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Por Carlos B Fernández.- La aparición, a finales de 2008, de un nuevo sistema «de efectivo electrónico» llamado Bitcoin, realizada entre dos máquinas que se hablan entre sí (peer-to-peer) mediante un sistema de encriptación y registro de operaciones, supuso la puesta en marcha de un nuevo sistema pagos sin intervención de los tradicionales emisores oficiales de moneda.

Superada esa fase, y convertidas bitcoin y las demás criptomonedas más en un mecanismo de inversión especulativa que de pago, los bancos centrales de varios países u organizaciones, como la Unión Europea, están considerando la introducción de nuevos medios de pago electrónicos en forma de monedas digitales equivalente electrónicos al efectivo.

Son las denominadas CBDC, por la abreviatura en inglés de Central Bank Digital Currency, cuyo mero planteamiento ha abierto amplios debates en círculos financieros y económicos.

Pero, ¿qué es exactamente un CBDC?, ¿en qué se diferencian de las criptomonedas que conocemos en la actualidad?, ¿qué ventajas pueden aportar al ciudadano o a la economía?, ¿serán seguras, qué riesgos entrañan?, ¿sustituirán a billetes y monedas?, ¿qué retos jurídicos plantean?, ¿en qué punto se encuentra el euro digital?... muchas son las cuestiones que se plantean en torno la versión digital de monedas fiduciarias.

Para solventar estas dudas, hemos hablado con José M.ª López Jiménez, Director de Estrategia de Sostenibilidad de entidad bancaria, Profesor asociado de Derecho Civil en la Universidad de Málaga (acreditado a contratado doctor), Vicepresidente de la delegación en Andalucía del Instituto Español de Analistas y autor de la obra recientemente publicada por Aranzadi LA LEY «Las monedas digitales de los bancos centrales (CBDC): implicaciones legales y financieras».

Este libro proporciona un análisis exhaustivo sobre la evolución del dinero, el rol de los bancos centrales, y la transformación digital en la prestación de servicios financieros. Explora las monedas digitales privadas, especialmente las criptomonedas y criptomonedas estables, y revisa regulaciones europeas como el Reglamento MiCA (LA LEY 10588/2023).

Además, dedica un extenso análisis a las monedas digitales de bancos centrales (CBDCs), comparándolas con otros instrumentos financieros, y se discuten sus arquitecturas, ventajas, riesgos, y ejemplos actuales. El euro digital recibe atención especial, abordando sus implicaciones en la política monetaria y propuestas regulatorias.

Para empezar, ¿podría explicarnos qué es exactamente una moneda digital emitida por un banco central y en qué se diferencia del dinero que ya usamos?

La base de los sistemas monetarios avanzados son los billetes y las monedas emitidos por los bancos centrales. En nuestros pagos, empleamos el efectivo o, más en general, los medios que ofrecen los bancos cuando el efectivo se deposita en las cuentas a la vista: transferencias, adeudos domiciliados, tarjetas…

Las monedas digitales de los bancos centrales (CBDC por sus siglas en inglés) serían como los billetes y las monedas: también de curso legal, pero sin realidad material, por lo que serían particularmente aptas para el comercio electrónico y para los pagos en línea.

Se podrían convertir a la par (sin pérdida de valor) en depósitos bancarios o, en último término, en billetes y monedas.

Prácticamente todos los bancos centrales del planeta están estudiando la emisión de monedas digitales para su uso por los ciudadanos, aunque tres países (Bahamas, Jamaica y Nigeria) y una unión monetaria (Caribe Oriental) ya han dado este paso. Los Estados Unidos han rechazado esta posibilidad, y la Unión Europea, por ejemplo, está avanzando a buen ritmo para disponer de un euro digital.

Hay que partir de que no existe un modelo único y universal, sino que cada país tendrá que tomar sus propias decisiones para la puesta en marcha de su CBDC. A medio plazo, de consolidarse esta tendencia, las CBDC deben tener aspectos en común que permitan su interoperabilidad, como ocurre con los mercados de divisas y con los pagos transfronterizos actualmente.

¿En qué se diferencia una CBDC de las criptomonedas como Bitcoin o Ethereum?

Las CBDC estarían respaldadas por los bancos centrales y su valor se prevé que sea estable. Las criptomonedas son activos digitales privados, descentralizados y muy volátiles, sin respaldo de ninguna autoridad monetaria o estatal.

Además, las criptomonedas raramente se emplean como medio de pago, pues a día de hoy están funcionando, más bien, como forma de inversión, lo que genera evidentes riesgos de pérdida de la inversión.

