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Seguimos recibiendo testimonios de lectores y colaboradores… Te los presentamos por orden alfabético.
Julio Castelao Rodríguez, Doctor en Derecho, Secretario de AL de categoría superior, Abogado y autor de El Consultor Urbanístico
Ofrece diariamente con puntualidad una respuesta seria y rigurosa a las preguntas de cada día
El Diario LA LEY, desde su primer número ha sido una publicación de referencia en el mundo del Derecho, que siempre nos ha ayudado a conocerlo mejor.
En una realidad como la actual de aceleración normativa, el Diario LA LEY nos ofrece diariamente con puntualidad una respuesta seria y rigurosa a las preguntas de cada día en esa realidad.
Felicitaciones a todas las personas que habéis hecho posible llegar desde el primer número, nada menos que al n.o 10.000. Es reflejo de mucha laboriosidad y trabajo bien hecho.
Enhorabuena y gracias por vuestro trabajo.
José Ramón de Verda y Beamonte, Catedrático de Derecho Civil de la Universidad de Valencia
Si un trabajo es de calidad, se acepta su publicación, con independencia de la condición profesional del autor
El Diario LA LEY ha acompañado mis pasos durante toda mi vida profesional; y ello, no solo como lector empedernido, en busca de noticias sobre temas de actualidad jurídica, cuyo conocimiento es imprescindible para el ejercicio de la labor docente, sino también como colaborador del mismo. El primer aspecto (estar ante una publicación de imprescindible lectura diaria para estar al tanto de novedades, legales y doctrinales) ya ha sido remarcado en los comentarios que he tenido ocasión de leer, y no hago más que sumarme a ellos. Pero quiero destacar el segundo aspecto: en el Diario LA LEY no he encontrado más que facilidades para colaborar; y ello, no solo, cuando por razón de edad y cargo, se te supone cierta autoridad, sino también antes, comprobando que, si un trabajo es de calidad, se acepta su publicación, con independencia de la condición profesional del autor. Por ello, quiero mostrar mi agradecimiento, en mi nombre y en el de tantas personas, a los que se brinda la posibilidad de expresar sus ideas, a través de este medio.
Joaquín Garcia-Romanillos. Abogado. Patrono de la Fundación Wolters Kluwer
Ayuda a mejorar la productividad y rendimiento de los abogados
El sector legal, en general, y la abogacía en particular, no pueden estar más presentes en la vida social y económica, por lo que resultan especialmente afectados por la digitalización, por demás, tendencia imparable.
Es claro que el saber de los profesionales se potencia y desarrolla a través de las nuevas tecnologías, cuyas herramientas contribuyen en gran medida a prestar un mejor servicio a los clientes, a mantenerlos informados y actualizados.
LA LEY se funda en 1980, se integra en Wolters Kluwer en 1994, y siempre tuvo claro que quería situarse en la vanguardia de la tecnología. Nos acordamos del Diario LA LEY, en formato gráfico, que se convirtió en «diariolaley» en soporte digital. Nos permitía estar muy al día de todas las novedades jurídicas. Y qué decir de las bases de datos suministradas inicialmente a través de CDs o DVDs, hasta aparecer «laleydigital». Además de lo anterior, viene ofreciendo, junto a Wolters Kluwer, las más amplia gama de publicaciones en el sector legal tanto en soporte grafico como electrónico como son PRAXIS, CISS, El Consultor de los Ayuntamientos, BOSCH, etc.., sin olvidar sus libros, códigos, revistas, bases de datos, obras actualizables, con mención especial de los software de gestión y la SMARTECA, biblioteca inteligente profesional.
La esencia de la abogacía es la competitividad. A los abogados no nos gustan los clientes cautivos. El cliente debe tener confianza personal y profesional en su abogado, y si no la tiene, debe sentirse y ser libre para buscar otro, sin el menor obstáculo. Esa confianza en que sus derechos e intereses van a estar bien defendidos va a venir dada por la preparación del profesional, fruto de su competencia que le proporcionan las herramientas de que disponga para el mejor uso de su capital intelectual. Y eso ha venido haciendo LA LEY a través de sus 10.000 números, ayudando a mejorar la productividad y rendimiento de los abogados. Lógicamente sería muy deseable que esas herramientas además de otras tecnológicas y de gestión estuvieran más presentes en nuestros Juzgados y Tribunales, cuya carencia se ha evidenciado con ocasión de la pandemia.
