Cargando. Por favor, espere

30 años de España en Europa: Una visión desde Euskadi

Juan José ÁLVAREZ RUBIO

Catedrático Derecho Internacional Privado. Ex-Secretario General y miembro de EUROBASK (Consejo Vasco del Movimiento Europeo).

Diario La Ley, Sección Documento on-line, 23 de Junio de 2016, LA LEY

LA LEY 4232/2016

Comentarios
Resumen

En opinión del Autor, es preciso reconstituir políticamente Europa. Hay que apostar por un liderazgo inequívocamente fuerte para reorientar bien la empresa común que representa Europa para España y dentro de ésta también, sin duda, para el País Vasco.

1. Consideraciones Introductorias.

El transcurso de tres décadas ya desde la incorporación en 1986 de España a la hoy denominada Unión Europea permite valorar tal efeméride y acontecimiento como el que mayor influencia ha tenido en la evolución de nuestro País y de la sociedad española, posibilitando también para Euskadi una profundización en la modernización y en la democratización de nuestras instituciones y en la convergencia económica y social con los Estados de nuestro entorno europeo, así como el desarrollo y materialización de las cuatro grandes libertades de circulación de personas, servicios, bienes y capitales.

Con frecuencia se acusa a los europeístas de ingenuos perpetuadores de utopías irrealizables. El contexto europeo actual aporta argumentos adicionales importantes a favor de una necesaria profundización y avance en nuestro proyecto europeo común como solución frente al errático devenir que podría derivarse de una atomización nacional de respuestas estatales territorializadas. Más que nunca es el tiempo de la política y en particular de la política europea.

¿Qué ocurriría si no existiera la Unión Europea?

La construcción de esta Europa unida está resultando una tarea compleja y apasionante, no exenta de enormes dificultades y obstáculos, tal y como sucede en el momento actual. Pese a todo, en el País Vasco se mantiene vivo un ánimo europeísta críticamente constructivo con la evolución un tanto desnortada del proyecto europeo. En la sociedad vasca se aprecia una decidida voluntad e impulso favorable a una mayor profundización en la integración europea, priorizando la dimensión supranacional sobre la intergubernamental.

Vivimos en una época de transformación radical de nuestros marcos de referencia, provocada por una nueva realidad globalizadora emergente. Los Estados ya no tienen capacidad para abordar unilateralmente todos los problemas derivados de ese complejo mundo ni pueden resolver el conjunto de las necesidades de los ciudadanos. La Unión Europea debe ser, por ello, la respuesta de estabilidad política, prosperidad económica, solidaridad y seguridad a las inquietudes y convulsiones que genera la globalización.

Sumidos en un contexto de desconcierto respecto al futuro andamiaje institucional de la Unión y de dudas acerca de cómo solventar la crisis de identidad europea, es preciso reflexionar sobre los costes de la «No Europa». ¿Qué ocurriría si no existiera la Unión Europea y volviésemos a la suma de autarquías estatales?

Al igual que otros muchos ciudadanos españoles, también los ciudadanos vascos nos debatimos entre la desafección y el malestar ante la forma de comportarse y de reaccionar frente a la crisis desde las instituciones europeas. No estamos en contra del proyecto europeo sino de su actual rumbo. Es preciso reconstituir políticamente Europa. Hay que apostar por un liderazgo inequívocamente fuerte para reorientar bien la empresa común que representa Europa para España y dentro de ésta también, sin duda, para el País Vasco.

2. Los retos de la nueva Europa.

Europa se enfrenta a uno de los desafíos más ilusionantes de toda su Historia: construir un nuevo modelo de convivencia política, una nueva forma de democracia transnacional que, más allá de la mera yuxtaposición de los sistemas políticos actuales, sea capaz de acoger y desarrollar una nueva sociedad basada en la libertad, la igualdad, la equidad, la solidaridad, la justicia social, la diversidad y el desarrollo sostenible.

Solo si revisamos con objetividad los logros alcanzados en estos casi sesenta años de aventura, treinta años con España formando ya parte activa de la misma, será posible sentar las bases que hagan posible la superación de la crisis institucional y de falta de liderazgo que estos momentos caracteriza al proyecto europeo.

La crisis ha gripado el motor de la solidaridad europea. Cada vez es más tentador (y peligroso para nuestro futuro colectivo) pensar en el «sálvese quien pueda», en el retorno al proteccionismo y a la autarquía. Por eso, más que nunca, hemos de echar la mirada atrás y pensar para qué nació Europa, qué objetivos perseguíamos con nuestro soñado proyecto europeo.

Debemos dejar a un lado la elección simplista a los que algunos quieren reducir la reflexión sobre Europa: o un Estado federal, o una zona de libre cambio. Para salir de este atolladero necesitamos volver a construir una Constitución para Europa que combine la búsqueda de la integración con el pragmatismo y que se relegitime funcionalmente mejorando la vida y el futuro de los ciudadanos europeos.

En realidad todo ello plantea la exigencia y el reto del liderazgo político y permite reivindicar el protagonismo de Europa y de sus instituciones: es el momento de reconquistar el futuro, alejado de una mera suma de expectativas individuales, desligadas de realizaciones colectivas.

3. Euskadi en Europa: entre lo intergubernamental y lo supraestatal.

Si nos alejados del morbo mediático y del ruido (más que debate) político, desprovisto casi siempre de razonamientos técnico-jurídicos y se analiza el panorama institucional y normativo derivado de los Estatutos de Autonomía de nueva «generación» (correspondientes, en orden cronológico de aprobación, a la Comunidad Valenciana, Cataluña, Baleares, Andalucía, Aragón, Castilla-León y Extremadura), puede comprobarse que su redacción, casi mimética o muy similar en todos ellos, aporta un enfoque muy sugerente en la dimensión o acción exterior de las CCAA y en la previsión competencial en materia de sus relaciones con la Unión Europa. Se reconoce así el derecho a coparticipar como región en la acción exterior del Estado, el derecho a ser oídos en todo lo que afecte a nuestro ámbito competencial, a participar activamente en los procesos de toma de decisiones europeas que nos afecten o a ejecutar en nuestro territorio las decisiones que nos competan, entre otras atribuciones relevantes.

