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Nada menos que 49 millones de euros es la cifra que tiene prevista invertir el Gobierno para adquirir kinegramas, un elemento que pocos conocen, aunque muchos vemos en el día a día, y que es fundamental para la seguridad de documentos de vital importancia y para ofrecer mayores garantías frente a posibles falsificaciones y fraudes. Esta partida presupuestaria fue aprobada por el Consejo de ministros, que autorizó a la entidad pública empresarial Fábrica Nacional de Moneda y Timbre-Real Casa de la Moneda (FNMT-RCM) la contratación del suministro de estos elementos, que forman parte de una gran variedad de instrumentos de seguridad holográfica. Pero ¿qué son y en qué consiste la protección que ofrecen?

El pasado 27 de mayo el Consejo de ministros dio luz verde a un acuerdo marco por un valor de 48.890.000 euros, sin incluir IVA, que se desembolsarán a lo largo de un máximo de cuatro años de vigencia, repartidos en dos años iniciales con posibilidad de prórroga hasta 24 meses. Este acuerdo facilitará la disponibilidad de este elemento de seguridad con el que se persigue reforzar la integridad de documentación relevante.

¿Qué son los kinegramas?

Los kinegramas son elementos visuales que se utilizan en la fabricación de documentos que deben contar con altos estándares de seguridad para garantizar su autenticidad, por lo que cumplen con una función fundamental. ¿Y cómo lo hacen? Mediante la combinación de recursos gráficos estáticos que aparentan movimiento, de modo que crean una ilusión óptica y resultan muy difícilmente replicables, a pesar de que su mecanismo es bastante sencillo. Como curiosidad, tienen su origen en Suiza.

¿Cómo se crea un kinegrama? Normalmente es una imagen que se divide en una serie de líneas verticales y sobre ella se sitúa una lámina transparente con unas líneas opacas separadas entre sí de manera uniforme y que se puede mover de un lado a otro, tanto en horizontal como en vertical. Cuando la lámina transparente se desliza sobre la imagen que está en la base, las zonas visibles y ocultas se van alternando con gran rapidez, generando el efecto óptico de movimiento.

Estos elementos son muy comunes y seguramente ya los has visto en los billetes, documentos de identidad, pasaportes, tarjetas de crédito, etc. Y es que los kinegramas son de gran utilidad para evitar la falsificación. Incluir este mecanismo no solo tiene un efecto positivo en las finanzas personales, por ejemplo, para evitar que circulen billetes falsificados (a nadie le hace gracia darse cuenta que los 50 euros que lleva en la billetera no son auténticos), sino que también contribuye a proteger la economía. Esto porque la proliferación de billetes fraudulentos puede tener efectos nocivos en la inflación, además de provocar la pérdida de confianza en la moneda.

Asimismo, son un elemento clave para la elaboración de otro tipo de documentos, como los de identidad, pasaportes, visados y carnés de conducir, ya que evitan la suplantación de identidad.

Kinegramas: seguridad holográfica en un vistazo

La FNMT-RCM utiliza de manera habitual los kinegramas para reducir los casos de falsificación y de manipulación fraudulenta. Son una medida extra de seguridad para documentos en los que las garantías de autenticidad son de vital importancia.

Pero los kinegramas son solo una pieza más del puzle de la seguridad, pues es habitual que se combinen con otros elementos basados en los sistemas avanzados en seguridad gráfica, como papeles especiales con marca de agua, fibrillas luminiscentes e hilo de seguridad, impresiones en iris, calcografía, tintas OVI, grabados con láser, o dispositivos ópticamente variables, entre otros. Los kinegramas son un elemento más. En definitiva, se trata de combinar distintos tipos de recursos que forman parte de una estrategia de seguridad holográfica avanzada que se utiliza para autenticar documentos y prevenir su falsificación y alteración.

La FNMT los utiliza para estamparlos en documentos de seguridad que fabrica, de modo que si se ven desde distintos ángulos, las imágenes muestran cambios visuales complejos y predefinidos y permiten de un solo vistazo comprobar que son los auténticos.

Por otra parte, para que sigan siendo eficaces, las empresas especializadas en la creación de estos elementos de seguridad invierten en investigación y desarrollo para mantenerse a la vanguardia, evitando los avances de los falsificadores.

Otros usos de los kinegramas

Además de en el sector económico, los kinegramas se usan en otros contextos. Y es que parece claro que se trata de recursos que ofrecen seguridad, pero que también tienen múltiples usos alternativos, sobre todo, en el campo estético y de las artes visuales.

Una de los áreas en las que es frecuente ver los kinegramas es en la educación. Cada vez es más frecuente que se incorporen como un recurso de aprendizaje en libros de texto, material educativo y didáctico, por ejemplo, para mostrar de forma atractiva procesos dinámicos que los niños deben aprender.

Los kinegramas son también un recurso artístico con múltiples usos creativos. Junto con el holograma -que es más complejo y requiere de tecnología más avanzada para su elaboración- dan mucho juego a los creadores visuales para captar la atención del público, aunque con diferencias importantes. Y es que el kinegrama es más sencillo y básico a la hora de crear una ilusión de movimientos y no produce efectos tridimensionales reales: depende del movimiento manual para crear la ilusión.

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