I. Introducción
«Querer» es una miniserie de drama judicial dirigida por Alauda Ruiz de Azúa, estrenada en Movistar Plus+ el 17 de octubre de 2024. La trama sigue a Miren, quien, tras 30 años de matrimonio y dos hijos en común, abandona el hogar conyugal y denuncia a su marido, Íñigo, por violación continuada. Esta grave acusación sumerge a la familia en una profunda crisis, obligando a los hijos, Aitor y Jon, a debatirse entre creer a su madre o apoyar a un padre que defiende su inocencia. La serie explora las complejidades del consentimiento dentro del matrimonio y las dinámicas familiares frente a la violencia sexual en el ámbito doméstico. Compuesta por cuatro episodios de aproximadamente 50 minutos cada uno, «Querer» ha sido elogiada por su realismo y la profundidad de sus interpretaciones, consolidando a Ruiz de Azúa como una de las cineastas más destacadas de su generación.
Este artículo quiere explorar esta miniserie desde el punto de vista de los juzgados de violencia de violencia sobre la mujer, cómo se representa el delito, y su tratamiento en las salas judiciales, así como las deficiencias que, en un asunto tan delicado, se muestran en la misma con respecto a los procesos que rodean estas causas judiciales.
II. Discusión
La representación de la violencia sexual dentro del matrimonio en Querer plantea un desafío narrativo y ético: ¿cómo balancear la fidelidad a la realidad judicial con la necesidad de dramatizar para generar impacto en la audiencia? La serie, al situar el delito en un ámbito familiar tan íntimo y cargado de emociones, invita a reflexionar sobre las dificultades intrínsecas en la judicialización de este tipo de casos. A nivel temático, el matrimonio se presenta no sólo como un contexto de abuso, sino como un espacio donde las relaciones de poder se entrelazan con normas sociales y percepciones culturales que pueden dificultar el reconocimiento del delito. Esta representación pone en cuestión la capacidad de las instituciones judiciales para abordar de manera adecuada el carácter insidioso y muchas veces invisible de la violencia sexual en el ámbito doméstico.
Uno de los aspectos centrales de la discusión es la manera en que Querer dramatiza el concepto de consentimiento dentro del matrimonio. La idea de que una relación marital no exime de la obligación de obtener consentimiento explícito es esencial, pero culturalmente todavía controvertida en algunos sectores. Aquí, la serie logra abrir un espacio para el debate, pero también simplifica la complejidad de probar delitos de esta naturaleza ante un tribunal, donde la ausencia de testigos, la dependencia económica y emocional de las víctimas, y las estrategias de defensa de los acusados complican el proceso. ¿En qué medida esta simplificación puede perpetuar la idea de que el sistema judicial es incapaz de proteger a las víctimas, o incluso disuadir a otras de denunciar? Este es un punto crítico que merece una exploración profunda en el contexto del artículo.
Otro tema relevante es el papel de los juzgados de violencia sobre la mujer, que, en la realidad, están diseñados para ofrecer un enfoque integral y especializado en casos como el presentado en la serie. Sin embargo, Querer apenas explora las particularidades de estos tribunales, como el uso de equipos multidisciplinares (psicólogos, trabajadores sociales, médicos forenses) y las medidas de protección inmediata para las víctimas. Esta omisión deja fuera un componente crucial del sistema judicial que podría haber ofrecido una imagen más completa de cómo España maneja los delitos de violencia de género. Por lo tanto, surge una pregunta interesante para el desarrollo del artículo: ¿en qué medida la falta de representación de estos elementos afecta la percepción pública sobre la eficacia de estos juzgados?