Las nuevas tecnologías, las herramientas de que se sirven y en definitiva la inteligencia artificial contribuyen claramente a que el trabajo de los profesionales de la abogacía sea más eficaz, preste un mejor servicio a los clientes y beneficie la defensa de sus derechos e intereses, objetivo que siempre hay que tener presente y que debe tender a potenciar la relación de confianza, fundamental punto de partida que no puede ser digitalizado.
Manuel Marchena Gómez, Magistrado del Tribunal Supremo. Presidente Sala Penal. Patrono de la Fundación Wolters Kluwer
Acceder a sus páginas cada mañana es una forma de insistir en el intento de rejuvenecernos y no quedar anquilosados como juristas
La publicación del número 10.000 de la revista LA LEY me da la oportunidad de expresar públicamente mi reconocimiento a un proyecto editorial que revolucionó, hace ya muchos años, el panorama jurídico español y que, todavía hoy, sigue siendo un indispensable modelo de vanguardia para cualquier jurista que quiera mantenerse al día y huir de la falsa comodidad que da la rutina.
Pero más allá de constatar su implantación en el mundo del derecho, existen razones personales ligadas al paso del tiempo que refuerzan, todavía más, su significado. Hace ya muchos años LA LEY aceptó publicar un artículo que remití desde la Fiscalía del Tribunal Superior de Justicia de Canarias. Ese artículo, relacionado con la condena condicional en la jurisdicción militar, fue mi primera publicación. Todavía no existía el formato digitalizado y la sensación de ver impresas tus propias reflexiones sobre un tema jurídico de interés resultaba especialmente gratificante para un neófito como yo. A ese artículo siguieron otros que siempre tuvieron una amable acogida editorial.
La revista LA LEY, por tanto, es para mí algo más que un diario jurídico. Me permite un ejercicio de evocación nostálgica sobre mis primeros pasos en el mundo del derecho. Acceder a sus páginas cada mañana es una forma de insistir en el intento —seguro que compartido por muchos— de rejuvenecernos y no quedar anquilosados como juristas.
Y este éxito editorial tiene nombres y apellidos. Obligado resulta reconocer su trabajo a quienes asumieron, hace ya muchos años, la responsabilidad de poner en marcha un ilusionante proyecto y a los que hoy, siguiendo su testigo, mantienen a la revista LA LEY en el primer puesto de la información jurídica. Una oferta que combina los contenidos más actualizados con revolucionarias herramientas de inteligencia artificial.
Enhorabuena a todos los directivos y trabajadores que han hecho posible, con su esfuerzo y sacrificio, una herramienta insustituible para cualquier profesional del derecho.
Laura Cristina Morell Aldana, Magistrada-JAT TSJCV. Doctora en Derecho
El uso de esta potente herramienta ha sido fundamental en mi trayectoria profesional para el dictado de resoluciones de calidad jurídica
En primer lugar, quiero felicitar a Diario LA LEY por su publicación n.o 10.000. Semejante cifra sólo es sinónima de la estabilidad que da el trabajo previo, constante y de calidad.
Diario LA LEY se encuentra unido a mi memoria desde mis inicios como jurista. Nada más aprobar la oposición de Juez, nos permitieron elegir entre diversas bases de datos y publicaciones jurídicas y sin dudarlo opté por Diario LA LEY, por varios motivos. Constante actualización; perfecta simbiosis entre doctrina, jurisprudencia y legislación y por abarcar todas las ramas del derecho, con especial atención a las nuevas tecnologías. El uso de esta potente herramienta ha sido fundamental en mi trayectoria profesional, para el dictado de resoluciones de calidad jurídica, que es por supuesto, el estándar que se merecen los ciudadanos.
En una segunda fase Diario LA LEY ha sido el auxilio necesario para superar el duro trance del Doctorado en derecho. Los Magistrados, en ocasiones, estamos alejados de la doctrina, que tan fundamental fue en la aprehensión de conocimientos durante nuestra licenciatura en Derecho. El Doctorado me ha permitido volver a ponerme en contacto con la doctrina, encontrando en Diario LA LEY un variado abanico de profesionales, con ganas de conformar doctrina: profesores y catedráticos de universidad, abogados, fiscales, jueces, policías y otros operadores del derecho. Una visión doctrinal, pero también poliédrica, que me ha permitido alcanzar mi sueño de ser Doctora en derecho. Porque precisamente Diario LA LEY ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos, mejorando día a día y haciéndose más digital, pero a la vez, intuitivo y accesible. Nada más necesario que eficiencia y eficacia en la búsqueda de doctrina, con especial mención a sus búsquedas predictivas, para poner un broche cum laude a esa etapa.
