
El proyecto del euro digital sigue avanzando y todo apunta a que puede revolucionar la moneda única, aunque no pocas voces ponen el acento en que se trata de una herramienta que, en realidad, persigue reforzar la soberanía europea frente al dominio de importantes intermediarios estadounidenses, y que persigue fines más vinculados con el campo geoestratégico. Pero ¿en qué punto de desarrollo se encuentra? Hoy en día está inmerso en la etapa de preparación, que comenzó en noviembre del año pasado y culminará el próximo mes de octubre, un año después del cierre de la etapa de investigación, que se prolongó durante dos años, de octubre de 2021 a octubre de 2023. Entre los avances más destacados está la puesta en marcha de la colaboración del Banco Central Europeo (BCE) con los bancos centrales, las entidades financieras y otros actores interesados. También se ha avanzado en una propuesta de reglamento, aunque sigue siendo solo eso, una propuesta. Y también se ha publicado el cuarto informe sobre el Rulebook, un documento que guiará los desarrollos técnicos asociados a la operativa del euro digital. Sin embargo, el sector bancario ha alzado la voz de alarma sobre el alto coste que tendrá su desarrollo.
Desde el BCE han insistido en que esta moneda no busca sustituir el efectivo, sino ser una forma más de pago, a pesar de que los ciudadanos ya tienen a su disposición numerosas alternativas de pagos digitales en el mercado. En principio, el titular de la cuenta tendrá que descargarse una cartera virtual en el móvil para operar con sus fondos porque la idea es que sea un medio de pago y no un mecanismo para el ahorro, por lo que en principio los fondos de limitarían a unos 3.000 euros. ¿Y si hay un apagón? Este escenario plantea algunas dudas sobre la operativa, pero desde Europa se ha señalado que, al plantearse como efectivo digital, se podría operar entre particulares sin conexión mediante un sistema de pago por proximidad.
Si nos centramos en el ámbito jurídico dentro del desarrollo del euro digital, hay que destacar que uno de los pasos clave se dio en junio de 2023, con la presentación de una propuesta de reglamento sobre el establecimiento del euro digital por parte de la Comisión Europea. Con ella, se busca ofrecer una base legal clara para la emisión y la operativa del euro digital, entendido como una forma oficial de moneda del BCE. Sin embargo, el texto está pendiente de ser debatido y aprobado por el Parlamento Europeo y el Consejo, un paso fundamental para definir el marco jurídico que regirá su implementación.
Por otra parte, el Grupo de Desarrollo del Rulebook (RDG, por sus siglas en inglés) publicaba el pasado mes de abril su cuarto informe sobre el documento que establecerá las normas técnicas que buscan armonizar los pagos con la moneda digital europea en toda la zona euro. Tal como señala un documento de Funcas sobre los avances del euro digital, hay consenso en la necesidad de fijar una marca común y en asuntos de calado, como la gestión de riesgos, la ciberseguridad y los mecanismos antifraude. Todos estos hitos buscan culminar con la elaboración de un borrador antes de que termine el año, de acuerdo con el calendario planteado por el BCE.
Testeos, casos de uso y el DEAN
También se han dado avances en la colaboración con diversas entidades financieras para la realización de pruebas y testeos. Un mes más tarde, en mayo, se anunció la colaboración con 70 bancos, fintech, sistemas de pago, consultoras y grandes tecnológicas a través de una plataforma de innovación para el euro digital, que probará las funcionalidades y pondrá en marcha varios casos de uso. Las conclusiones de las dos líneas de trabajo se publicarán también a finales de 2025. Por parte de España participan entidades como Bizum, Caixabank, Iberpay, Redsys o Monei.
Otro hito relevante es la definición del DEAN (Digital Euro Account Number o número de cuenta del euro digital, por sus siglas en inglés), que permitirá registrar la cuentas en las que tanto particulares como empresas ingresarán sus euros digitales. En sus 18 dígitos, habrá un código de la UE con letras, dígitos de control, un dígito indicador y el número de cuenta que será aplicable en todos los países de la zona euro. El DEAN se podrá conservar incluso si cambian de proveedor de servicios de pago. Para que se puedan realizar operaciones de manera fluida, actualmente se están elaborando especificaciones técnicas para su uso en tiendas online o a través del móvil, con distintos medios de pago, etc.
El impacto: 18.000 millones de euros
El desarrollo del euro digital tendrá un impacto relevante en la banca, tal como señala un informe de PwC titulado “Estudio de costes del euro digital”. La factura a abonar ascendería a unos 18.000 millones de euros, con un coste medio por banco de 110 millones de euros, aunque dependerá del tipo de estructura con la que cuente cada uno. Sin embargo, el coste puede ser aún mayor.
El impacto de este desembolso sería más relevante en las 661 entidades significativas, de mayor tamaño, con 14.900 millones. Los 3.500 millones restantes serían los costes que afectarían a las menos significativas, con un total de 2.244 entidades pequeñas. El 75% del total de los costes tendrá relación directa con desarrollos tecnológicos y la adaptación de las infraestructuras de pago a la nueva moneda digital de la UE. Cabe destacar que el documento se ha elaborado a petición de la European Banking Federation (EBF), la European Savings and Retail Banking Group (ESBG) y la European Association of Co-operative Banks (EACB). También hay dudas sobre la privacidad y el control de los datos
Desde Europa también se ha reconocido el alto coste que tendrá esta iniciativa. Así lo admitió Claudia Buch, jefa del Consejo de Supervisión del BCE, en una carta dirigida al Parlamento Europeo, aunque sin llegar a concretar cifras. Con todo, una vez que se apruebe el reglamento y que el legislador dé luz verde a la fase de implementación, habrá que esperar al menos un par de años para que se materialice.