Asimismo, Querer abre una línea de discusión sobre las dinámicas familiares y las lealtades divididas en el contexto de un juicio por abuso sexual. Los hijos, atrapados entre el testimonio de su madre y la defensa de su padre, encarnan un conflicto que no sólo es emocional, sino también profundamente simbólico: refleja cómo la sociedad puede verse dividida entre creer a la víctima o al acusado en casos de violencia de género. Esta representación tiene implicaciones éticas, ya que la serie, al dramatizar estas divisiones, puede reforzar la noción de que estos casos están cargados de incertidumbre y ambigüedad, cuando, en realidad, los juzgados operan bajo el principio de la prueba y con herramientas específicas para abordar estas tensiones. Este es otro punto en el que el artículo puede profundizar: ¿cómo influye esta representación en la confianza del público en el sistema judicial y en la credibilidad de las víctimas?
Por último, la ficción legal en Querer también invita a reflexionar sobre los desafíos narrativos y éticos de representar casos de violencia de género en los medios. Aunque la serie logra visibilizar un tema crítico, ¿hasta qué punto prioriza el impacto emocional sobre el rigor en la representación de los procesos legales? Este balance entre sensibilidad artística y precisión puede convertirse en un punto clave del análisis, particularmente al considerar el efecto que las narrativas mediáticas tienen en las audiencias, incluyendo potenciales víctimas y profesionales del derecho.
1. La Dificultad de Denunciar: Un Cambio que lo Transforma Todo
Denunciar una situación de violencia de género no es un paso sencillo ni inmediato. No se trata únicamente de acudir a una comisaría o a un juzgado, sino de revivir experiencias dolorosas, ponerlas en palabras y enfrentarse a un proceso que altera por completa la vida de la víctima. En muchas ocasiones, la mujer debe abandonar su hogar de manera repentina, modificar su entorno social y adaptarse a una realidad completamente distinta. Esta transición, aunque necesaria para su protección, conlleva un impacto emocional profundo y genera múltiples desafíos que deben ser enfrentados con apoyo y acompañamiento (Arangüena Fanego, 2025).
La serie Querer ilustra esta realidad a través de Miren, quien, tras interponer la denuncia, se ve obligada a dejar su casa y pasa la primera noche en la vivienda de su hijo. Este cambio repentino simboliza la ruptura con su vida anterior y marca el inicio de un proceso lleno de incertidumbre. Su entorno social también se ve afectado: algunas de sus amistades se distancian, su rutina cambia de manera abrupta y, sobre todo, el impacto de su decisión recae también en sus hijos, quienes deben asimilar la transformación de su núcleo familiar. Así, la serie nos muestra que la violencia no sólo afecta a la víctima, sino que genera consecuencias en toda su red de relaciones.
Desde el momento en que una mujer denuncia, se activan protocolos diseñados para brindarle protección y apoyo. Puede recibir asistencia psicológica, acompañamiento legal especializado e incluso acceso a medidas de seguridad para garantizar su bienestar. Sin embargo, aunque estos mecanismos son fundamentales, no eliminan el impacto emocional y social del proceso. La víctima no enfrenta únicamente la carga de demostrar los hechos, sino también el peso de reconstruir su vida en un entorno que puede ser hostil o poco comprensivo con su situación.
Es fundamental entender que no todas las mujeres están preparadas para dar este paso, y que la falta de denuncia no significa que la violencia no exista. Muchas veces, el miedo, la dependencia económica, la falta de apoyo familiar o la incertidumbre sobre el futuro hacen que una mujer posponga o incluso descarte la posibilidad de denunciar. Por ello, más allá de exigir una respuesta inmediata, es necesario generar un entorno que facilite este proceso y que brinde a las víctimas la seguridad y el respaldo necesarios para tomar esta decisión en el momento adecuado.
Denunciar es un acto de valentía, pero también un camino lleno de obstáculos
Denunciar es un acto de valentía, pero también un camino lleno de obstáculos. La justicia y la sociedad deben garantizar que ese camino sea lo menos traumático posible y que, más allá de la denuncia, las víctimas encuentren los recursos necesarios para recuperar su estabilidad y autonomía. (Molero & Bodelón, 2019).
