
Por Ilier Navarro.- ¿Realmente existe una necesidad real de los ciudadanos de contar con el euro digital? Esta pregunta sobrevoló todo el debate que se generó ayer durante la presentación del libro editado por Aranzadi LA LEY «Las monedas digitales de los bancos centrales (CBDC): implicaciones legales y financieras», de José María López Jiménez. Y es que la necesidad de inclusión financiera en Europa parece ser algo superado en su territorio. Por otra parte, hay numerosos medios de pago digitales ya consolidados en una parte mayoritaria de la población. Se trata, más bien, de una iniciativa de enorme complejidad y muy difícil de comprender que se enmarca mejor en el entorno geoestratégico y de política internacional, que se entiende en la medida en que potencias como China ya han empezado a experimentar con el yuan digital. Sin embargo, los expertos que intervinieron durante la presentación alertaron de los efectos perniciosos que puede tener cualquier paso en falso en el sistema financiero y bancario actual, en la labor de intermediación de los bancos, que son quienes facilitan el crédito a las personas y a las empresas.
La obra de José María López, abogado especializado en regulación financiera y doctor en Derecho, se presentó el pasado 25 de junio en la sede de Cremades & Calvo Sotelo, donde su socio director, Rafael Tripero, ejerció como maestro de ceremonias para dar paso a un debate sobre el origen y los alcances de este proyecto financiero y tecnológico. Las reflexiones sobre su impacto las plantearon Alberto Ruiz Ojeda, socio del despacho y doctor en Derecho y en Ciencias Económicas y Empresariales, y Antonio Estella de Noriega, catedrático y director del Master in European Economic Governance de la Universidad Carlos III.
José María López Jiménez comenzó su intervención recordando que ya en el Génesis se alude al oro y la plata como símbolos de riqueza y subrayó que dinero y soberanía han estado histórica y profundamente vinculados. Sin embargo, mientras más avanza lo digital, más se debilita este vínculo.
Tras definir que el dinero es todo aquello que cumple unas características económicas -ser unidad de cuenta, medio de pago y reserva de valor, además de diferir el valor en el tiempo- y jurídicas respecto de las deudas, los deudores y los acreedores, se remontó al punto inicial del surgimiento de las monedas digitales: la crisis de las hipotecas subprime de 2008.
Entonces, se produjo lo que calificó como «un hartazgo del dinero soberano y del sistema financiero tradicional». Y en 2009 aparece Bitcoin, que inicialmente se vio como algo curioso o simpático. Sin embargo, la situación cambió cuando aparecieron las criptomonedas estables, que se anclan a divisas o activos financieros denominados en divisas. Facebook anunció en 2019 la creación de Libra, que finalmente no llegó a materializarse, pero fue la posible irrupción de las Big Tech lo que hizo que los bancos centrales se pusieran en modo alerta al advertir que este interés podría alterar el funcionamiento del sistema financiero. «La percepción de un posible uso masivo y global de las criptomonedas hizo que el planteamiento fuera otro», recalcó el autor.

¿Son necesarias las monedas digitales?
En este punto, según el autor, se comienza a hablar del dinero soberano emitido por los bancos centrales. Y ante esto, se preguntó: «¿Realmente son necesarias las monedas digitales de los bancos centrales para los ciudadanos? La respuesta es que no». Y es que los ciudadanos cuentan desde hace años con medios de pago digital. La necesidad no existe.
Entonces, ¿dónde está la razón de su surgimiento? José María López cree que se encuentra en el terreno de la soberanía y en algunas cuestiones de carácter geoestratégico. Y es que hoy en día el euro digital mayorista ya existe: los bancos privados pueden abrir cuentas en los bancos centrales, las entidades de dinero electrónico también. «Esto no es preocupante. Solo lo es si no se hace de manera fina y puede afectar a la estabilidad monetaria», advirtió el especialista.
La geopolítica es clave para entender su surgimiento, en un entorno marcado por movimientos como la salida del dólar por parte de algunas jurisdicciones, como Venezuela, o la huida de Rusia del marco de pagos SWIFT. A ello se suma Donald Trump, que prohibió a principios de año mediante una orden ejecutiva el desarrollo del dólar digital y puso en el foco una criptomoneda estable ligada al dólar. El autor cree que todo apunta a que el euro digital va a salir adelante y que en breve se darán pasos para avanzar en el trabajo jurídico, económico, financiero y tecnológico para lograrlo, en un entorno internacional en el que parece necesario reafirmar la soberanía monetaria y financiera de Europa.
Sobre el argumento de que mejoraría la inclusión financiera, en Europa esto no sería necesario, aunque sí puede ser una razón de peso en países como Nigeria Jamaica y Bahamas, que ya cuentan con su propia moneda digital.
Riesgos: la desintermediación financiera
El principal riesgo que apuntó el autor de la puesta en marcha del euro digital es el impacto en la desintermediación bancaria: si los ciudadanos pueden abrir cuentas en el banco central y se presenta como una opción más segura que los depósitos en una entidad privada, «el efecto llamada está dado» y se podría producir una salida masiva de depósitos. ¿Cuáles serían las consecuencias? Ya se han visto en otros casos como el del estadounidense Silicon Valley Bank (SVB): se reduciría el crédito, dibujando un escenario desfavorable no solo para las entidades financieras, sino también para las familias y las empresas.
Otra cuestión que genera dudas es si el euro digital podría condenar a la desaparición a los billetes y monedas. El experto lo descartó: «Será un complemento del dinero soberano», pues en las sociedades más avanzadas cerca del 90% del dinero es bancario y solo el 10% restante lo emiten los bancos centrales. Por ello recalcó la necesidad de que todo en torno al euro digital debe estar muy claro, tanto los riesgos, como su impacto, porque cualquier error de cálculo puede tener graves consecuencias.
En el marco internacional tensionado que vivimos, hay otro factor adicional que conviene tener en cuenta: los pagos en Europa se realizan con gran dependencia técnica de proveedores extranjeros, como Visa y MasterCard. Y esto, que antes no importaba, ahora preocupa.

