Stella Raventós, Presidenta AEDAF
Recientemente se ha dado a conocer el informe de Wolters Kluwer «Future Ready Lawyer 2020» («Abogado del Futuro 2020»).
El informe, elaborado en base a una encuesta realizada a 700 profesionales del sector jurídico de 10 países (EEUU, España, Alemania, Reino Unido, Francia, Italia, Países Bajos, Bélgica, Hungría y Polonia), analiza las principales tendencias que van a condicionar el futuro, a tres años vista, del ejercicio de la abogacía, y cómo se van a preparar tanto despachos como asesorías jurídicas corporativas para conseguir mejorar su rendimiento en un contexto tan cambiante como el presente.
Con motivo de la publicación del informe, Diario LA LEY ha realizado una serie de entrevistas a destacados representantes nacionales de la abogacía, la empresa, la universidad y la Administración, cuyas conclusiones se recogen en el informe, sobre ese futuro inmediato que espera al sector legal en nuestro país.
A continuación se recoge la opinión al respecto de Stella Raventós, Presidenta AEDAF.
El informe «Abogado del Futuro 2020» puede descargarse en este enlace.
¿Cómo ha impactado la situación generada por la pandemia en la forma de trabajar de las asesorías jurídicas de empresa?
La asesoría fiscal ha sido considerada como un servicio esencial prácticamente desde que comenzó la crisis y las primeras normas que se publicaron en cuanto a la materia que trabajamos fueron extremadamente confusas. Por ello, los asesores tuvimos que sumergirnos aceleradamente en el trabajo online y en las reuniones vía Zoom o similar. Es decir, transformamos en dos meses nuestra manera de trabajar, una manera de trabajar que ha venido para quedarse, si no totalmente, puesto que la proximidad física con los clientes es muy conveniente, sí en buena parte, sustituyendo reuniones por encuentros digitales y fomentando, en la medida en que se pueda, el teletrabajo. Ya se ha visto que en estos pasados meses se han podido cerrar operaciones de gran envergadura a distancia.
¿Qué áreas o profesionales jurídicos van a enfrentarse a cambios más disruptivos? ¿Cuál considera que va a ser el impacto a largo plazo sobre su forma de trabajar y sobre la oferta de valor que proponen a sus clientes internos?
La digitalización va a suponer que los aspectos más rutinarios de nuestro trabajo perderán valor, porque las herramientas digitales se encargarán de ellos. Tan solo aquella parte de nuestro trabajo que requiere de profundos conocimientos jurídicos será la que el cliente estará dispuesto a pagar.
¿Estamos ante un cambio coyuntural en la forma de trabajar de los abogados, o se trata de un cambio definitivo, que ha venido para quedarse? En su caso ¿cómo debería reflejarse ese cambio en los planes formativos de los futuros abogados?
Como ya he dicho, el cambio ha venido para quedarse, entre otros motivos, porque significa un ahorro importante para las firmas. Los futuros abogados lo tendrán mucho más fácil en adaptarse al uso de las nuevas herramientas que nosotros, porque ya han crecido digitales. Pero al mismo tiempo, los profundos conocimientos jurídicos a que hacía referencia anteriormente requerirán una formación muy superior a la que se está impartiendo en la actualidad. Y no me refiero tan solo a las materias estrictamente jurídicas sino a que el abogado deberá desarrollarse igualmente en el aspecto empresarial y comercial.
¿Aumentará su inversión en tecnología a la vista del incierto futuro que plantea la pandemia (posibilidad de rebrotes, dificultades para viajar, etc.)? ¿Revisará su modelo tecnológico para aumentar su capacidad y desarrollo? ¿Qué tipo de soluciones tecnológicas considera que se han convertido en críticas, o al menos muy relevantes para el negocio legal?
Sí, aquellos abogados que ya no lo habían hecho, tendrán que invertir en tecnología y en todas las herramientas con las que se pueda contar en cada especialidad. Ya incluso antes de la pandemia, se estaban intentando desarrollar programas, al estilo de los existentes en Norteamérica, de predicción de posibles resultados en un litigio. Y es posible que esa tendencia siga. Sin embargo, no hay que olvidar, y sería muy malo que se hiciese, que en un futuro próximo (no me atrevo de hablar a largo plazo) los programas no podrán competir con lo que un buen abogado es capaz de hacer. El abogado debe utilizar las herramientas para trabajar, pero dichas herramientas no sustituyen, por el momento, el conocimiento profundo del Derecho.
¿Cómo prevé que impacte la crisis económica, consecuencia de la sanitaria, en el negocio de la abogacía a corto y medio plazo?
La crisis económica traerá una contracción en la actividad de los abogados que se dedican al Derecho de empresa, eso es indudable.
¿Qué medidas deberán adoptar para afrontar esos efectos?
Los abogados, además de ofrecer una calidad muy alta, deberán ser capaces de adelantarse a las necesidades de sus clientes y ofrecerles una serie de servicios que les faciliten la vida y les permitan centrarse únicamente en el negocio.
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