¿Qué ventajas aportan las CBDC frente a esas criptomonedas?

Lo más relevante es su patrocinio por parte de los Estados o instituciones supranacionales como la Unión Europea (contando, como decía antes, con que los grandes países y regiones den el paso de su emisión, lo que están calibrando muy cuidadosamente).

Es decir, las CBDC ofrecen una mayor seguridad jurídica, estabilidad de valor, respaldo institucional y, en principio, mayor potencial para la aceptación general, tanto de quienes realizan como de quienes aceptan pagos (los comercios, sobre todo, aunque también los particulares en las relaciones conocidas como C2C, de las que Bizum es un buen ejemplo de éxito, auspiciado por la industria bancaria española).

Las CBDC también podrían servir para la realización de pagos de los Estados a los particulares (abono de subvenciones), o de estos a los Gobiernos (para el pago de impuestos, como ejemplo).

Además, se pueden integrar de manera relativamente sencilla con el sistema financiero tradicional, a diferencia de los criptoactivos, que muestran una mayor rigidez y dificultad inherente para la interrelación.

¿Qué razones están llevando a los bancos centrales a plantearse crear monedas digitales?

La aparición de las llamadas criptomonedas estables a partir de 2019 ha generado la preocupación de los bancos centrales por su posible aceptación masiva por la ciudadanía, desplazando a las divisas nacionales e impactando en la labor de las entidades bancarias tradicionales. Facebook intentó lanzar su propia criptomoneda estable (Libra, después bautizada como Diem), de lo que desistió en 2022. Cuenta con miles de millones de usuarios…

Donald Trump ha señalado que quiere que su país sea la «cripto-capital del planeta». En una de sus primeras y polémicas órdenes ejecutivas («executive orders»), ha cerrado filas con el sector tecnológico norteamericano, reforzando la soberanía monetaria en torno al dólar, incluso como respaldo de futuras criptomonedas estables globales de origen privado.

Es decir, la geopolítica y la preservación de la soberanía monetaria y financiera también guarda estrecha relación con la materia. Las CBDC son una forma de defensa de los emisores de divisas ante estos riesgos.

¿Cuáles son las principales ventajas que aportan las CBDC para los ciudadanos y las empresas, y qué riesgos podrían contrarrestar esas ventajas?

Hay que partir de que las CBDC que se usarán por los ciudadanos son las de uso minorista. Las mayoristas ya operan desde hace años, como cuando, por ejemplo, una entidad financiera abre una cuenta directamente en el banco central para liquidar sus pagos con otras entidades financieras.

Para los ciudadanos, las CBDC representarían un medio de pago seguro, accesible y gratuito, incluso sin necesidad de abrir una cuenta bancaria y de disponer de conexión a Internet.

Para las empresas, supondrían eficiencia, reducción de costes —al reducirse el número de intermediarios— y mayor trazabilidad.

Sin embargo, plantean riesgos, como la posible pérdida de privacidad, o el de desintermediación bancaria. Respecto de este último, al tratarse de un pasivo del banco central, y seguro, por tanto, los ciudadanos podrían preferir poseer CDBC antes que depósitos bancarios. Esto debilitaría al sector bancario y, por extensión, los flujos de crédito hacia la actividad económica. Por esto mismo, se plantea limitar la cantidad de CBDC que los ciudadanos pueden administrar en cada momento, con el fin de preservar el rol de los bancos en la economía y, por ende, la estabilidad financiera.

¿En qué se diferenciará pagar con una tarjeta de crédito a pagar con una CBDC?

Con una tarjeta de crédito o débito, el dinero se mueve entre cuentas de bancos privados, lo que implica intermediación y posibles comisiones. Una CBDC permitiría transferencias directas entre usuarios, incluso entre particulares, usando una infraestructura pública. Aunque el gesto sea similar —usar el móvil o una tarjeta—, la diferencia está en el tipo de dinero usado (privado vs. público), en el coste (los pagos básicos con CBDC se prevé que estén libres de cargos adicionales), y en el nivel de control y seguridad que ofrece el emisor (el banco central).

¿Cómo afectarán las CBDC al día a día de los ciudadanos, por ejemplo, al pagar en una tienda o enviar dinero? ¿Harán falta nuevos dispositivos físicos o digitales para utilizarlas?

El uso cotidiano será similar al que ya conoce la generalidad de los ciudadanos que paga con instrumentos digitales.

En principio, bastará con un móvil o tarjeta. La gran novedad es que el dinero que usemos será digital pero público, lo que garantiza su disponibilidad incluso si falla puntualmente el sistema bancario tradicional.