Apertura de cuentas con euros digitales
Aunque hasta mediados del siglo XX un español podía abrir una cuenta en el Banco de España, este modelo no parece que se vaya a replicar con el euro digital. Los bancos privados distribuirán las cuentas y asumirán las obligaciones legales de diligencia debida, prevención de blanqueo y del fraude, privacidad, etc. También lo harán los proveedores de servicios de pago. La idea por ahora es que sirva como medio de pago, con un límite en discusión que está sobre los 3.000 euros.
Para el experto, el quid de la cuestión es la preservación de estabilidad financiera, «que es un bien jurídico y económico deseable porque permite acceder al crédito», señaló. Y recordó que la estabilidad financiera y monetaria están muy vinculadas.
Las dificultades de comprender el euro digital
José María López reconoció lo difícil que resulta comprender el funcionamiento del euro digital, las dudas sobre el rol de los bancos privados y, dado el reciente apagón, cómo sería su operativa offline. También cuestionó que Bruselas esté planteando crear una nueva unión de ahorros e inversiones cuando aún no se ha culminado ni la bancaria ni la de mercado de capitales y que se pretenda movilizar fondos del ámbito bancario al de la inversión sin que los ahorradores sean plenamente conscientes de las consecuencias de transformarse en inversor. Pero, sobre todo, señaló que el euro digital no se puede imponer y defendió la libertad de cada persona para decidir cómo quiere pagar.
En su intervención, Alberto Ruiz Ojeda destacó que, aunque ya se tengan antecedentes en otros países, el primer evento relevante sobre las monedas digitales de los bancos centrales será la aparición del euro digital, cuya operativa resulta extremadamente compleja de comprender.
Junto con recordar que es una consecuencia de la crisis financiera global y que transformará el dinero y el crédito, advirtió que si el sistema actual es sustituido, «game over, se acabó el negocio bancario como tal. Nos hará más esclavos porque será un dictador o un conjunto de dictadores iluminados quienes decidan quiénes merecen recibir crédito y quiénes no». También criticó que es consecuencia de «unos reguladores que son refractarios al riesgo».
Por su parte, Antonio Estella reflexionó sobre que «el dinero es tan complicado de entender como la confianza», pero destacó que su aparición se produjo para atender una necesidad de pago cuando la sociedad se desarrolla. Posteriormente, son los Estados los que definen qué es el dinero y cómo se hace. Y surgen los bancos centrales, que deben explicar bien sus políticas precisamente por una cuestión de confianza. En este sentido, recalcó una idea que recoge el libro al decir que el euro digital es una solución en busca de un problema. «Pero si el dinero como tal funciona, why fix it? », se preguntó.
El catedrático insistió en que no se ve bien a qué necesidad responde ni qué función viene a cumplir. «Es un problema fundamentalmente de poder, más geopolítico, aunque creo que es algo más amplio», reiteró, dado que China ya ha realizado experimentos con el yuan digital en determinadas zonas geográficas. Es entonces cuando «la Unión Europea no puede no planteárselo». Solo cuando se plantea desde este prisma, es posible vislumbrar una función. Pero como el panorama internacional es tan inestable, el experto duda de que el euro digital se vaya a estabilizar en el corto plazo.

La obra presentada
Este libro proporciona un análisis exhaustivo sobre la evolución del dinero, el rol de los bancos centrales, y la transformación digital en la prestación de servicios financieros. Explora las monedas digitales privadas, especialmente las criptomonedas y criptomonedas estables, y revisa regulaciones europeas como el Reglamento MiCA (LA LEY 10588/2023).
Finalmente, se dedica un extenso análisis a las monedas digitales de bancos centrales (CBDCs), comparándolas con otros instrumentos financieros, y se discuten sus arquitecturas, ventajas, riesgos, y ejemplos actuales. El euro digital recibe atención especial, abordando sus implicaciones en la política monetaria y propuestas regulatorias.
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