Cargando. Por favor, espere

Portada

Hace solo cinco años, cuando comenzó la pandemia, la posibilidad de trabajar y estudiar online supuso una solución trascendental para afrontar los retos que supusieron los confinamientos para reducir los contagios y la mortalidad asociada ala Covid. El trabajo a distancia, las reuniones virtuales, los webinarios y los cursos online permitieron al mundo entero afrontar una crisis de carácter global y desconocida de manera eficaz, sorteando las dificultades que imponía la necesaria distancia de seguridad. Hoy, cuando numerosas empresas han optado por dar carpetazo al teletrabajo y las reuniones online se siguen celebrando, pero en menor medida, surge la pregunta: si hablamos de formación, ¿cuál es la opción más conveniente y eficaz: la de tipo presencial o el e-learning?

Se trata simplemente de dos maneras diferentes de adquirir conocimientos. Tanto a través de la formación online como de la de carácter presencial se puede obtener un aprendizaje de calidad, pero cada una de ellas cuenta con metodologías, canales y criterios distintos.

El aprendizaje electrónico o e-learning es aquel al que los alumnos pueden asistir a las clases o acceder a los contenidos a través de plataformas digitales. Los temas se presentan en formato multimedia y los estudiantes pueden acceder a los recursos desde cualquier lugar y en cualquier momento del día. La flexibilidad es máxima y, al basarse en las tecnologías de la información (TIC), cuenta con recursos de refuerzo en línea más innovadores: desde chats, blogs, videoconferencias o documentos compartidos.

¿Por qué las empresas optan por este tipo de formaciones online? Los beneficios son numerosos: es más accesible y permite a un amplio abanico de personas mejorar su competencias gracias a una vasta oferta de cursos y programas sin que sea necesario desplazarse. Incluso existen los MOOCS, cursos online masivos y abiertos, que ofrecen algunos centros universitarios de todo el mundo, algunos de enorme prestigio, democratizando la posibilidad de que las personas se especialicen en determinadas áreas, aunque es cierto que, en algunos casos concretos, la calidad formativa puede no alcanzar niveles óptimosde excelencia.

La formación presencial la conocemos mucho más porque la etapa escolar de la mayoría de los adultos de hoy se basaba en la asistencia diaria a las clases del colegio. Los recursos son más tradicionales: libros impresos en papel (aunque ahora esto ha evolucionado hacia formatos electrónicos), cuadernos, bolígrafos (esto también se ha transformado con el uso masivo de ordenadores portátiles y tabletas). Y, sobre todo, escuchar al profesor, participar en el diálogo con otros alumnos e intercambiar ideas e impresiones.

Ventajas y desventajas de ambos modelos

En ambos formatos de aprendizaje existen ventajas y desventajas. Resulta conveniente conocerlas para determinar en qué casos una opción es más adecuada que otra, dependiendo de los objetivos que se persiguen.

En el caso del e-learning, uno de los principales beneficios es que no existen barreras geográficas ni límites en cuanto a la localización del centro formativo. Cualquier alumno de cualquier lugar puede acceder a los mejores centros formativos y universidades de cualquier lugar del mundo gracias a Internet y a las plataformas tecnológicas en las que se encuentran alojados los cursos digitales.

La posibilidad de trabajar a la vez que una persona mejora sus competencias y de compatibilizar, en definitiva, la formación con una actividad profesional es otra de las principales ventajas de los cursos en línea. Los horarios son flexibles y se pueden adaptar incluso a las distintas franjas que hay en diferentes países: los contenidos son accesibles en todo momento y la disponibilidad facilita el acceso a un universo mucho más amplio de alumnos. Además, esto permite avanzar en el aprendizaje de varias materias al mismo tiempo.

Si vemos la parte presupuestaria, en el caso de las formaciones online los costes son más reducidos ya que no es necesario disponer durante un tiempo determinado de un recinto físico para hacer las clases. La tecnología ayuda a disminuir los costes de producción del curso. Por otra parte, algo muy importante: como los contenidos están en formato digital, es mucho más fácil adaptarlos cuando hay alguna novedad que exige una actualización.

Ese es el lado positivo, pero si vemos la otra parte, la de las desventajas, algunas son bastante evidentes. El alumno debe ser muy disciplinado, organizado y tener fuerza de voluntad para cumplir con los calendarios de clases y la entrega de trabajos. Las rutinas no se deben dejar de lado, ya que existe un riesgo mayor de que, por falta de constancia, se desaproveche esta oportunidad formativa.

Otra carencia es algo que supone el plus definitivo de las clases presenciales: el contacto directo y el diálogo fluido con el docente. El hecho de que las consultas se realicen de manera virtual supone, en muchos casos, que se pierda la riqueza de una interacción más directa e inmediata, propia de las formaciones presenciales. Y otro aspecto social relevante es que son mucho menores las oportunidades de contactar con otros alumnos, poder resolver dudas con ellos o simplemente establecer vínculos con otros estudiantes.

Por el contrario, además de la cercanía, el lado humano y la posibilidad de socializar y de interactuar de manera directa con el profesorado, la formación presencial facilita la interacción humana y la celebración, por ejemplo, de dinámicas de grupo más ágiles y enriquecedoras. Esto también puede beneficiar el aprendizaje del alumnado y ayudar a que los conocimientos se asimilen de manera más eficaz.

Eso sí, si nos centramos en la parte negativa, los costes pueden ser mucho más elevados, de modo que el curso sea inaccesible para algunas personas o empresas con un presupuesto más restringido. Además, es menos flexible porque las clases suelen celebrarse siempre a la misma hora. En algunos casos, el absentismo mermará el aprovechamiento por parte de los alumnos y puede resultar incompatible con la actividad profesional.

Los objetivos de formación

Para determinar si en una empresa es mejor optar por realizar los cursos de formación y capacitaciones en formato online o presencial, lo primero que habrá que tener en cuenta son los objetivos que se persiguen con ellos. Si se trata de una certificación necesaria e indispensable para que el profesional realice sus funciones o bien de un master para que un abogado del despacho se especialice en un área de práctica determinada, puede ser más provechoso que acuda de manera presencial, adaptando su horario. Esto supondrá costes añadidos en términos de tiempo de dedicación durante la jornada de trabajo, por el coste mismo del curso, que suele ser más elevado.

El factor tiempo es clave también, ya que suele ser escaso. Las formaciones online facilitan la posibilidad de compatibilizarlo de mejor manera con el tiempo de trabajo, sin necesidad de perder tiempo en desplazamientos. Habrá que adoptar medidas para reducir al máximo al absentismo.

Como las prioridades, el presupuesto y la disponibilidad de tiempo es distinta en cada firma, será necesario que el área de recursos humanos o los responsables de la organización tomen en consideración todos estos factores al decidir la conveniencia de celebrar un curso online o en formato presencial.

Scroll