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Ana Patricia Gonzalez (1)

La identidad digital bien diseñada dentro del sistema de red horizontal que conecte a las personas y universalice el acceso, así como la interacción, promueve el monólogo articulado. Para responder a los fenómenos surgidos en el mundo actual, según el profesor Paulo Bonavides, caminamos hacia la gestión consciente de los datos por parte del usuario.

Hoy en día la conformación de la identidad del ser humano se enfrenta a nuevos retos relacionados con los avances científicos en neurociencia. Aquí urge repensar la matriz del Derecho para que el tratamiento de los datos personales sea más coherente con la garantía de la dignidad humana, protegiendo al ser humano frente a las vulnerabilidades y riesgos emergentes derivados de las demandas de las industrias neurotech.

A lo largo del tiempo, el Derecho ha evolucionado incorporando conocimientos y conceptos humanistas para responder a las demandas sociales y contribuir al progreso de la civilización.

Históricamente, el sistema jurídico se fundamentó en la imposición del miedo: una justicia representada por una figura con los ojos vendados, empuñando una espada, y respaldada por la fuerza punitiva del verdugo. Este modelo, centrado en ordenar, prohibir y castigar, limitaba el diálogo orientado y las soluciones consensuadas, para garantizar los Derechos Fundamentales en el marco de los estados del bienestar.

Paralelamente, la revolución cognitiva impulsada por la medicina y el psicoanálisis ha abierto nuevas perspectivas en el fenómeno del monólogo articulado. El científico Jorge Forbes, por ejemplo, invita a cuestionar la matriz tradicional del Derecho, reflexionando sobre los elementos que nos humanizan y nos movilizan: el deseo y el amor, en lugar del miedo. Este enfoque propone un cambio fundamental en la forma en que entendemos y aplicamos el Derecho, buscando conexiones más profundas con valores que nos definen como sociedad.

El algoritmo es un patrimonio de la humanidad que debemos utilizarse a nuestro favor y es el punto central de nuestra capacidad para aumentar nuestros análisis, es mucho más dinámico que nuestros viejos archivos en papel. Recordemos que, independientemente del editor, un diccionario de cosas ya hechas solía tener la misma traducción de las palabras (era un diálogo ordenado). Es fascinante hoy ver los significados cambiando de plataforma en plataforma e identificar la belleza de no necesitar sentir lo mismo que otro para respetarlos dentro de la unicidad inherente a la condición humana. Un ejemplo de ello puede apreciarse si se realiza una búsqueda de la palabra francesa «sollicitude» en Google. Esta plataforma mantiene el latín en la base de datos y la traduce como «solicitud». En la plataforma Deepl que excluyó el latín de la base de datos es traducido como «preocupación».

Así, al comparar los resultados de la traducción en las distintas plataformas, apreciamos que presentan un sesgo diferente cuya observación resulta de interés. Hay que añadir una cuestión adicional: el enfoque del servicio de traducción se vincula a la práctica del usuario. El de cada persona será funcional a su modo de entender el lenguaje y podría acercarse a la propia manera de pensar y ver el mundo. Y como usuario, cada persona puede entrenarlo (dentro de su patrón repetitivo) cada vez que use su máquina sin importar el idioma. Además, debemos tener en cuenta la cultura local en la que se insertará la lengua, respetando al máximo la forma de pensar del lugar de donde proviene en esta armonización de las diferencias en los datos que protegemos y protegernos en la singularidad humana. Los algoritmos también están en el mundo de los monólogos articulados y es bueno darse cuenta de que están creando la nueva matriz en un nivel superior sin destruir la anterior, sino absorbiéndola poco a poco a medida que se integra naturalmente en la transición.

La nueva generación tecnológica crece a pasos agigantados y produce oleadas sucesivas de fenómenos que prometen transformar los conceptos que conocíamos y evolucionar a uno nuevo. Los gemelos digitales van más allá de copiar y crean nuevas estructuras funcionales a la programación de su diseñador y a la arquitectura rompiendo con modelos productivos repetitivos. Mientras tanto, a través de una fina niebla, nuestra visión identifica el homo digitalis (capturados por la creación de la criatura) y homo conectus (que tienen la libertad de conexiones).

Es muy probable que el resultado de la información capturada sea el fruto del diálogo ordenado de entre la realidad de las cosas que existen, mientras que la revolución cognitiva puede llevar a otros a monólogos articulados a través de la dinámica de conexiones que crean respuestas a problemas que no existían antes (problemas no computables del oráculo de Turing).

En este escenario que se presenta ante la protección de datos, debemos reflexionar sobre si estamos utilizando la tecnología a favor de los seres humanos y si la gobernanza algorítmica responde a la ética que deseamos. La justicia y el sistema judicial que presupone reglas civilizadoras de construcción y fundamento del Estado de Derecho y de los Derechos Fundamentales, que funcionan como pilares de los pesos y contrapesos de una sociedad libre, que garantiza a las personas en su singularidad la seguridad jurídica, implica cuestionar una sociedad en pilares del buen salvaje. Recordemos que el hombre primitivo en estado de naturaleza sigue siendo un depredador, ciertamente el depredador más capaz y especializado que jamás haya existido. Hay que recordar que en el límite de la supervivencia, el primate tiende a ser territorial, violento y defiende su territorio mediante la guerra, el uso de las armas, la destilación del odio y la violencia indiscriminada. ¿Este ideal de una sociedad basada en el pilar del buen salvaje nos representa aún en el humanismo y en el Estado de Derecho y el derecho del Estado a garantizarnos los Derechos Fundamentales ejercidos en espacios de democracia en el diseño de territorios inteligentes? De este modo, una buena política racional de legislación en materia de protección de datos nos sacaría de la vulnerabilidad del hombre inocente y protegería nuestra intocable singularidad humana al amparo de todo lo que nos humaniza y enriquece.

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