Al tratarse de un medio electrónico en manos de los bancos centrales, surgen enseguida dudas sobre la seguridad y la privacidad de los usuarios. En este sentido la primera pregunta sería ¿Son seguras las monedas digitales? ¿Puedo perder mi dinero en caso de un ciberataque?

Las CBDC se diseñarán con los más altos estándares de ciberseguridad, criptografía y protección contra fraudes. Aunque todo sistema digital es susceptible de ataques, los bancos centrales implementarán mecanismos de respaldo, recuperación y monitorización continua, en cooperación estrecha con el sistema financiero tradicional, que cuenta con la experiencia adquirida en los últimos años.

Además, el modelo de custodia puede variar (puede ser directo por el banco central o a través de intermediarios bancarios) para diversificar riesgos. En caso de fallo, el dinero digital seguirá respaldado por el banco central, igual que el efectivo.

Y la siguiente pregunta a este respecto ¿Podrán los gobiernos controlar o vigilar los ingresos y gastos que realizo con una CBDC?

Dependerá del diseño de cada CBDC. Algunos modelos, como el propuesto por el BCE, contemplan un sistema de privacidad equivalente al del efectivo para pequeñas cantidades, y trazabilidad regulada para operaciones mayores. No se trata de una vigilancia masiva, sino del cumplimiento de las leyes contra el blanqueo de capitales y la financiación del terrorismo, o contra el fraude fiscal. La tecnología permitirá un equilibrio entre anonimato funcional y control público limitado y proporcional, evitando abusos o usos no justificados de los datos financieros, como no puede ser de otra forma a la vista de los altos estándares existentes en nuestro continente, como el Reglamento General de Protección de Datos (LA LEY 6637/2016). Los bancos que puedan distribuir una CBDC también ejercerán algún tipo de control, en la línea indicada, como ya hacen en la actualidad.

Acabamos de sufrir las consecuencias de un fallo técnico que ha vuelto inútiles los medios digitales de pago ¿Las CBDC suponen un paso previo a la eliminación del dinero en efectivo?

No, de ningún modo. Aunque el efectivo se emplea cada día menos, sobre todo tras la pandemia, incluso los países nórdicos, los más avanzados en la extensión de los pagos digitales, están reconsiderando su postura. El ciudadano tiene derecho a pagar en billetes y monedas, que por algo son de curso legal, y las CBDC vienen a convertirse en un equivalente digital, en un complemento, no en un sustitutivo.

Desde el punto de visto técnico, ¿qué desafíos afrontan los bancos centrales para la implementación de las CBDC? ¿Dispone España de esta infraestructura?

Los principales desafíos quizás sean la escalabilidad (gestionar numerosas transacciones en breves lapsos de tiempo), la ciberseguridad, la interoperabilidad con los sistemas existentes, el acceso sin conexión y el cumplimiento normativo.

También se estudia cómo evitar que la CBDC desestabilice la captación de depósitos bancarios, pues, al tratarse de pasivos de los bancos centrales, pueden resultar más seguros que los depósitos bancarios que movilizamos de diversas formas para pagar (y que también son una forma de ahorro, no lo olvidemos).

De todos modos, se aprecia un creciente trabajo conjunto para la distribución y el funcionamiento de las CBDC entre los bancos centrales y los bancos tradicionales.

España participa activamente en el desarrollo del euro digital a través del Banco de España, que está colaborando con el Banco Central Europeo en la fase de análisis y de pruebas que permitirá la toma de una decisión sobre el posible lanzamiento.

Desde un punto de vista macroeconómico, ¿qué consecuencias plantean las CBDC sobre las políticas monetarias y la estabilidad económica?

Las CBDC pueden fortalecer la política monetaria al permitir un control más directo sobre la oferta de dinero, así como llegar directamente al ciudadano, incluso con tipos negativos si fuera necesario, lo que, en una época de depresión económica podría ser un incentivo para el gasto. Recuérdese que durante algunos años hemos convivido con las llamadas medidas no ortodoxas de política monetaria, incluso con tipos oficiales negativos, que se reflejaron, en algunos casos, en los tipos de interés aplicados por los bancos a algunos de sus clientes (sobre todo, grandes corporaciones).

Pero también puede alterar el sistema financiero si los usuarios retiran masivamente sus depósitos bancarios. Por eso se estudian límites al saldo en CBDC o a su remuneración, lo cual es lógico, pues si las CBDC son como los billetes, estos no generan intereses para el poseedor por la misma tenencia (sería necesario su imposición en un depósito bancario para el devengo de intereses, lo que da atractivo a las entidades bancarias para la custodia del dinero de los particulares y de las empresas).