Hay base para fortalecer los derechos de participación de Euskadi en los asuntos de la Unión Europea. Para ello hace falta, como en otros ámbitos, voluntad política, verdadero deseo de trabajo en común y de lealtad recíproca entre el Estado, Euskadi y la UE que permita articular así nuevos mecanismos que favorezcan nuestra contribución y nuestra participación en la construcción europea.

Este momento de zozobra es en realidad una oportunidad y un reto para la UE y la respuesta a esta cuestión debe comenzar por una evidencia: la impotencia de los Estados-Nación frente a las consecuencias de la globalización. Es la hora de apostar más por la UE, porque el diseño institucional y las herramientas de que disponen los Estados devienen por sí solos insuficientes para hacer frente a las dinámicas desencadenadas por los mercados globales.

La petición o propuesta de más Europa no ha de ser hueca, sino que debe traducirse en generar un clima de confianza recíproca interestatal que culmine en una mayor atribución competencial a las instituciones europeas, necesaria para liderar una nueva y auténtica política financiera europea, como base para evitar caer en el futuro en los mismos errores del pasado.

4. La dimensión transfronteriza.

La creación de la Eurorregión Euskadi/Aquitania/Navarra representa un hito que debe subrayarse en este balance de treinta años de pertenencia a la UE. ¿Sobre qué ámbitos proyecta su operatividad la Eurorregión, en beneficio de los ciudadanos?: a) La dimensión Ciudadana, ya que la Eurorregión puede y debe tener una incidencia positiva en el ámbito de los particulares, de los ciudadanos y de las empresas, en la proyección de las cuatro grandes libertades europeas sobre este ámbito transfronterizo de cooperación: en particular, todo lo relativo al área de libertad, seguridad y justicia. b) La «regionalización» de la dimensión europea de ayudas vía fondos Europeos: surgen nuevas oportunidades en el próximo escenario presupuestario europeo para potenciar determinados proyectos estratégicos. Y hay que aprovechar al máximo todas las oportunidades de suplir la falta de ingresos tributarios, debido a la crisis, con aportaciones derivadas de fondos y convocatorias europeas. c) La Eurorregión puede y debe suponer un cauce institucional que permita simplificar y optimizar las atomizadas iniciativas transfronterizas preexistentes. Es necesario analizar cómo optimizar toda esa suma de actividades promovidas desde diferentes foros, vinculados al turismo, al tratamiento de residuos, al Derecho transfronterizo, al fortalecimiento de iniciativas que incentiven el empleo o al mundo de la empresa, entre otros. d) Frente a la asimetría competencial entre ambos Estados (España/Francia), que siempre ha dificultado el actuar conjunto transfronterizo, la Eurorregión puede erigirse en cauce prioritario de actuación.

5. Conclusiones.

I-. Nuestra integración en Europa ha sido y sigue siendo, para España y para el País Vasco, una historia de éxito. Europa es, pese a todo, una potencia emergente y constituye nuestra referencia institucional, motor de nuestras reformas internas modernizadoras y fuente primordial de nuestro Derecho. Europa debe basarse en la profundización de la cultura, la educación, la solidaridad, los valores democráticos y los principios que inspiraron la Declaración Universal de Derechos Humanos (LA LEY 22/1948). La Historia demuestra que aquellas instituciones o estructuras que han basado su poder en una relación exclusiva de superioridad o dominio han terminado por fenecer tarde o temprano. Por el contrario, los ideales y los valores terminan calando lenta pero inexorablemente en la sociedad, generando un vínculo indestructible con el progreso de la humanidad.

Europa debe responder a los retos del siglo XXI con valentía y de forma innovadora

II-. Europa debe responder a los retos del siglo XXI con valentía y de forma innovadora. En estos tiempos de incertidumbre, Europa se encuentra en una situación inmejorable para impulsar a escala mundial una nueva organización social y política basada no ya en intereses, sino, sobre todo, en valores. Nunca había coincidido en un espacio geográfico tan reducido un desarrollo socioeconómico, una consolidación democrática y una diversidad cultural tan extraordinarios como los que se dan actualmente en la Unión Europea.

III-. Necesitamos un nuevo pacto constitucional europeo respetuoso con todos los derechos fundamentales y que otorgue un protagonismo real tanto a las personas y organizaciones de la sociedad civil europea como a las entidades que conforman esa realidad plural y diversa que es Europa. Un pacto que reconozca la existencia de demos políticos intermedios entre el ciudadano y el Estado. Una Europa que en el momento actual debate acerca de la redefinición de sus objetivos no puede dejar pasar por alto el importante papel de las regiones, por ser éstas agentes activos, dinámicos y capacitadas para acercar el proceso de integración a una ciudadanía cada vez más apática sobre una Europa demasiado alejada de sus realidades políticas y culturales.

Queremos saber tu opiniónNombreE-mail (no será publicado)ComentarioLA LEY no se hace responsable de las opiniones vertidas en los comentarios. Los comentarios en esta página están moderados, no aparecerán inmediatamente en la página al ser enviados. Evita, por favor, las descalificaciones personales, los comentarios maleducados, los ataques directos o ridiculizaciones personales, o los calificativos insultantes de cualquier tipo, sean dirigidos al autor de la página o a cualquier otro comentarista.
Introduce el código que aparece en la imagencaptcha
Enviar
Scroll