilitará la detección de situaciones disfuncionales y la puesta en marcha de medidas sobre las personas para lograr que estén en sintonía. El líder debe saber percibir y comprender las dinámicas de su equipo para que sus integrantes estén comprometidos con el cumplimiento de las metas de la organización.
2. Habilidad de comunicación. Los líderes deben ser capaces de movilizar a los integrantes de su equipo y motivarles para ajustar su comportamiento. Esto exige del desarrollo de habilidades de comunicación y de adaptación a las distintas audiencias. Para ello, es necesario comprender a las personas que le rodean para dar con la mejor estrategia de comunicación que le ayude a impulsar su compromiso. Comprender cómo se sienten es un primer paso, pero después ese conocimiento debe servirle para motivarles y guiarles en sus funciones. Será necesario que establezca relaciones adaptadas a cada persona, dedicando parte de su tiempo a charlar con cada uno de los miembros de su equipo para conocer sus preocupaciones, sus prioridades y metas, su visión. Para que el diálogo sea enriquecedor y productivo, es necesario crear un clima de confianza y de empatía, con escucha activa e interés y con un esfuerzo auténtico por entender el punto de vista.
3. Habilidad para pensar con flexibilidad. Esta cualidad permitirá afrontar con mejor pie los momentos de dificultades e incertidumbres, los momentos complejos donde la mayoría de las personas suelen tener un pensamiento más limitado, que impide siquiera considerar soluciones diferentes a los problemas que deben gestionar. Hablamos de la apertura a puntos de vista distintos, a valorar caminos opuestos para salir de los desafíos empresariales y de otro tipo de obstáculos. Contar con una visión más amplia de los problemas, considerando distintas perspectivas, puede ayudarle a discernir cuáles son las prioridades.
4. Habilidad mental. Vivimos en una sociedad inmersa en el cambio y en la transformación constante, marcada por desarrollos tecnológicos que hace solo cuatro años eran inimaginables. Frente a este escenario, no parece lógico pretender tener respuesta para todo de manera taxativa. Lo ideal en estos momentos es contar con la agilidad mental necesaria para plantear preguntas que impulsen a su equipo a diseñar nuevas respuestas.
5. Habilidad para unir puntos de vista. Es más probable que un líder, a medida que asciende en una empresa, muestre una tendencia a confiar más en sus propias creencias y perspectivas que en las de otras personas. Pero hay un problema: esto puede derivar en puntos ciegos y limitar la capacidad para encontrar soluciones creativas, por lo que será necesario que se esfuerce por mantener un enfoque abierto e interesarse por las opiniones de otras personas. De este modo, estará en una posición privilegia para integrar distintas perspectivas en una visión única y compartida, mejorando sus habilidades de pensamiento estratégico y su capacidad de negociación y de resolución de conflictos. Interesarse por lo que piensan los compañeros de otros departamentos o áreas puede ser una buena fuente de inspiración para plantear crear novedosas.
6. Habilidad para el aprendizaje continuo. Es conveniente trabajar en mejorar las competencias propias, ya sea mediante cursos de formación o bien a través del intercambio de ideas con líderes de otras empresas y sectores. También se puede aprender de profesionales sénior, que pueden actuar como consejero o mentores a la hora de resolver las dificultades que surjan en el desarrollo del negocio.
En un mundo profesional marcado por el desarrollo tecnológico, la gestión de personas sigue siendo un reto para muchos responsables. La visión humanista de los líderes adquiere una dimensión especial, de valor, en el seno de los equipos. Las personas que desempeñen posiciones de liderazgo deben preocuparse por ser mejores “jefes”, por mejorar su perfil y sus habilidades, para lograr una unión y una sintonía que puede marcar la diferencia en los resultados a fin de año.