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María Yolanda Gonzalez Corredor

Data Privacy Officer. Moeve

Si hay algo que se nos plantea de forma continua en nuestra vida son retos. Benditos retos que nos hacen despertar, avanzar y desarrollarnos como personas. Cómo afrontamos los retos es una cuestión de actitud, de no rendirnos y eso ya entra en la esfera más íntima de cómo somos. Pero si hay algo objetivo para todo el mundo y, en concreto, para los profesionales de la privacidad, es la necesidad de afrontar los retos que se nos plantean en relación con la inteligencia artificial suficientemente formados e informados y, ante esto, no hay discusión ni apreciación subjetiva.

Me sorprendió gratamente ver que el Reglamento de Inteligencia Artificial incluía de una manera explícita la «obligación» de la formación, en rigor, la alfabetización en materia de IA, señalando de forma directa a los proveedores y responsables de despliegue, así como, a un colectivo más indeterminado, pero lo suficientemente genérico, de «personas afectadas», que abre esa obligación a casi todo el mundo, si tenemos en cuenta que la IA se presenta en nuestro día a día de forma constante. Si a estos le unimos las recientes declaraciones de Sam Altman, donde asegura que OpenAI está listo para la inteligencia artificial general con miras a la superinteligencia, esta cuestión pasa de ser importante a ser urgente.

Aunque al hacer referencia a la alfabetización en su artículo 4 (creo que no es casualidad que se incluya ahí, justo antes de las prácticas de IA prohibidas) el RIA utiliza términos indeterminados como «nivel suficiente de alfabetización» o que se adoptarán medidas para que «en la mayor medida» se consiga este objetivo, que será necesario ir concretando, lo que no hay duda si nos centramos en el ámbito empresarial donde muchos profesionales de la privacidad nos desenvolvemos cada día, es que va a ser necesario que, como nunca, se tome en serio el proceso de aprendizaje y formación continuo de los empleados en IA, por obligación y por responsabilidad social. Va a ser necesario dotar de recursos económicos y personales, diseñar programas de formación eficaces, fomentar y aprovechar el conocimiento colectivo, formar en riesgos y en oportunidades de la IA, sin olvidar el aspecto ético y responsable de su uso y desarrollo.

1. ¿Es solo una cuestión de cumplimiento?

Pero la verdadera responsabilidad como profesionales, es la obligación moral de ser unos profesionales debidamente formados e informados, reconocer con humildad que nunca sabremos lo suficiente, porque el ego, nos ciega ante la realidad.

Reconocer que nos falta conocimiento y tenemos que seguir formándonos cada día en sus diversas formas, para dar respuesta a las necesidades de la organización y, a la vez, cumplir con nuestro papel, proteger los derechos y libertades de la persona, pieza fundamental del RGPD y del RIA, nos hace crecer, es lo que yo llamo el crecimiento por humildad. Sin olvidar, nuestra obligación de realizar unas formaciones periódicas y eficaces que buscan la concienciación real de la importancia de la privacidad en la organización y que no buscan el simple «check». Se nos complica mucho adaptar las formaciones incluidas en nuestros programas de cumplimiento, incluyendo nuevos aspectos de la privacidad más relacionados con la IA y con la ética en el entorno digital si carecemos de ese conocimiento.

Con la enseñanza y el aprendizaje en relación con la IA y la privacidad hay muchos retos que ya conocemos y seguro que, muchos otros que se nos irán presentando conforme vaya evolucionando y desarrollándose más la IA, aunque ya hay algunas cuestiones merecedoras de toda nuestra atención y responsabilidad. En el campo de la enseñanza y el aprendizaje la IA ofrece grandes oportunidades como puede ser la personalización de la enseñanza, adaptándose a las peculiaridades y necesidades concretas de los estudiantes, un gran apoyo (que no sustitución) para los docentes, las familias y los estudiantes. Si bien, para llegar a esto, se van a necesitar muchos datos personales, ocasionando fricciones con la privacidad de todos estos colectivos y que, más allá de cumplir con una normativa que de sobra conocemos, se nos van a plantear desafíos éticos y sociales que no podemos ignorar. ¿Se incrementará la brecha social y las desigualdades en las próximas generaciones diferenciándose quiénes pueden acceder a estos sistemas y quiénes no? ¿Estamos preparados para aprender de forma distinta cuando en la actualidad se están perdiendo capacidades como el razonamiento, espíritu crítico, la reflexión, que se hacen indispensables antes estos nuevos desarrollos?

2. Un compromiso colectivo

Cuántas veces hemos oído eso de cuando aprendimos las respuestas nos cambiaron las preguntas, pues eso es lo que nos está pasando ahora más que nunca. Ya estamos acostumbrados a que nos cambien la regulación, que aparezca regulación nueva año tras año, pero lo retador de estos momentos no va a ser comprender esa regulación, es responder a las nuevas necesidades ante un futuro incierto, impredecible e inexorable.

Si John Dewey ya decía en 1916 , «Si hoy enseñamos a los estudiantes lo que les enseñábamos ayer, les robamos el futuro», demoledora frase, frase que, si cabe aún más, hoy sigue estando plenamente vigente, por la misma razón, también podemos decir que, si aprendemos como ayer, nos cerramos al futuro y eso, es un lujo que no nos podemos permitir.

Celebrando un año más el Día Internacional de la Protección de Datos Personales, se hace más necesario que nunca visibilizar la necesidad de la formación continua en nuestro campo y contribuir a que ese aprendizaje colectivo, ese aprendizaje que hace que las civilizaciones crezcan, se desarrollen e innoven y donde se integran nuestros valores, nuestra experiencia, no se vea afectado, fortaleciendo nuestra posición frente al aprendizaje de la IA.

Termino con dos citas que, como suele ocurrir, siguen siendo merecedoras de nuestra atención y reflexión por mucho tiempo que pase. De sobra conocida la de Darwin «No es la especie más fuerte la que sobrevive, ni la más inteligente, sino la que más responde a los cambios» unida a la de Einstein «La medida de la inteligencia es la capacidad de cambiar».

Referencias bibliográficas

  • «¿Ética o ideología de la inteligencia artificial?» Adela Cortina
  • «Esta vez es diferente. Cuando la inteligencia artificial trasciende a la humanidad» Omar Hatamleh
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