Un diseño de una CBDC debe ser cuidadoso, para no socavar la posición de los bancos. La inestabilidad financiera, es decir, la salida del dinero de los bancos hacia las CBDC, podría incidir en una reducción del crédito a la economía.

¿Qué papel jugarán las CBDC en el comercio internacional y la competencia entre monedas globales, como el dólar o el yuan, qué también se plantean en un formato digital?

Las CBDC mayoristas podrían reducir fricciones en los pagos internacionales, eliminando intermediarios, reduciendo costes y tiempos.

Si las CBDC se terminan imponiendo, será necesario un mínimo de cooperación internacional, lo que, en el entorno actual de crisis del multilateralismo, no será fácil de alcanzar.

Como ya hemos dicho, los Estados Unidos han renunciado por ahora al dólar digital, y parecen mostrar preferencia por una criptomoneda estable ligada al dólar.

De algún modo, la disputa en torno a las CBDC refleja tanto la rivalidad entre los Estados soberanos como la competencia en el ámbito comercial. El país que domine los flujos comerciales tendrá interés en que su moneda esté al servicio del comercio. Aquí entran en juego, por tanto, los conceptos de soberanía monetaria, comercial, tecnológica y financiera.

Desde el Banco Central Europeo se ha llegado a mencionar, por ejemplo, que la primacía de Europa en la emisión de dinero soberano se remonta, nada menos, que a la Grecia clásica y a la era romana, llevando el debate a un terreno claramente ligado al espacio del poder político y de la soberanía.

La introducción de las CBDC, ¿plantea la necesidad de nuevas regulaciones para proteger a los usuarios de las CBDC y garantizar su uso legal?

Sí. Las CBDC plantean retos jurídicos novedosos: protección de datos, prevención del fraude, tratamiento fiscal o responsabilidad frente a fallos del sistema.

También hay que redefinir el papel de bancos e intermediarios (en Europa, el euro digital se podría distribuir además de por los bancos por las entidades de pago), la supervisión financiera y la normativa sobre dinero electrónico. La Unión Europea ya trabaja en ajustes al Reglamento sobre servicios de pago (PSD3) y se prevén normas específicas para las infraestructuras técnicas y usos del euro digital, así como sobre el curso legal del dinero soberano, sea físico o digital. Todas estas propuestas, de 2023, están siendo objeto de discusión técnica y política.

¿En qué punto se encuentra el desarrollo del euro digital y cómo encaja en el contexto económico actual de crecimiento moderado y desinflación en la eurozona?

El proyecto del euro digital está atravesando varias fases, como la de investigación (octubre de 2021-octubre de 2023) y la de preparación (noviembre de 2023-octubre de 2025), en la que ahora mismo estamos inmersos.

La decisión de continuar con los trabajos, o no, se tomará en el último trimestre de 2025. En el contexto actual de baja inflación y digitalización acelerada, en un contexto de tensión geopolítica y de redefinición de bloques y de liderazgos, el euro digital se plantea como un complemento estable, público y accesible para los ciudadanos europeos, que podría servir al mismo tiempo para reforzar la soberanía compartida de la Unión Europea, comenzando por los países que forman parte de la Eurozona y que comparten el euro (20 de los 27 socios, actualmente).

¿Cómo podría el euro digital fortalecer la competitividad de Europa frente a tensiones comerciales y dependencia de sistemas de pago extranjeros en los próximos años?

La moneda, ya lo hemos señalado, es un atributo inherente de la soberanía. Un Estado o una organización supranacional como la Unión Europea, si quiere prosperar, necesita disponer de recursos económicos, financieros y monetarios propios, reduciendo la dependencia de terceros. Se da una paradoja más: las estructuras de pago minoristas de Europa dependen en buena medida de otros países, lo que puede restar credibilidad —además de suponer el drenaje de dinero— al proyecto político propio. El euro digital podría ser la base de una infraestructura de pagos netamente europea.

A la inversa, desde el Banco Central Europeo se ha puesto el ejemplo de que sería impensable no poder utilizar una tarjeta de pago emitida en Nueva York para comprar algo en San Francisco, o tener que utilizar una tarjeta emitida por una empresa extranjera para pagar en ambas ciudades. Esa es la realidad del euro y de Europa actualmente.

«Las monedas digitales de los bancos centrales (CBDC): implicaciones legales y financieras»

Puedes consultar el índice completo de la obra en este enlace.

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