2. El Proceso Judicial y su Representación en la Serie
En la serie, la actuación judicial se presenta de forma parcial, centrándose principalmente en la fase final del juicio. Como espectadores, nos encontramos con una visión que deja en segundo plano los pasos previos del proceso, sin mostrar en detalle las pruebas recabadas durante la instrucción, las declaraciones de las partes o la posible intervención de profesionales especializados, como psicólogos o asociaciones de apoyo a la víctima. Este enfoque narrativo, si bien permite un desarrollo dramático centrado en el juicio, deja abierta la posibilidad de que el espectador no tenga acceso a la totalidad de los elementos que conforman un procedimiento judicial en casos de violencia de género.
Los Juzgados de Violencia sobre la Mujer fueron creados con la intención de ofrecer una protección integral a las víctimas, combinando la función judicial con un enfoque asistencial. Estos juzgados tienen competencia tanto en el ámbito penal, para investigar y juzgar delitos relacionados con la violencia de género, como en el ámbito civil, para resolver cuestiones relacionadas con el divorcio, la custodia de los hijos, el uso de la vivienda familiar o las pensiones alimenticias derivadas de la situación de violencia. De este modo, permiten que una misma instancia se encargue de todos los aspectos que afectan a la víctima, evitando la dispersión de procesos en diferentes juzgados y facilitando un tratamiento más coordinado de su caso (López, 2024).
Cuando una mujer denuncia, no sólo se inicia un procedimiento penal, sino que también se activan protocolos de protección y asistencia. Si la denunciante no cuenta con recursos económicos suficientes, tiene derecho a un abogado de oficio, que la asistirá a lo largo de todo el proceso y garantizará su representación legal tanto en el ámbito penal como en el civil. Este letrado o letrada será la misma persona durante todo el procedimiento, lo que permite una mayor continuidad y conocimiento del caso. Además, la víctima tiene a su disposición un médico forense, cuyo papel es fundamental para evaluar su estado físico y psicológico y elaborar informes periciales que pueden servir como prueba en el proceso judicial.
La fase de instrucción, que en la serie apenas se menciona, es una etapa clave dentro del procedimiento. En este período, el juez o jueza instructor recopila todas las pruebas necesarias para determinar si hay indicios suficientes para llevar el caso a juicio. Esto incluye la toma de declaración de la víctima, el acusado y los testigos, así como la posible intervención de psicólogos, trabajadores sociales o asociaciones de protección a la mujer. También se pueden solicitar informes médicos, análisis forenses y cualquier otro elemento probatorio que ayude a esclarecer los hechos. Durante esta fase, se pueden dictar cautelares, como órdenes de alejamiento o la retirada de la custodia de los hijos, con el objetivo de proteger a la víctima mientras se resuelve el caso.
Sin embargo, desde una mirada jurídica, la serie opta por centrar la narración en el juicio, dejando en segundo plano la importancia de estos procedimientos previos. Al no mostrar la fase de instrucción ni los mecanismos de protección que se activan desde el inicio, la historia puede dar la impresión de que la víctima queda en una situación de desamparo hasta la resolución final, cuando en realidad el sistema judicial ofrece recursos para su protección desde el primer momento.
El proceso judicial en estos casos no busca tan solo determinar la existencia de un delito, sino también garantizar la seguridad y bienestar de la víctima. La serie nos invita a reflexionar sobre este tipo de procedimientos y sobre la percepción que como sociedad tenemos de ellos, especialmente cuando los casos son complejos y las pruebas no siempre resultan concluyentes. A través de su enfoque, nos recuerda que la justicia en casos de violencia de género no se reduce a un juicio final, sino que implica un proceso mucho más amplio, donde la protección de la víctima es una prioridad desde el inicio.
3. La Representación del Juicio y la Percepción del Espectador
Uno de los aspectos más interesantes de la narrativa de la serie es la manera en que el juicio es presentado. La historia se centra en los testimonios de las partes involucradas, de los hijos y de algunos testigos, y sobre esa base el tribunal dicta sentencia. Este enfoque, si bien es una decisión narrativa legítima, plantea una cuestión interesante: ¿cómo influye en la percepción del espectador el hecho de que no se muestren otros elementos del proceso, como las pruebas documentales o los informes periciales?
