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Muchos profesionales comenzarán este año con ganas de llevar a la práctica esa idea que lleva tiempo dándoles vuelta en la cabeza: abrir su propio despacho en 2025. Se trata de una carrera de fondo para la que no todo el mundo está preparado. Poner en marcha un negocio requiere de un carácter especial, persistencia y constancia, mucho entusiasmo, resiliencia, proactividad, visión comercial, habilidades para establecer nuevas relaciones… si ya has realizado una autoevaluación, considerando tus cualidades y puntos débiles, debes tener en cuenta una serie de aspectos relacionados con el emprendimiento.

Lo primero es lo primero. Es recomendable que identifiques las debilidades, amenazas, fortalezas y oportunidades (análisis DAFO) de tu proyecto empresarial, con total honestidad, y buscando soluciones para los dos aspectos negativos (la D de debilidades y la A de amenazas) de tu futuro despacho. Se trata de minimizarlos y también de impulsar lo positivo (F de fortalezas y O de oportunidades).

Para buscar financiación, hay que tener un enfoque profesional. No recurras únicamente a familiares que quieran prestarte fondos. Será indispensable confeccionar un plan de empresa y acudir a entidades financieras para pedir un préstamo, también a organismos públicos autonómicos y estatales que pueden ofrecerte los avales necesarios para acceder a la financiación que necesitas para contar con un capital inicial. Por otra parte, no hay que empezar de cero, será conveniente que aportes un nivel mínimo de ahorro para comenzar. El plan de empresa y el plan financiero permitirán que cualquier inversor entienda tu visión de negocio y la viabilidad y sostenibilidad de tu despacho, con previsiones de ingresos, y se anime a apoyarte aportando recursos. Tendrás que cuantificar la inversión inicial necesaria que dependerá de las circunstancias de cada proyecto.

A la hora de constituir la empresa, deberás elegir entre las distintas formas jurídicas existentes, tras conocer sus ventajas y desventajas, para adoptar la que más te convenga. De ello dependerán tus obligaciones fiscales, contables y laborales y las ayudas al emprendimiento a las que puedas acceder. En las primeras etapas, es común empezar como autónomo o como sociedad limitada.

Gastos fijos

Como al principio no se sabe a ciencia cierta cuánto se va a ingresar, será indispensable tener mucha cautela antes de realizar cualquier inversión, sobre todo en los primeros años. Los gastos fijos se deben reducir al máximo en los comienzos; de lo contrario, pueden transformarse en una losa difícil de cargar mes a mes y que nos obligue a poner fin de manera anticipada el proyecto empresarial. Para prever la inversión inicial, será necesario tener en cuenta los gastos que resultan ineludibles para empezar a operar. Está la colegiación, el seguro de responsabilidad civil, pero también la inversión en equipos informáticos, seguridad tecnológica, móviles y conexión a internet.

Actualmente, con la posibilidad de teletrabajar, dar el paso de alquilar o adquirir un despacho no es indispensable. Existen espacios de coworking con salas de reuniones profesionales que se pueden alquilar. En ellos puedes celebrar reuniones presenciales con los clientes cuando no sea posible acudir a sus oficinas. Los colegios profesionales también cuentan con estos espacios.

Es conveniente esperar un tiempo antes de abrir las puertas del despacho, porque elegir la ubicación será clave dependiendo del tipo de cliente al que te dirijas. Otra alternativa es asociarse con otro especialista para compartir los gastos fijos.

Otros asuntos indispensables

El equipo. Elegir el equipo es de lo más importante y puede suponer el valor diferencial en estas primeras etapas. Se trata de seleccionar a profesionales que serán verdaderos compañeros de viaje, de total confianza y comprometidos con el proyecto empresarial.

La gestión. La administración y gestión diaria también debe recaer en una persona de absoluta confianza y cuyas decisiones estén alineadas con el criterio del socio director. En principio, puede resultar más viable externalizar todas las áreas que no sean el centro del negocio, en lugar de contratar personal. La contabilidad, el pago de impuestos, la gestión de la comunicación y de las redes sociales se puede dejar en manos de profesionales externos o de agencias o consultoras.

Captación de clientes. Una parte importante de los esfuerzos se deben centrar en captar clientes. Es una de las prioridades para cualquier negocio y se deberá destinar una partida del presupuesto mensual a marketing y publicidad. Es cierto que hay que cuidar el boca-oreja, pero apostarlo todo a las recomendaciones no es razonable desde un punto de vista comercial.

Estrategia y diferenciación

La planificación es fundamental para todo tipo de empresas, no solo en los primeros años de andadura. Pero también lo es la estrategia, la visión del negocio, el modelo y buscar la diferenciación en el mercado, a través de una propuesta competitiva. Habrá que definir también las áreas de especialización que tendrá el bufete.

Será necesario reflexionar y escuchar voces con experiencia, como otros abogados empresarios que han empezado de cero y que han logrado consolidar un negocio estable y creciente, para saber qué dificultades encontraron, cómo las sortearon, qué errores cometieron y qué decisiones no volverían a adoptar. De los errores de otros se pueden obtener aprendizajes de enorme valor para el presente y el futuro del despacho.

Definir los objetivos, identificar los procesos que se pueden estandarizar o delegar en terceros, cuidar la imagen y la interacción con los clientes, desarrollar una marca con su propósito, sus valores y su misión, son tareas que no se deben dejar en el tintero. El marketing es de lo más relevante.

Lo que se debe entender es que el área comercial es importante y que todo el equipo, desde secretaría a los profesionales junior y, por supuesto, los sénior, deben desarrollar una mentalidad de negocio. ¿Significa que esto va a ser como la venta fría, puerta a puerta? Por supuesto que no, pero sí se debe dar el paso de tener incorporado un “chip” comercial. Son muchos los aspectos que hay que cuidar, pero sin ventas, ninguna empresa logra sobrevivir.

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