Diario LA LEY es y va a seguir siendo mi publicación jurídica de confianza en la que, afortunadamente, puedo ahora contribuir con mis modestas aportaciones. Le deseo una larga y prolífica vida jurídica.
Alfonso Muñoz Paredes, Magistrado. Director de la sección «Cuestiones de Práctica Concursal» de Diario LA LEY y de la revista LA LEY Insolvencia
Se cumplen 10.000 números de Diario LA LEY. Una bonita ocasión para renovar los votos de jurista
Escribía mi padre, hace unos años, que mis primeras sentencias le llenaban de esperanza. Pero no le bastaba con eso. Tampoco a mí.
Cuando yo me vaya, no soñaré, como Juan Ramón Jiménez, con un árbol verde y un pozo blanco bajo un cielo azul y plácido.
No tengo hijos, así que detrás de mí no quedará nada. Por eso solo puedo soñar con que mi obra trascienda. Dejar algo atrás que demuestre la tarea de ser jurista; una tarea que comprende —y consume— toda una vida.
Para eso tengo que escribir, y no solo sentencias, a cuyo autor se lleva el olvido. Y escribir bien. Y, a poder ser, en solitario. El recuerdo no se comparte.
Aún no he escrito nada digno de trascender. Seguramente nunca lo haga. Pero no quiero perder la esperanza que un día se puso en mí.
Se cumplen 10.000 números de Diario LA LEY. Una bonita ocasión para renovar los votos de jurista, aquellos que comencé, precisamente aquí, en el número 6267, un viernes 3 de junio de 2005, con «La Junta general ordinaria fuera de plazo: un giro jurisprudencial regresivo». Se cumplían entonces 25 años. Conservo el ejemplar. Como también conservo el archivador que abrí al poco tiempo de llegar al Juzgado de lo Mercantil, con «Diario LA LEY» rotulado a negro en su lomo, para ir llenándolo de las obras (de la vida) de otros.
Ayer mismo, último domingo de febrero, remití a Diario mi última colaboración. Sin ánimo de trascender, solo de transmitir.
Me han pedido 400 palabras. Me parecían pocas y han resultado muchas.
Fernando Pinto Palacios, Magistrado. Doctor en Derecho. Letrado del Gabinete Técnico del Tribunal Supremo (Área Penal). Profesor Asociado de Derecho Penal y Procesal Penal de la Universidad Isabel I
Aúna el rigor jurídico y la pluralidad de opiniones autorizadas
«Todos los caminos llevan a Roma». Esa expresión podría trasladarse a la perfección al Diario LA LEY pues, sin duda, constituye un punto de encuentro de todos los operadores jurídicos que quieren estar informados de las novedades más relevantes.
Empecé a leer el Diario LA LEY hace más de una década cuando comenzaba mi andadura profesional en la Escuela Judicial de Barcelona. Durante estos años, sus publicaciones —en las que se aúna el rigor jurídico y la pluralidad de opiniones autorizadas— me han ayudado a estar actualizado y a profundizar en aquellos aspectos relacionados con el ejercicio jurisdiccional y con mis intereses académicos.
Gracias a su trabajo, los operadores jurídicos nos sentimos acompañados en nuestra labor. Supone, en definitiva, una luz que nos ayuda a «rebuscar» en un ordenamiento jurídico cada vez más complejo. En definitiva, Diario LA LEY da una forma jurídica a aquellas palabras pronunciadas por Carl Sagan: «La divulgación científica tiene éxito si, de entrada, no hace más que encender la chispa del asombro».
Jesús Remón, Socio de Uría Menéndez. Patrono de la Fundación Wolters Kluwer
Gracias a su propia estructura y planteamiento, es una publicación que sirve a los dos pilares sobre los que se apoya la práctica jurídica: la ciencia y el oficio
Cuando escribo estas líneas, que me pide Cristina Sancho con ocasión de la conmemoración del ejemplar n.o 10.000 del Diario LA LEY, tengo encima de la mesa su número 1 del año 1. Era el 1 de octubre de 1980. El nuevo Diario se abría con unas palabras de su primer director, el profesor De la Oliva, bajo el título «Un desafío». El desafío, el enorme desafío que se confesaba como fuente inspiradora del proyecto, era superar «la crisis del Derecho o, más exactamente, del respeto y del amor al Derecho». Para hacerlo, se lanzaba una publicación diaria sobre doctrina y jurisprudencia que fuese útil para los profesionales.