A pesar de esta omisión, el juicio en la serie se muestra con un alto grado de realismo en cuanto a su desarrollo procesal. Se da prioridad a la declaración de las partes y testigos, que son quienes llevan el peso de la escena. Sin embargo, los operadores jurídicos aparecen en un segundo plano: no se distingue claramente quién ejerce la labor de fiscal y el tribunal no interviene con preguntas o aclaraciones. Son los abogados quienes asumen el protagonismo en la defensa de sus clientes, planteando su interrogatorio y buscando reforzar la credibilidad de su versión. Esta representación genera la sensación de que el juicio es casi un duelo entre las dos partes, sin que se perciba la labor del tribunal como garantía del proceso y encargado de valorar todas las pruebas en su conjunto.
La serie nos invita, además, a reflexionar sobre lo difícil que es llegar a una condena cuando no existen pruebas contundentes y todo se basa en versiones contradictorias. La declaración de las partes adquieren una gran relevancia, pero cada uno ha vivido una realidad distinta y el conflicto radica precisamente en esa divergencia de percepciones. Íñigo no es consciente de haber hecho nada malo; para él, su comportamiento no es reprobable desde un punto de vista legal, aunque desde una perspectiva moral su actitud puede resultar dominante, egoísta e incluso insensible. La serie lo retrata como un hombre carente de habilidades emocionales para cuidar y querer a su mujer, pero sin una intención explícita de transgredir la ley.
Este planteamiento pone de manifiesto un problema recurrente en los delitos que implican una falta de consentimiento dentro de las relaciones íntimas: la dificultad de probar los hechos cuando no hay testigos ni evidencias materiales. El derecho penal exige pruebas firmes para condenar, y en casos donde sólo existen testimonios enfrentados, la presunción de inocencia juega un papel crucial. Esta realidad judicial, aunque puede generar frustración social cuando un caso queda impune, responde a un principio fundamental del sistema legal: no se puede condenar sin la certeza suficiente.
Al final, la serie nos coloca en la misma posición que el tribunal: con información parcial, sin pruebas concluyentes y con la obligación de formarnos una opinión basándonos únicamente en lo que nos muestran. Este ejercicio de reflexión nos ayuda a comprender la complejidad de estos casos en la vida real y el reto que supone para la justicia dictar una sentencia cuando los hechos no pueden demostrarse más allá de toda duda razonable (Guri, 2022).
4. El Veredicto y la Búsqueda de Justicia: Consentimiento y Respaldo Judicial
A lo largo de la serie, la construcción narrativa guía al espectador hacia una clara empatía con Miren, mientras que Íñigo se retrata como un hombre dominante, egocéntrico y emocionalmente distante. Esta caracterización influye en la percepción del público y provoca una reacción casi instintiva de rechazo hacia el personaje masculino. En este contexto, el desenlace, con la absolución de Íñigo, genera una sensación de frustración e impotencia. Desde una perspectiva emocional, el veredicto parece un fracaso del sistema judicial, pues da la impresión de que la justicia no ha sabido dar respuesta a la vivencia de la protagonista. Sin embargo, desde un punto de vista estrictamente legal, las sentencias deben basarse en pruebas sólidas y no en percepciones subjetivas. La serie, de manera implícita, pone sobre la mesa el dilema al que se enfrentan los tribunales cuando los casos carecen de pruebas concluyentes y todo depende de versiones contradictorias.
Demostrar la falta de consentimiento en una relación marital es compleja, especialmente cuando no existen testigos ni pruebas físicas claras
Uno de los aspectos que más se echa en falta en la representación del juicio es el argumento jurídico de la sentencia. No se nos muestra cómo el tribunal fundamenta su decisión ni qué tratamiento da al consentimiento dentro del matrimonio, un tema clave en este caso. En la actualidad, el Tribunal Supremo ha dejado claro en distintas resoluciones que el matrimonio no supone un consentimiento permanente ni implícito para las relaciones sexuales. La negativa de uno de los cónyuges invalida cualquier acto en contra de su voluntad, y si se prueba la ausencia de consentimiento, estaríamos ante un delito. Sin embargo, el gran reto sigue siendo el ámbito probatorio: demostrar la falta de consentimiento en una relación marital es compleja, especialmente cuando no existen testigos ni pruebas físicas claras. La serie refleja este conflicto, dejando la sensación de que la falta de condena no significa necesariamente que no haya existido una agresión, sino que no se han reunido los elementos suficientes para demostrarlo jurídicamente. (Buján, 2024).
