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El 28 de enero es una fecha particularmente simbólica para los profesionales de la privacidad. Conmemoramos el Convenio 108/1981 del Consejo de Europa que consolidó un modelo europeo de garantía del derecho fundamental a la protección de datos con la aspiración de convertirse en un estándar global.

El camino recorrido por este derecho ha sido azaroso y no siempre satisfactorio. Suele atribuirse a esta normativa un efecto paralizante sobre la economía, la innovación y el emprendimiento. Por otra parte, los y las profesionales realizamos nuestra tarea en ambientes no siempre favorables al despliegue del conjunto de metodologías asociadas a la garantía del cumplimiento en este ámbito del Derecho. Sin embargo, las personas delegadas de protección de datos, quienes dedican sus esfuerzos a la seguridad de la información o quienes desde distintas disciplinas académicas investigan en esta materia o promueven la formación constituyen un grupo humano cuyo talento es fundamental para el desarrollo de nuestra sociedad.

Los hechos demuestran que en un mundo carente de reglas en el tratamiento de la información personal florecen oportunidades de negocio no sujetas a límites éticos, morales o jurídicos. Incluso existiendo marcos normativos de distinto signo la explotación sin límites de nuestra personalidad puede conducir a un escenario de manipulación emocional significativamente rentable en el corto plazo, pero que ha planteado y planteará riesgos sistémicos para nuestra democracia. En este delicado equilibrio entre la garantía de los derechos fundamentales y el sistema democrático y la necesidad de facilitar el tratamiento de datos en un modelo social y económico que los requiere para prosperar se mueven cada día nuestros y nuestras profesionales.

Por ello, desde La Ley Privacidad realizamos una convocatoria de colaboración cuyo éxito en el volumen y calidad de los trabajos nos ha desbordado y emocionado a la vez. Por ello, a lo largo de los próximos días llegarán a sus manos las reflexiones escritas por nuestras y nuestros colaboradores. Hemos encontrado en ellas una gran lección. Este país acumula un significativo volumen de talento humano en el ejercicio profesional de la protección de datos. Contamos con un amplio elenco de profesionales en el sector caracterizados por sus altas capacidades, tanto desde el punto de vista de la formación y el conocimiento, como en el despliegue cotidiano de sus competencias. Si en los primeros tiempos de la protección de datos, el conocimiento era coto exclusivo de la academia y los reguladores hoy el sector profesional se caracteriza por su robustez y capacidad de innovación adaptativa.

Si se nos permite la expresión, es a pie de obra, donde enfrentamos los problemas y debemos resolverlos sometidos a un nivel cada vez mayor de presión normativa y riesgo regulador. Y debemos hacerlo tratando de balancear dos valores irrenunciables. De una parte, la garantía del derecho fundamental a la protección de datos implica el compromiso ético no sólo de no hacer daño a las personas, sino de asegurar aquellas condiciones de despliegue de los tratamientos que mejoren la condición del ser humano y sirvan al bien común. Al mismo tiempo debemos ser capaces de asegurar el cumplimiento de los objetivos lícitos de las organizaciones a las que servimos.

Sin embargo, los profesionales no nos podemos permitir ciertos lujos como abordar la realidad con una escala bicolor en blanco y negro tan poco eficiente como arriesgada. Para nosotros la protección de datos desde el diseño y por defecto marca el camino que debe definir bajo qué condiciones una organización puede desplegar un tratamiento garantizando el cumplimiento normativo. Y precisamente por ello, debemos abordar todos y cada uno de los matices de la realidad práctica con las herramientas analíticas de las que disponemos.

Cada uno de los trabajos que les presentamos a lo largo de la semana, demuestran que el sector profesional en nuestro país está preparado para afrontar los retos que plantea el proceso de transformación digital acelerada en el que vivimos y la constante evolución del marco normativo. En nuestra particular semana de la protección de datos, y sin perder nunca de vista que el objetivo último del derecho fundamental a la protección de datos consiste en proteger a las personas, no podemos sino rendir homenaje a todas aquellas personas que con su esfuerzo lo hacen posible.

Ricard Martínez Martínez

Director de LA LEY PRIVACIDAD

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