¿Cómo cambiarán nuestros lugares de trabajo y nuestra relación con la tecnología? La pregunta se justifica porque todo parece apuntar a que 2025 será un año en el que se acelerarán los avances de la inteligencia artificial. Es lo que ha dicho Sam Altman, el CEO de OpenAI. A principios de enero publicaba en una extensa entrada en su blog que espera que los agentes de IA se incorporen a las empresas, algo que puede cambiar profundamente la manera como desarrollamos nuestro trabajo. Pero no es la única novedad: nada más asumir Donald Trump su segundo mandato al frente de la Presidencia de Estados Unidos, dio su bendición a la joint venture que invertirá 500.000 millones de dólares en el mayor proyecto de infraestructuras para el desarrollo de esta tecnología..
La incorporación de agentes de inteligencia artificial en las compañías tendrá efectos en la redefinición de la productividad y en la propia organización de los negocios, con cambios de calado en el rendimiento de las empresas. Pero ¿qué son estos agentes? Se trata de herramientas con la capacidad de llevar a cabo tareas de forma autónoma, que no solo automatizan procesos básicos, sino que también podrán tomar decisiones operativas en tiempo real.
Se trata de un cambio complejo de paradigma para los negocios, pues supone un reto para la gestión empresarial misma. Si las compañías deciden invertir en estos sistemas autónomos e integran en su funcionamiento cotidiano a estos agentes de IA, por cierto, con el coste que esto conlleva, tendrán que afrontar las dudas que plantea esta innovación: no solo sus implicaciones legales, sino también éticas al tener la posibilidad de delegar la responsabilidad y la toma de decisiones en ellos.
Este es “Operator”, tu nuevo compañero
Los agentes de IA que se integrarán a las plantillas de las empresas ya tienen nombre: se llaman “Operator”. Tal como señala el creador del famoso ChatGPT, estos sistemas serán capaces de ejecutar tareas específicas, como redactar correos o programar reuniones, pero lo relevante es que podrán dar el salto y desarrollar funciones de mayor complejidad.
Integrar una herramienta con este potencial podría impactar en la manera como se trabaja en las compañías. La consultora McKinsey, que también está desarrollando un agente capaz de gestionar las consultas de sus clientes y agendar reuniones de seguimiento, prevé que se puedan automatizar casi un tercio de las horas trabajadas en Estados Unidos.
Este nivel de sofisticación de la IA, la mejora en la eficiencia y la automatización de funciones supondría la incorporación de “Operator” en las organizaciones plantea también un dilema laboral: ¿qué pasará con los empleados humanos contratados para desempeñar el trabajo que, en breve, podrá realizar la inteligencia artificial? No parece descabellado pensar que se pueda producir un desplazamiento de funciones o, directamente, la amortización de puestos de trabajo.
Presión: más recursos y más competidores
Por otra parte, hay tantas tecnológicas interesadas en liderar la carrera por el desarrollo de la inteligencia artificial, que la presión ha llevado a OpenAI a realizar algunas transformaciones en su estructura corporativa. En diciembre de 2024 se anunció que parte de su negocio sería una corporación de beneficio público. ¿El motivo? Atraer inversores y captar más capital que le permita financiar sus planes para acelerar el desarrollo de IA avanzada. “Nunca imaginamos que necesitaríamos una cantidad tan extraordinaria de recursos”, admitió Altman. Y es que en esta carrera se enfrenta a los gigantes tecnológicos, como Google, Amazon y Salesforce.
En su blog explicó que la meta de OpenAI es generar la superinteligencia artificial que supere a los humanos en cualquier tarea. “Las herramientas superinteligentes podrían acelerar enormemente el descubrimiento científico y la innovación mucho más allá de lo que somos capaces de hacer por nuestra cuenta y, a su vez, aumentar enormemente la abundancia y la prosperidad”, sostuvo. Pero otras voces de la comunidad científica se han mostrado escépticas y dudan de que nos encontremos cerca de la puesta en marcha de una inteligencia artificial general (AGI, por sus siglas en inglés), con todo su potencial. Algunos investigadores creen que faltan décadas para que esto sea una realidad.
Trump bendice Stargate
En cuanto a las perspectivas para el desarrollo de la IA, parece que se abre una nueva etapa en este segundo mandato de Donald Trump como presidente de Estados Unidos. Y es que nada más empezar, él fue el encargado de anunciar “el mayor proyecto de infraestructuras de inteligencia artificial de la historia” en su país. Se trata de una joint venture formada por OpenAI, Oracle y SoftBank que invertirá 500.000 millones de euros en la construcción de una red de centros de datos. La bendición del mandatario a esta iniciativa tuvo un escenario de excepción, nada menos que la sala Roosevelt de la Casa Blanca y con presencia de los tres consejeros delegados: Sam Altman, Larry Ellison y Masayoshi Son, respectivamente.
La iniciativa se llama Stargate y se espera que cree más de 100.0000 puestos de trabajo en el corto plazo. Aunque es de carácter privado, el Gobierno de Trump ha confirmado su apoyo con todo lo que esté en su mano, incluido el uso de eventuales declaraciones de emergencia para acelerar su puesta en marcha y desarrollo. “Tienen que producir mucha electricidad, y vamos a hacer posible que consigan esta producción fácilmente, en sus propias plantas si quieren”, señaló.
En el punto de mira de Trump está un competidor duro. El mandatario quiere situar a Estados Unidos en una posición de liderazgo en los avances de la inteligencia artificial frente a China. Con medidas como esta quiere atraer más inversiones y ganar esta carrera tecnológica que no parece tener límites.
Pero antes, habrá que ver si, tal como ha adelantado en su blog Sam Altman, a lo largo de este año las empresas más punteras se atreven a dar el paso de “fichar” a “Operator”, su agente de IA, como un compañero de trabajo más.