En este sentido, la representación del juicio en la serie refuerza la idea de que los delitos de violencia de género, especialmente aquellos relacionados con la falta de consentimiento, enfrentan grandes desafíos en el proceso judicial. No únicamente por la dificultad de probar los hechos, sino porque el tribunal debe tomar una decisión calculada en el principio de presunción de inocencia. En ausencia de pruebas contundentes, cualquier duda razonable debe resolverse a favor del acusado. Esto puede generar una sensación de desprotección para la víctima, pues aunque su testimonio tenga coherencia y verosimilitud, si no está acompañado de otros elementos probatorios, la condena se vuelve improbable.
Asimismo, la falta de argumentación explícita en la sentencia dentro de la serie impide al espectador comprender cómo los jueces han llegado a su conclusión. No se conoce si han valorado pruebas periciales, si han analizado informes psicológicos o si han considerado antecedentes de violencia. La omisión de estos elementos no sólo limita la comprensión del caso, sino que también refuerza la percepción de que el sistema judicial puede ser insuficiente para abordar este tipo de delitos. En la realidad, nuestro más alto Tribunal, ha evolucionado en su interpretación del consentimiento, estableciendo que una relación matrimonial no exime la obligación de que ambos cónyuges estén de acuerdo en cada encuentro íntimo. Sin embargo, la serie deja abierta la pregunta de hasta qué punto estos criterios son efectivos en la práctica judicial.
Otro punto relevante es la evolución de Miren tras conocer la sentencia. Inicialmente, ella no desea recurrir a la absolución de Íñigo; Parece resignada, agotada por el proceso judicial. Sin embargo, un nuevo episodio de violencia con su exmarido reaviva en ella una mezcla de rabia e impotencia que la impulsa a continuar la lucha legal. Es en ese momento cuando decide recurrir la sentencia. Esta reacción es significativa porque refleja una realidad común en muchas víctimas: la necesidad de que la justicia valide su vivencia. No basta con haber salido del calvario, entre comillas; Es imprescindible que un tribunal reconozca el daño sufrido y otorgue legitimidad a su historia. La justicia, en este sentido, no sólo tiene una función punitiva, sino también reparadora, y su ausencia puede dejar una herida abierta en quienes buscan, más allá del castigo, un reconocimiento a su sufrimiento.
Este aspecto es fundamental para comprender por qué muchas mujeres buscan agotar todas las instancias judiciales a pesar del desgaste emocional que esto conlleva. No se trata únicamente de una cuestión legal, sino de una necesidad emocional y social. La falta de una condena puede percibirse como una invalidación de la experiencia vivida, como si lo sufrido no tuviera relevancia jurídica. La serie logra plasmar este dilema a través del viaje emocional de Miren, quien, tras un primer momento de derrota, se encuentra en la indignación y el dolor la fuerza para seguir adelante en la búsqueda de una sentencia que, de algún modo, le dé la razón.
De esta manera, la serie no sólo nos plantea una reflexión sobre las dificultades de probar ciertos delitos, sino también sobre el impacto emocional que tienen las decisiones judiciales en las víctimas. En última instancia, nos enfrentamos a la pregunta de si el sistema, tal y como está diseñado, logra proteger de manera efectiva a quienes han sufrido violencia, o si, por el contrario, su estructura dificulta el acceso a una justicia plena. La historia nos recuerda que la justicia no es únicamente un mecanismo legal, sino también un espacio donde las víctimas buscan reconocimiento y reparación, más allá de la mera aplicación de una pena (Navarro et al., 2020).