Pasados más de cuarenta años desde el inicio de esa aventura, no descubro ni regalo nada al decir que muchos de esos objetivos se han alcanzado. Esa unión entre doctrina y jurisprudencia sirvió para que el Diario recordase a todos los operadores jurídicos todos los días que —como dijera el juez Holmes— el Derecho se concreta en las profecías acerca de lo que los tribunales harán en cada caso, que no hay buena práctica del Derecho sin una buena teoría y que el único camino que el abogado está obligado a transitar continuamente es el estudio. Así, creo que una de las causas del éxito del Diario hay que encontrarla en que, gracias a su propia estructura y planteamiento, es una publicación que sirve a los dos pilares sobre los que se apoya la práctica jurídica: la ciencia y el oficio. Por eso se ganó rápidamente un sitio de honor entre las herramientas habituales de trabajo en el mundo del Derecho.
Al servicio de la ciencia se instauró en 1983 el Premio LA LEY, de cuyo jurado tuve el honor de ser miembro durante años, con la siempre inteligente y grata coordinación de Luis Jorquera y Rosalina Díaz Valcárcel. Repasar la relación de los ganadores del premio nos da idea del lugar que ha venido ocupando LA LEY para la comunidad jurídica en estos más de cuarenta años. Sé que me dejo muchos otros nombres de igual mérito, pero recuerdo que, entre los premiados, se encuentran Faustino Cordón —ganador de la primera edición—, Emilio Díaz Ruiz, Jesús Alfaro, José Ferrandis, Javier Serra, Pilar Perales, Bernardo Feijoo, Marc Molins, Manuel Marchena, Francisco Sosa o Wenceslao Olea. La extraordinaria calidad de este grupo de excelencia se proyectó sobre los más diversos problemas, desde la legitimación activa en el recurso de amparo constitucional a los contratos de financiación internacional, desde la interpretación de las condiciones generales a la reforma del régimen de filiación o el valor del precedente, desde la convención de Viena de 1980 a las dilaciones indebidas, los delitos de genocidio o la dimensión jurídico-penal del correo electrónico.
Al servicio del oficio, el Diario nos ha venido ofreciendo —y sigue haciéndolo— una selección de jurisprudencia y práctica judicial sobre las cuestiones de actualidad más relevantes. Es cierto que la aparición de las bases de datos ha transformado en buena medida su misión; pero basta seguir sus contenidos para comprobar que ha sabido adaptarse a la nueva realidad de este mundo en cambio tanto en el fondo como en la forma, al pasar a formato digital.
He dicho más arriba que en estos cuarenta años se han alcanzado muchos de los objetivos fundacionales del Diario. Cualquier lector atento podrá preguntar por la razón que explique la falta de empatía y generosidad que, en un tiempo de homenaje, supone no haberle reconocido el éxito en todos sus objetivos; pero es que entre esos objetivos estaba —como recordé— el de superar la crisis del Derecho, de respeto y amor al Derecho. Y, en estos días, los periódicos nos informan de una declaración de guerra en Europa y, en pleno siglo XXI, nos describen «la batalla de Kiev». Escribo, pues, bajo la terrible impresión que supone ser consciente de la angustia y el dolor que está golpeando de manera injusta a muchos ciudadanos que tenemos muy cerca, como testigo inmediato, por tanto, de un nuevo fracaso del Derecho, porque —como nos enseñó Kant desde Könisberg, en 1795— la condición para la paz es el respeto a las exigencias del Derecho y la moral. Esperemos que algún día se instaure definitivamente ese respeto para que las futuras generaciones puedan, por fin, disfrutar de una paz perpetua. Entonces, solo entonces, podremos celebrar ese ambicioso objetivo que se marcó el Diario en su primer número. Por ahora, nos toca a todos, grano a grano, seguir persiguiéndolo.
Aquilino Yáñez de Andrés, Abogado
Informa, ilustra y alumbra, como el buen faro que es, el panorama jurídico español
Al cumplirse exitosamente los diez mil primeros números del Diario LA LEY, es para mí un placer celebrar con todos los que en él trabajan y colaboran este punto y seguido, en la seguridad de que continuará por mucho tiempo informando, ilustrando y alumbrando, como el buen faro que es, el panorama jurídico español.
Quiero, por otro lado, destacar de su cualificado equipo de redacción, la independencia, valentía y rigor en la selección de las publicaciones, extremo en el que, estimo, recae el principal mérito del gran interés que el contenido del Diario LA LEY suscita en el público y del justo prestigio logrado por el mismo.
Personalmente, es para mí un honor colaborar asiduamente y en la medida de mis posibilidades con esta publicación y una verdadera fuente de conocimiento inmediata y directa su lectura y consulta cotidiana. Por muchos años más.
Por todo ello, enhorabuena y muchas gracias.