La inteligencia artificial (IA) está transformando el mercado de los servicios jurídicos a un ritmo acelerado, sostenido y extensivo . Su implementación en el ámbito jurídico no sólo afecta a la organización del despacho, los formatos de facturación. También impacta en los honorarios.
Los clientes, altamente empoderados, valoran positivamente el uso de la IA – obviamente si se es transparente con ellos- ya que su empleo en actividades como como la revisión de contratos, la búsqueda de jurisprudencia, y la gestión de documentos legales, que tradicionalmente consumían horas de trabajo y desperdicio de talento, ahora pueden ser realizadas con mayor rapidez y precisión redundando en mayor agilidad y menores costos.
Al automatizar procesos, los despachos pueden operar con mayor eficiencia, reduciendo costos internos, y mejorando con ello la competitividad de los despachos, algo muy necesario en un mercado tan competitivo como es el legal.
La IA, aunque la tendencia se originó antes de su empleo generalizado, también obliga a revisar modelos de facturación hoy mal entendidos – cuando no directamente rechazados- por los clientes como es la facturación por horas ya que es difícil justificar una minuta por la realización de determinadas tareas que si antes llevaban horas hoy pueden completarse en minutos. Esto está impulsando un cambio hacia modelos de precios fijos o basados en el valor del servicio entregado.
Otro efecto significativo de la IA en el ámbito jurídico es la democratización del acceso a los servicios legales. Herramientas como chatbots legales, generadores de contratos y plataformas de resolución de disputas en línea permiten que las personas accedan a asesoramiento legal básico sin necesidad de contratar a un abogado.
Esto plantea un desafío para los profesionales, especialmente aquellos que han orientado su negocio a casos de casos repetitivos o rutinarios como base de su negocio. Si bien los servicios legales básicos son cada vez más accesibles y asequibles gracias a la IA, esto tendrá que replantear su propuesta de valor si no se quiere ser expulsado del mercado.
La implementación de la IA también intensifica la competencia en el sector legal. Los despachos que incorporan tecnología avanzada pueden ofrecer servicios más rápidos y económicos, poniendo presión sobre aquellos que no lo hacen. Los clientes, especialmente las empresas, están cada vez más interesados en reducir costos legales, lo que los lleva a buscar alternativas más eficientes.
Además, surgen nuevos actores en el mercado, como startups legales basadas en tecnología, que ofrecen soluciones específicas a precios más bajos. Esto puede hacer que los honorarios tradicionales de los abogados parezcan poco competitivos en comparación.
Sin embargo, esta competencia también fomenta la innovación y la especialización. Los abogados pueden diferenciarse ofreciendo un enfoque personalizado, servicios estratégicos o experiencia en áreas donde la IA aún no puede competir.
Si bien la IA puede automatizar muchas tareas legales, existen aspectos del ejercicio de la abogacía que dependen de habilidades humanas difíciles de replicar. La estrategia, la empatía y el juicio son elementos esenciales en situaciones legales complejas, como litigios de alto riesgo o negociaciones sensibles.
La percepción del cliente sobre el valor de estos servicios puede justificar honorarios más altos, incluso en un entorno donde la IA ha reducido los costos en otras áreas. Esto lleva a un cambio en el enfoque de los abogados, quienes deben demostrar cómo su intervención aporta un valor único y no replicable por la tecnología.
En lugar de ver la IA como una amenaza, muchos abogados y despachos están adoptando esta tecnología como una herramienta para mejorar sus servicios. Al integrarla de manera estratégica, pueden ofrecer soluciones más completas y personalizadas, aumentando el valor percibido por el cliente.
La inteligencia artificial está transformando el sector legal y esa evolución también afecta y afectará a los honorarios de los profesionales. Si bien la automatización puede reducir los costos en tareas rutinarias y democratizar el acceso a servicios básicos, también intensifica la competencia.
Afrontar esta nuevo e inevitable escenario es el primer paso para interiorizar que la IA es una oportunidad y no un obstáculo para la buena marcha del despacho. Al adoptar la IA como una herramienta estratégica, los operadores jurídicos pueden no solo poner de manifesto el carácter relevante de su intervención en el tratamiento de los casos y en la relación con los clientes, en la que la confianza es insustituible, sino también prosperar en un entorno en constante y no siempre predecible evolución.
La clave radica en encontrar un equilibrio entre la eficiencia tecnológica y el valor humano, asegurando que los servicios legales sigan siendo accesibles, éticos y de alta calidad, mientras se redefinen los honorarios de acuerdo con las nuevas realidades del mercado. Y esto no significa menores rentabilidades, que pueden no sólo mantenerse sino incrementarse si se el negocio legal se adapta a formas diferentes de ofrecer servicios y a una nueva visión sobre la captación y fidelización del cliente.