III. Los Desafíos del Proceso Judicial en los Juzgados de Violencia de Género
El sistema judicial en materia de violencia de género enfrenta una serie de desafíos estructurales y procesales que condicionan la forma en que se abordan estos casos. Los Juzgados de Violencia sobre la Mujer, creados para ofrecer una respuesta especializada, deben equilibrar dos elementos esenciales: garantizar la protección de la víctima y, al mismo tiempo, respetar los derechos fundamentales del acusado. Este equilibrio no siempre es fácil de lograr, y la serie lo refleja, aunque de manera parcial, dejando fuera aspectos clave del proceso judicial que influyen en la percepción del espectador sobre el desenlace.
1. La dificultad de obtener pruebas en los casos de violencia de género
Uno de los mayores desafíos en estos procedimientos es la dificultad probatoria. En muchas ocasiones, la violencia no deja huellas físicas visibles, sino que se manifiesta a través del control psicológico, la manipulación o la intimidación, factores que no siempre pueden probarse de manera contundente ante un tribunal. En el juicio de la serie, se observa esta problemática: no hay pruebas físicas concluyentes, sino versiones contradictorias de los hechos, cada una sustentada en la experiencia personal de sus protagonistas.
El testimonio de la víctima es clave en este tipo de procedimientos, pero para que sea suficiente para una condena, debe cumplir ciertos estándares de credibilidad, persistencia y coherencia. Aquí entra en juego otro problema: el impacto emocional del proceso en la víctima, que puede afectar la manera en que narran los hechos, haciendo que parezcan confusos o poco estructurados. En la serie, Miren no siempre es clara en su relación, lo que podría generar dudas en el tribunal.
La ausencia de pruebas materiales puede hacer, además, que una denuncia quede en una zona gris dentro del derecho penal: ¿es suficiente la palabra de la víctima contra la del acusado? En estos casos, el tribunal debe ser extremadamente meticuloso, pues condenar sin pruebas firmes supondría una vulneración de derechos fundamentales, pero absolver en un contexto de violencia también podría interpretarse como un fallo del sistema (Monje, 2020).
2. El impacto emocional y social de denunciar
Otro desafío clave es el impacto que tiene la denuncia en la víctima. En la serie, Miren, además de enfrentarse al proceso judicial, también lo hace al rechazo social, la pérdida de su círculo cercano y la necesidad de reconstruir su vida. La decisión de denunciar no sólo busca justicia, sino también la validación de una experiencia dolorosa que ha sido negada o minimizada durante años.
En este sentido, los Juzgados de Violencia sobre la Mujer cuentan con un enfoque integral que va más allá del juicio penal. Se activan medidas de protección, asistencia psicológica y asesoramiento jurídico especializado, pero aun así, la víctima debe afrontar un cambio drástico en su vida. La serie muestra cómo Miren, al principio, no quiere recurrir a la sentencia, quizás por agotamiento emocional o por miedo a enfrentarse nuevamente al proceso. Sin embargo, un encuentro violento con Íñigo la impulsa a seguir adelante, como si la rabia y la impotencia se transformarán en fuerza para continuar en la lucha judicial. Esto nos hace reflexionar sobre cómo, en muchas ocasiones, la justicia no se busca solamente en los tribunales, sino también en la necesidad de que la experiencia de la víctima sea reconocida y validada.
3. El desenlace: ¿qué hubiera cambiado si la sentencia hubiera sido condenatoria?
El final de la serie, con la absolución de Íñigo, deja en el espectador una sensación de frustración y cuestionamiento sobre la capacidad del sistema judicial para proteger a las víctimas. Pero, ¿habría sido distinto si la sentencia hubiera sido condenatoria?
Si Íñigo hubiera sido condenado, la narrativa habría ofrecido un cierre más tradicional, donde la justicia se impone y la víctima obtiene una aparente reparación. Sin embargo, es válido preguntarse: ¿esto habría supuesto una verdadera victoria para Miren y sus hijos?
