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Con un 92 por ciento de votos favorables, la catedrática de Derecho Procesal Sonia Calaza ha sido elegida nueva Decana de la Facultad de Derecho de la UNED.

Comprometida Académica desde hace (casi) 30 años con la UNED, es, desde el 2 de abril de 2018, catedrática de Derecho Procesal de la Universidad Nacional de Educación a Distancia.

Exitosa Investigadora, IP de un ingente número de competitivos Proyectos I+D+i (nacionales e internacionales) del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades, Calaza, como miembro del Tribunal enjuiciador de la oposición a Jueces/Fiscales durante casi diez años, es también una profesional involucrada en la formación integral de los más altos funcionarios del Estado en materia de Justicia.

Además, compagina su actividad docente e investigadora con su faceta editorial como codirectora de la revista Actualidad Civil desde 2022, obteniendo el sello Scopus un año después de llegar a la publicación. Recientemente ha sido nombrada también miembro del Consejo Asesor de Aranzadi LA LEY.

La nueva decana nos cuenta en Diario LA LEY qué le ha supuesto esta elección a nivel personal y profesional y cuáles van a ser sus primeras medidas.

Privilegiada, orgullosa, entusiasmada. Y al propio tiempo: responsabilizada, obligada, entregada

«Si la elección a decana ya supondría, de por sí, un increíble desafío (antes de postularme); haber sido elegida —en un momento posterior— con una participación tan masiva (más de dos tercios del claustro) y además, dentro de esta elevadísima implicación, con un porcentaje de voto positivo tan prominente (92%) supone una inyección energética impresionante. Esta elección —por parte (además) de cuatro sectores tan variados y heterogéneos como el profesorado, el personal de administración y servicios, la/os tutores de nuestros (numerosísimos) centros asociados y la/os estudiantes de tantos lugares de nuestra geografía (en la Universidad pública más grande de España)— me reporta una sensación de plenitud profesional y reconocimiento personal de inconmensurable valor.

Y es que vengo de tiempos muy difíciles: muchas horas de soledad, incertidumbre y estudio concentrado. Nunca pude imaginar que, a la vuelta de todo este ímprobo (y a veces: desesperanzado) esfuerzo, pudiese estar esperándome (casi) toda mi Facultad para decirme: ¡confiamos plenamente en ti! Me siento privilegiada, orgullosa, entusiasmada. Y al propio tiempo: responsabilizada, obligada, entregada.

Siempre he procurado exigirme mucho a mí misma. Mi exigencia de entonces era -en lo profesional-: estudiar hasta caer rendida e incluso, con la cabeza saturada, seguir estudiando, así como conciliar esta prioridad estratégica —el estudio concentrado y solitario— con un talante universitario del máximo respeto, generosidad y, en lo posible, solidaridad con mis compañera/os; en lo personal: ser una buena hija, una buena hermana, una buena ahijada, una buena mujer, una buena madre, una buena amiga; en definitiva: una persona más, que no es sino el eslabón de una cadena de “humanidad” cuyo sentido último es la contribución (profesional y/o personal) al bienestar —en sentido amplio: jurídico, económico, laboral, psicológico, emocional— de los demás.

La inminente proclamación como decana de la Facultad más grande de España, dentro —a su vez— de la única Universidad pública de naturaleza estatal, de nuestro territorio (siendo, además: una de las más potentes de Europa con gran impacto a nivel mundial: nuestros centros asociados y embajadas por todo el mundo pueden dar buena cuenta de ello) es —sinceramente— el empeño más relevante de mi vida profesional. Si pienso en la inmensa cantidad de talento —personal y humano— al que tendré la fortuna de representar: no puedo más que sentirme profundamente agradecida (por su masiva confianza), así como responsabilizada con toda/os ella/os —profesora/es, miembros del PTGAS, tutora/es y estudiantes— no sólo para mantener a la UNED en sus “máximos” históricos, sino incluso, si podemos (en este trabajo coral y entrelazado): proyectarla todavía más.

Por tanto y para concluir con tres flashes respecto de lo que supone para mí —en lo personal y profesional— asumir este cargo de Decana de la Facultad de Derecho de la UNED. En lo personal: gratitud, emoción, entusiasmo; en lo profesional: entrega, solidaridad, responsabilidad».

La modernización (en clave tecnológica) del Derecho debe conciliarse con el fomento de las (buenas) relaciones personales

«Mis primeras medidas serán terapéuticas. Ayer mismo, en la entrega de los prestigiosos premios García Goyena, decía nuestro Rector: Prof. Ricardo Mairal, con destacado acierto, que la ciencia sin corazón se maquiniza, se cosifica, se deshumaniza. Yo soy una gran entusiasta de la modernización (en clave tecnológica) del Derecho —y desde mi plataforma habitual: Aranzadi LA LEY trato de impulsar siempre este reto— pero ello debe conciliarse con el fomento de las (buenas) relaciones personales, asentadas (en nuestra confluencia académica) con la estabilización laboral. Por tanto, la base de toda nueva construcción será la curación (en lo humanamente posible) de las relaciones heridas y el restablecimiento de los lazos dañados, así como la buena salud laboral de todos los integrantes de nuestra comunidad universitaria; a partir de ahí, la estabilización de nuestras jóvenes (o no tan jóvenes: no todos tienen la suerte de iniciar su carrera académica en los años de juventud) promesas; la captación de talento nuevo; la intensificación de la investigación científica; la revalorización de la docencia (tantas veces injustamente infravalorada); la lucha contra el “abandono universitario”; la estimulación de nuestra habitual presencialidad —la UNED es, en esencia, una Universidad “de piel”—; la proximidad a nuestros estudiantes; y desde luego, la apuesta por nuevas titulaciones (en versión única o de Grados dobles)».

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