En el mercado de los servicios legales, los premios jurídicos legal han proliferado en los últimos años y se han convertido en una forma de reconocimiento para despachos, abogados y juristas destacados. Estos galardones pueden suponer prestigio, visibilidad y credibilidad, pero ¡ojo! no todos son lo que aparentan. Existen premios con una solidez y reputación incuestionables, mientras que otros funcionan más como un negocio del que los promueve que como una verdadera distinción basada en méritos o capacidades objetivamente evaluables.
Despachos y profesionales del derecho buscan diferenciarse en un mercado competitivo, y un galardón puede representar un sello de calidad ante clientes y competidores. Sin embargo, este auge también ha dado lugar a la aparición de premios que, en lugar de basarse en una valoración rigurosa, pueden tener como principal objetivo la obtención de ingresos a través de tarifas de participación, compra de herramientas o servicios o pago de desproporcionadas tarifas para acudir a las ceremonias de entrega. No es oro todo lo que reluce.
El primer consejo, salvo en aquellos que por su propia entidad son para todos conocidos, bien sea por provenir de directorios de reconocido prestigio, bien por medios de comunicación de reputación contrastada en el sector ofrezcan natural confianza, es hacerse preguntas como ¿me lo merezco o me lo están vendiendo?; ¿cómo puede afectar a mi reputación aceptarlo?
Aparentemente la nominación a un premio en un sector tan competitivo como es el de los servicios jurídicos, es indudablemente una buena herramienta para el marketing del despacho que contribuye a la reputación y posicionamiento de marca. Además, un reconocimiento que - al menos aparentemente- se recibe desde el propio sector debería suponer una acreditación al trabajo, la innovación, el esfuerzo y los resultados de la firma o el profesional. Pero ¿son todos de fiar? Algunos consejos para distinguir el grano de la paja.
Falta de transparencia en los criterios de selección; cobro de tarifas por la participación o aceptación del premio; ausencia de un jurado experto o independiente; gran cantidad de galardonados; entidad organizadora poco conocida o no directamente relacionada con el sector o haber recibido el premio sin haberse presentado al mismo, son señales de alarma que requieren valorar la oportunidad de participar o aceptar el “premio”. Sirvan estos consejos para estar alerta ante quienes nos ofrecen aparecer en un medio informativo mediante un reportaje o entrevista, pero que debe ser pagado. La información libre y objetiva nunca requiere una contraprestación económica.
Por el contrario, los premios organizados por publicaciones jurídicas de prestigio, colegios profesionales, asociaciones reconocidas o instituciones académicas aportan indudablemente credibilidad. Una convocatoria transparente y con plazo suficiente que contenga plazos, requisitos y objeto del premio ofrecen fiabilidad. Sin duda los premios más prestigiosos explican detalladamente su proceso de selección, los criterios utilizados y la metodología de evaluación. Existencia de un jurado experto e independiente compuesto por profesionales con experiencia y prestigio en el sector legal que garantice una evaluación objetiva.
Obviamente, sí es habitual y aceptado que, en el caso de ser finalista, exista un pago por la asistencia a la gala de entrega de los galardones. Los premios que han sido otorgados durante varios años y cuyos ganadores anteriores incluyen firmas y abogados reconocidos tiene mayor credibilidad.
Un premio jurídico puede ser una gran oportunidad para ganar visibilidad y reconocimiento en el sector, siempre que su origen sea honesto y esté basado en méritos reales. Antes de aceptar o postularse a un galardón, es fundamental investigar sobre la organización que lo otorga, la transparencia del proceso de selección y la credibilidad del jurado.
Si un premio cumple con los estándares de transparencia, independencia y reconocimiento, puede aportar un gran valor a la trayectoria de un profesional o despacho. En cambio, si el galardón parece estar basado en intereses económicos o carece de rigor en su selección, es mejor evitarlo. Nada bueno aporta relacionarse con lo que, más que aportar prestigio, acaba embebiéndose del tuyo.
Los premios jurídicos pueden ser una herramienta valiosa, pero es esencial diferenciar entre aquellos que realmente reflejan la excelencia profesional – que los hay y muy buenos - y los que simplemente buscan un atajo para aprovecharse de la necesidad de reconocimiento en un mercado muy competitivo.
Háganse el paralelismo: al contratar un nuevo profesional ¿ les da igual dónde haya estudiado su grado o en que despacho haya trabajado con anterioridad? Seguramente no.