Por un lado, desde un punto de vista simbólico y social, una condena podría interpretarse como un triunfo de la justicia y como un mensaje claro sobre la importancia del consentimiento dentro del matrimonio. Sin embargo, en el plano personal, una condena no habría revertido el daño sufrido, ni tampoco habría garantizado una verdadera paz para Miren y su familia.
Es posible que una sentencia condenatoria hubiera generado una satisfacción inicial, pero la prisión de Íñigo no eliminaría los traumas, ni la transformación de la vida de Miren y sus hijos. ¿Habría sido un «final feliz» para ellos? La respuesta no es sencilla. En muchas ocasiones, el castigo penal no repara el daño emocional, y la víctima debe seguir enfrentando las secuelas de la violencia.
Desde la perspectiva del espectador, un final con una condena podría haber brindado una sensación de justicia narrativa, donde el «villano» recibe su castigo y la víctima puede seguir adelante con su vida. Pero la realidad es mucho más compleja. En los procesos judiciales, una sentencia no siempre cierra las heridas, y la verdadera reconstrucción de una víctima de violencia de género va más allá del resultado del juicio.
IV. Conclusión
La representación del sistema judicial en Querer pone de manifiesto tanto su capacidad para sensibilizar al público sobre la violencia sexual dentro del matrimonio como las limitaciones inherentes a la dramatización de procesos legales complejos. Si bien la serie acierta al plantear temas esenciales como el consentimiento, el impacto del abuso continuado y los dilemas éticos dentro del núcleo familiar, también simplifica o pasa por alto elementos clave del proceso judicial, como los protocolos especializados de los juzgados de violencia de género, la perspectiva interdisciplinar y el acompañamiento integral a las víctimas. Estas omisiones podrían reforzar estereotipos o visiones reduccionistas que no reflejan la realidad de la práctica jurídica en España. En este contexto, el estudio subraya la necesidad de un mayor rigor en la representación mediática de estos casos para evitar malentendidos sobre el funcionamiento y los retos del sistema judicial en asuntos de violencia de género.
V. Referencias
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Arangüena Fanego, M. D. C. (2025). Últimos pasos en la Unión Europea para la protección de los derechos de las víctimas. la Directiva (UE) del Parlamento Europeo y del Consejo sobre la lucha contra la violencia sobre las mujeres y la violencia doméstica.
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Buján, M. V. Á. (2024). Acerca de la tan célebre y criticada ley española del «Solo sí es sí»: principales aspectos procesales. Revista penal México, 13(24), 7-24.
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Guri, E. C. (Ed.). (2022). La prueba de la violencia de género y su problemática judicial. La Ley.
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Molero, M. N., Vila, G. C., & Bodelón, E. (2019). La utilización del sistema de justicia penal por parte de mujeres que enfrentan violencia de género en España. Violencia de género y las respuestas de los sistemas penales, 27-104.
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López, S. P. (2024). Algunas cuestiones sustantivas y procesales en el ámbito de la violencia de género en España. Revista Estudios Jurídicos. Segunda Época (24), e8357-e8357.
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Loreto Mauleón: «"Querer" busca remover conciencias, que se hable de la violencia sexual en el ámbito familiar». (2024, septiembre 25). Cadena SER. Recuperado de
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Navarro, C. G., León, F. G., & Nieto, M. Á. P. (2020). Análisis de las consecuencias cognitivas y afectivas de la violencia de género en relación con el tipo de maltrato. Ansiedad y estrés, 26(1), 39-45.
Si te ha impactado la serie «Querer», te recomendamos ver otras dos películas de su creadora Alauda Ruiz de Azúa. (2024, noviembre 25). Los 40. Recuperado de https://los40.com/2024/11/25/si-te-ha-impactado-la-serie-querer-te-recomendamos-ver-otras-dos-peliculas-de-su-creadora-alauda-ruiz-de-azua/
Querer. (2024). Wikipedia. Recuperado de https://en.wikipedia.org/wiki/Querer