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Decía Antonio Machado en su poemario Proverbios y Cantares aquello de “todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es pasar”, y trabajar en el sector legal no inmuniza sobre ello. Es más, lo realmente extraño es que alguien empiece y termine su carrera profesional en el mismo despacho. Ya sabemos que este es un medio extremadamente competitivo, y no lo es sólo en cuanto a lo que los clientes se refiere, también lo es sin duda en su propia estructura.

Por lo tanto, tarde o temprano tendremos que enfrentarnos a dar el paso del cambio, decisión unas veces premeditada y otras inducida por las circunstancias, pero casi inevitable. Prepararnos para hacerlo de forma elegante y sin dejar roces, agravios o desazón es importante. No será extraño que durante el recorrido profesional tengamos que volver a encontrarnos con quienes en otrora fueron nuestros compañeros o que, el mercado es caprichoso, los avatares del destino nos vuelvan a llevar a las puertas de la que en otro momento fue nuestra casa.

“Mi mundo ha cambiado, y yo también. He aprendido a elegir y he aprendido a decir adiós” . Esta sabia frase puesta en boca de Pocahontas resume perfectamente como aprender a salir reforzados de un despacho.

Salir de una firma de manera elegante es crucial para mantener una buena imagen, preservar relaciones y garantizar que dejes puertas abiertas para el futuro. Veamos cómo hacerlo.

En primer lugar, es fundamental tomarse un tiempo ( puede que no tengamos la oportunidad de que sea muy largo, pero la impulsividad no suele ser buena consejera) antes de comunicar la salida. Hay que tomarse tiempo para valorar la decisión. ¿Nuevos retos?; ¿Una mejor conciliación? ;¿especialización?; ¿ mejora económica?: ¿prioridades familiares?... Si la decisión de cambio es firme es importante ver los efectos que ocasionará en el entorno para encontrar la mejor salida.

Antes de comunicar el deseo de abandonar el despacho no hay que olvidar que existen condiciones contractuales que habrá que respetar. Es importante revisar minuciosamente las cláusulas y condiciones que pactamos en su día, particularmente las referidas al periodo de preaviso, acuerdos de no competencia y confidencialidad y evaluar si existe alguna restricción para llevar clientes consigo o trabajar en un despacho competidor. Esto evitará, además de malas caras o daños reputacionales, posibles problemas legales con la firma que se abandona.

Si se dispone de tiempo suficiente para ejecutar el cambio conviene hacer un plan para que los casos en los que se trabaja puedan ser fácilmente asumidos por un sustituto. Esto demostrará una elevada profesionalidad, que redundará en fortalecer la reputación del letrado.

En el mundo legal, la confidencialidad no solo es una obligación ética, sino también un pilar fundamental de la reputación y no es una práctica aconsejable revelar detalles sensibles sobre los casos, estrategias legales o clientes del despacho actual en el despacho al que se llega. Poca confianza ofrece quien, cuando entra en su nueva “casa” lo hace desprestigiando o revelando datos reservados de la anterior. Podría pensarse que se haría lo mismo en un nuevo cambio. Como en la vida marital, haciendo un gráfico símil.

No hay que olvidar que el mundo jurídico es pequeño y se retroalimenta notablemente de sí mismo. Las relaciones que se construyen o se mantienen sanas hoy pueden tener un impacto significativo en la carrera futura. Asegurarse de mantener abiertas las líneas de comunicación con antiguos colegas y superiores es una magnifica estrategia.

Cambiar de despacho es una decisión importante que requiere ser manejada con delicadeza y competencia. Reflexionar sobre las razones del cambio, cumplir con las obligaciones contractuales y facilitar la transición de manera proactiva serán elementos importantes para que ese relevante paso contribuya a mejorar la carrera profesional y hacer honor a la integridad personal.

La forma en que se sale no solo afecta a la reputación inmediata, sino que también tendrá un impacto duradero en la red de contactos, en los clientes y en el sector. Salir de manera elegante es una inversión en tu futuro y una oportunidad para demostrar la integridad y ética profesional que deben estar en el ADN de un buen operador jurídico.

En definitiva, que cuando al cerrar la puerta no olvidemos lo que decía Óscar Wilde: “Algunos causan felicidad donde quiera que vayan; otros cada vez que se van”.

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