Antecedentes
El diseño ecológico supone la integración de consideraciones medioambientales en todas las fases del desarrollo de los productos. Es crucial en un mundo en el que existe una demanda muy elevada de productos eficientes y sostenibles, ya que permite reducir el consumo de energía y recursos.
La UE lleva mucho tiempo trabajando en este ámbito. La etiqueta energética que aparece, por ejemplo, en su lavadora o frigorífico y que tenemos gracias a la UE. Sin embargo, la sostenibilidad medioambiental va más allá de la eficiencia energética
Objetivos
El presente Reglamento
- — establece un marco para el establecimiento de requisitos de diseño ecológico que deben cumplir los productos para su introducción en el mercado o su puesta en servicio, con el objetivo de mejorar la sostenibilidad medioambiental de los productos para hacer de los productos sostenibles la norma y reducir la huella de carbono y la huella medioambiental global de los productos a lo largo de su ciclo de vida, y de garantizar su libre circulación en el mercado interior.
- — apoya patrones de producción y consumo acordes con los objetivos generales de la Unión en materia de sostenibilidad, en particular en relación con el clima, el medio ambiente, la energía y los objetivos en materia de uso de recursos y biodiversidad, sin que se superen los límites del planeta, mediante la instauración de un marco legislativo que ayude a permitir que los productos sean adecuados para una economía climáticamente neutra, eficiente en el uso de los recursos y circular, reducir los residuos y garantizar que las prestaciones de los pioneros de la sostenibilidad se conviertan progresivamente en la norma.
- — prevé el establecimiento de requisitos de diseño ecológico nuevos para mejorar la durabilidad, fiabilidad, reparabilidad, actualizabilidad, reutilizabilidad y reciclabilidad, mejorar las posibilidades de reacondicionamiento y mantenimiento de los productos, abordar la presencia de sustancias químicas peligrosas en los productos, intensificar su eficiencia en cuanto al uso de energía y de recursos, también con respecto a la posibilidad de revalorizar materias primas estratégicas y fundamentales, reducir la generación prevista de residuos y aumentar el contenido reciclado de los productos sin menoscabo de su rendimiento y su seguridad, posibilitar la remanufacturación y el reciclado de alta calidad y reducir la huella de carbono y la huella medioambiental.
Su objetivo es mejorar de forma significativa la circularidad, la eficiencia energética y otros aspectos relativos a la sostenibilidad medioambiental de los productos introducidos en el mercado de la Unión
Para que un producto se considere sostenible tendrá que presentar una o varias de las siguientes características:
- — utilizar menos energía
- — tener una mayor durabilidad
- — poder repararse fácilmente
- — las partes pueden desmontarse fácilmente y utilizarse de nuevo
- — contener menos sustancias preocupantes
- — poder reciclarse fácilmente
- — contener más contenido reciclado
- — tener una menor huella de carbono y medioambiental a lo largo de su ciclo de vida
El Reglamento también introduce medidas para prohibir la destrucción de productos textiles y de calzado no vendidos y abre la vía para ampliar prohibiciones similares a otros sectores, si los datos demuestran que son necesarias. Las empresas también estarán obligadas a publicar en sus sitios web información anual, como el número de productos desechados y su peso, así como las razones para hacerlo. Por último, también permite el establecimiento de criterios obligatorios de contratación pública ecológica para utilizar la financiación pública de manera más sostenible. De hecho, las autoridades públicas en la UE gastan alrededor de 1,8 billones de euros en la adquisición de obras, bienes y servicios.
Con este nuevo Reglamento, la UE busca aprovechar su largo historial de beneficios para las empresas, los consumidores y el medio ambiente. Solo en 2021, el impacto de las actuales medidas de diseño ecológico, que abarcan treinta y un grupos de productos, ahorró 120 000 millones de euros en gasto energético para los consumidores de la UE y dio lugar a una reducción del 10 % del consumo anual de energía de los productos incluidos en el ámbito de aplicación.