Cargando. Por favor, espere

Portada

Carlos Capa.- El descanso estival (aunque los nuevos paradigmas del mercado legal lo han desvirtuado) es para los profesionales jurídicos, más que una oportunidad de desconexión, una necesidad para preservar tanto la salud mental como la calidad del ejercicio profesional.

Sin embargo, el indudable protagonismo de las redes sociales en la vida cotidiana ha introducido nuevos desafíos, especialmente en vacaciones cuando la frontera entre lo personal y lo profesional se difumina. Un uso poco meditado de estas plataformas puede afectar la reputación, la privacidad y hasta la seguridad laboral del abogado, especialmente al compartir imágenes que puedan ser consideradas inapropiadas por comprometer su imagen profesional. No olvidemos que nosotros somos los que estamos de vacaciones, no necesariamente nuestra competencia o nuestros clientes.

En el sector legal, la reputación y la imagen personal constituyen activos esenciales. Publicaciones en redes sociales realizadas en entornos de ocio, cuando naturalmente se ha bajado la guardia, pueden tener consecuencias indeseables.

Una fotografía que, en el contexto lúdico propio del estío, resulta graciosa o desenfadada, puede percibirse negativamente por clientes, compañeros de despacho o, porque no decirlo, ser usada por alguna competencia mordaz erosionando la confianza y el respeto necesario para el ejercicio profesional.

Una vez publicada una imagen, opinión o comentario, es fácil perder el control sobre su difusión y uso. Puede ser descargada, compartida o manipulada por terceros, intensificándose el riesgo de viralidad y afectando a la reputación. Lo que en un entorno privado puede ser percibido como informal, sometido a una exposición masiva e inesperada puede, como poco, causar ansiedad o estrés estropeando el merecido descanso.

Para evitarlo, el primer y más fundamental consejo- que debería ser aplicado en todo momento y no solo en vacaciones- es “pensar dos veces antes de publicar” cualquier contenido, especialmente imágenes. Analizar si lo que se va a compartir puede afectar a la percepción pública de la profesionalidad, discreción y reputación que tanto cuesta adquirir y conservar es clave, teniendo presente que una imagen inocente puede ser malinterpretada en el ámbito profesional.

Otro consejo de utilidad es revisar las opciones de privacidad de cada red social para controlar quién puede ver las publicaciones. Como bien sabemos no todas las redes se desenvuelven en el mismo entorno y quien consulta nuestro perfil en LinkedIn probablemente no sea el mismo que lo hace en Tic Tok

Tampoco es recomendable compartir todo nuestro espacio de ocio. Evitar susceptibilidades, quizás injustas pero reales, es una buena práctica de prudencia. Si acabamos de minutar a un cliente una – legítima y acordada- importante cantidad quizás no es buena idea que nos vea la semana siguiente en un lujoso yate o ante una soberbia comida.

Y si al final hemos cometido la equivocación de exponernos demasiado o de forma inadecuada la primera recomendación es el control de daños. Hay quien echa gasolina al fuego y multiplica los efectos de algo que, en muchas ocasiones, tampoco llegará a grandes desastres.

Las profesiones jurídicas atraviesan uno de sus mayores retos tecnológicos: la presión de la conectividad permanente. Ante ello, y mucho más en vacaciones, no olvidemos lo importante que es interiorizar la necesidad de espacios de desconexión digital, para reducir el estrés y facilitar un verdadero descanso y la recuperación de energías, imprescindibles para la toma de decisiones correctas y la eficiencia en el ejercicio profesional.

El sector jurídico muestra una de las tasas más bajas de desconexión real durante el periodo vacacional; seis de cada diez profesionales no logran desconectarse completamente según diversos estudios.

Silenciar notificaciones, evitar el correo laboral, y, si es posible, dejar el móvil profesional y ordenador apartados de nuestra vista son buenas prácticas profesionales, amén de personales y familiares. Y no todo debería dejarse en nuestras manos: los despachos brillantes fomentan explícitamente la desconexión y establecen protocolos claros para garantizar dicho derecho a socios y empleados.

El uso responsable de las redes sociales por parte de los profesionales del sector legal durante las vacaciones no es solo una cuestión de imagen, sino también de seguridad, legalidad y salud mental. En la era de la hiperconectividad, la abogacía está llamada a dar ejemplo de prudencia y respeto por la privacidad y el descanso, reafirmando la importancia de la desconexión digital y la gestión consciente de la reputación profesional.

Reflexionar antes de publicar, configurar adecuadamente la privacidad de las plataformas, solicitar el consentimiento para el uso de imágenes y, sobre todo, procurar una auténtica desconexión digital, constituyen los pilares de una presencia online segura. Así se protege no sólo la imagen individual, sino la de todo nuestro entorno profesional y con más responsabilidad si nuestro rol es de liderazgo en el equipo.

Hay que recordar que lo que se acaba es el curso laboral o el año, pero no el mundo, que seguirá estando allí en septiembre o en enero –como los papeles que dejamos en nuestro escritorio-. Interiorizarlo seguro que nos hace disfrutar como se merecen las vacaciones.

Scroll